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La competición de Cannes despega pesadamente con dos historias de marginados por la vida

por © E.E. (Cannes)-NOTICINE.com
Alden Ehrenreich y Maribel Verdú
Alden Ehrenreich y Maribel Verdú
La competencia del Cannes número 62 ya se puso en marcha, en un despegue conscientemente dificultoso y pesado, a cargo de dos directores "menores", al menos si los comparamos con todo lo que aún queda por llegar, una selección cargada de experiencia y maestría. La primera cinta en proyectarse, "Spring fever", floreado drama homosexual, es un nuevo desafío de Lou Ye a la censura china, que le prohibió trabajar en el país, mientras que la británica Andrea Arnold vuelve tres años después de ganar un Premio del Jurado por "Red Road" para afianzar el sentido social de su cine con "Fish tank".

La cinta de Ye, coproducida por Francia y Hongkong, se desarrolla sin embargo en la China continental, en Nankin, donde una mujer pide a un detective privado que confirme la infidelidad de su marido con otro hombre, lo cual provoca a la postre la locura de ella, la ruptura entre el esposo y su amante, y la creciente atracción entre el espiador y el muchacho al que todos parecen desear, con también una consiguiente destrucción del matrimonio del detective.

Muchos líos trufados de fantasías homosexuales por la seducción del macho, planos mal iluminados y con cámara temblorosa para una cinta cuyo principal valor es el confirmar la provocadora libertad de Lou Ye, quien a pesar de haber sido boicoteado por las autoridades de su país tras tratar de la matanza de Tiananmen en su film "Yihe yuan" (Palacio de verano), consigue seguir filmando gracias a capitales foráneos. Pero, libertad de expresión y política aparte, "Spring fever", que empieza y termina con flores en pantalla, tendrá mal acomodo en las pantallas comerciales del mundo, salvo en muestras y festivales especializados en cine gay.

A pesar de su larga, posiblemente excesiva duración, "Fish tank" (Pecera), brinda mayores elementos de interés para un público que debe estar de entrada interesado en el cine de autor. Lanzada primero por el Oscar que logró con su corto "Wasp" y después con su intriga de voyeurismo videográfico callejero "Red Road", galardonada aquí mismo en 2006, Arnold sigue los pasos de ese nuevo cine social europeo liderado por Ken Loach o los hermanos Dardenne, para contarnos la lucha de una adolescente de barrio obrero marginal, que siempre ha vivido en un ambiente de falta de cariño, peleas, rebeldía y rechazo. Mientras Mia, de 15 años mal llevados, intenta salir del marasmo de su vida, condenada al indivualismo, a través de la danza, su madre lleva a casa a su nueva pareja, un guarda de seguridad que promete brindar algo de alegría a esa casa mal avenida. Connor es "sexy" y amable, a diferencia de la mayoría de las personas con las que Mia se ha cruzado en su aún corta existencia, y no puede evitar sentirse atraída por él.

Arnold, quien peca de usar un metraje más bien excesivo, tiene la habilidad de provocar sentimentos contrapuestos en el espectador. Primero nos presenta a esta muchachita obligada a adoptar roles masculinos para sobrevivir, antipática, y despreciativa ante su hermana pequeña, pero gradualmente la humaniza a través de su vocación de bailarina hasta hacernos sentir una franca empatía.

"Fish tank" puede tener un buen respaldo crítico y entusiasta acogida en el circuíto de festivales, pero en las actuales condiciones del llamado "cine de arte" cada vez menos apreciado por el gran público, su difusión corre serios riesgos de ser bastante limitada. En cuanto a la posibilidad de reencontrarnos con ella el sábado 23 en el palmarés, depende de la calidad de las cintas de direcciones más prestigiosos que nos quedan por ver.

Por otro lado, Francis F. Coppola estrenó mundialmente su "Tetro", ninguneada por Thierry Frémaux para la competencia por la Palma de Oro pero "salvada" in extremis por una invitación para abrir oficialmente la Quincena de los Realizadores, con división de opiniones, aunque el consenso apunta a que es un producto más digerible que su previo regreso al terreno de las independientes "art movies" filmado en Rumanía, "Youth without youth", pero lejos de sus pasados éxitos comerciales y artísticos.

"Tetro", coproducida por la española Tornasol Films, de Gerardo Herrero, y filmada en blanco y negro y scope en Buenos Aires y los españoles estudios Ciudad de la Luz, alcanza sus mejores momentos de la mano del joven y prometedor Alden Ehrenreich, y de la española Maribel Verdú, junto al aire fresco y el humor aportados por Carmen Maura, aquí un animal televisivo tan divertido como peligroso.

El cineasta italoamericano, a pesar de las críticas que recibió en la Argentina por su cicatería en el pago a los actores, ha presumido de ser hoy un hombre rico gracias a las películas de encargo que dirigió en Hollywood para pagar las deudas de su compañía American Zoetrope, y gracias a los ingresos de sus bodegas californianas y sus negociosos internacionales de hostelería poder autofinanciar esta nueva etapa "libre e independiente" de su carrera.

Algunos críticos han censurado lo "poco argentina" que es esta historia sobre dos hermanos cuya relación ha sido condicionada por un padre músico tiránico, sin apenas referencias a la problemática del país donde se filmó mayoritariamente.

Alden Ehrenreich y Maribel Verdú