San Sebastián aplaude a Paesa y a "El hombre de las mil caras"

por © Carolina G. Guerrero (S.Sebastián)-NOTICINE.com
Carlos Santos, Eduard Fernández y Jose Coronado
El Festival de San Sebastián ha acogido este sábado a la probablemente más esperada (y primera) representación del cine español a concurso, "El hombre de las mil caras", de Alberto Rodríguez, un punzante y sólido thriller, muy bien recibido, en el que el andaluz, que ha estado filtreando con el mundo de la política en varias de sus anteriores películas, se mete de lleno en sus cloacas sin salir para nada manchado. La jornada se completó con la segunda cinta francesa de la competencia, "Orpheline", de Arnaud Des Pallieres, donde cuatro actrices dan vida a un mismo personaje, bastante menos interesante que la española.

La vida del reaparecido Paesa -digamoslo de entrada- no da para una película, sino para una saga o mejor una teleserie que alguna televisión de este país debería de hacer. Así lo atestigua el apasionante libro del periodista Manuel Cerdán que inspira la película de Alberto Rodríguez, quien acertadamente se centra en su fechoría más popular, la doble estafa al corrupto director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, y al Estado español, un verdadero negocio redondo del que el trilero metido a agente secreto sacó pingües beneficios.

De ahí que "El hombre de las mil caras" sea la más política de las cintas del cineasta andaluz, que anteriormente ha hecho otros retratos de la España negra, en "Grupo 7" o "La isla mínima". Se sitúa en los convulsos tiempos de la caída del régimen socialista instaurado por Felipe González, del que la huída de Roldán (al que humaniza Carlos Santos) fue junto a los crímenes de Estado de los GAL la puntilla. Y ahí aparece el estafador Francisco Paesa (Eduard Fernández), un oscuro hombre para todo, siempre dispuesto a servir a una patria generosa, y engaña... a ambos.

Capítulo aparte merece el siempre convincente actor catalán, al que podríamos volver a ver el día 24 en el palmarés, por su interpretación de Paesa. "El hombre de las mil caras" no es una película de acción, persecuciones y tiros, sino de despachos, intrigas y afilados diálogos, por lo que necesita construirse sobre un andamio de sólidas interpretaciones, y se le dan los ya citados junto a Jose Coronado, Marta Etura y el amplio elenco de secundarios.

Rodríguez, con su habitual colaborador Rafael Cobos, ficciona lo contado por Cerdán (que es de por sí "de película"), y el espectador no puede más que intuir que la realidad debió ser aún más divertida y patética que su novela picaresca en imágenes. Huye de los esquemas para humanizar a sus personajes enredados en una farsa donde sólo sobrevive el más audaz e inteligente, que resulta ser Paesa.

Es muy probable que el cineasta andaluz vuelva a repetir triunfo con este film, de esos de los que en este país aun no estamos acostumbrados, como nos comentaba con acierto Jose Coronado, que ha estado encantado en una rueda de prensa en donde los periodistas asistentes se han mojado a preguntar, y eso quiere decir que interesa. Coronado comenta que aquí nos queda mucho para llegar a ser como los americanos, que en su cine tocan con total naturalidad temas políticos y levantan esa manta que aquí aun hoy da un poco de miedo, pudor o cautela levantar.

No tan casualmente, y pese a anunciar su propia muerte, el exagente de los servicios secretos españoles reaparece esta semana en la portada y en la entrevista que le hace Vanity Fair, rodeado de lujo y con un discurso a la altura del guión de Rodríguez y Cobos, sólo que más fantástico. Lo dicho, que alguien haga por favor una serie... en varias temporadas.

La segunda película a concurso por la Concha de Oro, "Orpheline" (Huérfana), del francés Arnaud des Pallières, recién llegada de su estreno mundial en Toronto, es un melodrama experimental sobre una mujer que pese a presentarse con cuatro nombres y cuatro actrices diferentes resulta ser el mismo personaje, como iremos descubriendo. Renne, Kiki, Sandra y Karine son -en efecto- la misma persona, una mujer que lleva una existencia complicada en ambientes nada recomendables, intentando siempre preservar su libertad. No levanto demasiadas pasiones.

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