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Hablamos con Fernando Pérez de "Ultimos días en La Habana", la censura y su próximo proyecto

por © Jon Apaolaza (Berlín)-NOTICINE.com
Fernando Pérez
La imagen de Fernando Pérez es cada vez más la de un Quijote. Delgado, con un poderoso mundo propio y acostumbrado a luchar contra gigantes y molinos, el más reconocido cineasta cubano contemporáneo acaba de presentar en el apartado Berlinale Special del certamen de la capital alemana su más reciente trabajo, "Ultimos días en La Habana", que ya pasó por el Festival de La Habana, y en marzo y abril se estrenará respectivamente en Cuba y España, los dos países que la coprodujeron. NOTICINE.com habló con él en exclusiva sobre este film, la censura y su siguiente proyecto, a filmarse en verano.

- ¿Qué es "Ultimos días en La Habana"?
Es una película sobre la amistad entre dos personajes, Diego, que esta postrado en una cama, en fase terminal del SIDA, y Miguel, que es su amigo. Juntos comparten un cuarto en uno de los solares habaneros, de esos espacios que son como una comunidad que comparte un mismo lugar. Ambos viven un contacto muy precario, pero son dos actitudes muy distintas. Mientras Diego está inmóvil en su cama, se mueve. Su pensamiento, su imaginación, su actitud, es la acción. Mientras que Miguel, que tiene la posibilidad de la movilidad, está encerrado en sí mismo, guarda sus secretos, no convierte en acción sus deseos… Es el típico antihéroe. Los dos personajes, mas allá de sus diferencias, logran mantener con firmeza un sentido de la amistad que para mi es digamos el punto de vista más importante de la película. Esa es la historia. Pero igualmente importante para mi es el contexto en que esta se desarrolla. Es un contexto que de alguna manera vuelve al mismo espacio que en el 2003 traté de reflejar en el documental "Suite Habana". Es ese espacio digamos de La Habana que yo considero que es la más representativa porque es la más popular, donde los personajes viven con precariedades materiales, pero siempre tratando de sobrevivir de una manera positiva.

- Su película ya se vió en el certamen habanero, el pasado diciembre. Compáreme la acogida allá con la que está teniendo ahora en Berlín...
Venía a concierto cierta inquietud de que el público internacional no se identificara con las expresiones que la película propone para el público cubano, y que están muy relacionadas con esa cotidianeidad que fuera de Cuba puede ser no muy conocida, de ahí la importancia de ese contexto. Pero en la proyección que hubo anoche en el cine International yo me sentí mucho más tranquilo, porque los espectadores reaccionaron con bastante similitud en muchos momentos de la película. De alguna manera pienso que sí, que la película puede establecer un dialogo universal a partir de su particularidad, que tiene que ver tanto con la Cuba de hoy.

- Sus primeras películas tenían muchas referencias de realismo mágico. ¿Conforme madura se vuelve usted menos mágico y más realista?
Bueno, yo diría que la realidad también puede ser mágica aunque sea absolutamente narrativa. La realidad cubana siempre será muy sorprendente en cuanto a las expresiones inesperadas que te puedes encontrar en ella. Siempre me ha gustado saber que cada película es distinta una a la otra. Yo no busco narrar siempre a partir de un mismo estilo. Trato de encontrar cuál es el lenguaje que la historia y los personajes me están pidiendo. Me atrae tanto el cine metafórico como el cine de narración realista. Siempre viene a mi mente y me ha ayudado mucho a reflexionar sobre esto las ideas que expresó también Pier Paolo Pasolini en su época, cuando trataba de entender el cine y la expresión cinematográfica como un cine de prosa, es decir, el cine que va más a la narratividad y al realismo, y un cine de poesía, es decir, un cine que acude más a la metáfora y a los símbolos y a la expresión poética. A mi me interesa narrar y hacer películas en ambos caminos. No decidiéndolo desde antes, sino a  partir de las condiciones que cada historia y cada película me piden en cada momento. Y sobre todo es una forma de expresar. Lo que como persona soy incapaz de expresar lo llevo a la pantalla.

- Usted, que ya ha participado varias veces en este certamen europeo, ¿cómo lo definiría?
Me recuerda en alguna medida al Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. Yo vine aquí a la Berlinale por primera vez en los años 90, cuando la sede del festival estaba en el antiguo Zoo Palast, allí también en el Cine Delphi, las sesiones del Forum, Panorama… El festival era mucho más pequeño. Esa atmosfera me recuerda mucho a la atmosfera de los primeros festivales habaneros. Ambos festivales, la Berlinale y nuestro Festival de La Habana, han crecido en estos últimos años, y ya hoy en el 2017, son eventos realmente gigantes, con múltiples actividades, múltiples proyecciones… Siguen guardando su diversidad. La diferencia es que han crecido en esa perspectiva, pero yo me siento un poco más perdido y añoro un poco esa atmosfera que los primeros festivales tenían. De todas maneras siento que tanto la Berlinale como el Festival de La Habana siguen siendo espacios que defienden mucho la diversidad del cine en búsquedas alternativas y de interés cultural.

- Mientras usted estrenó "Ultimos días..." en la última edición de ese festival habanero al que hacía referencia, otra película cubana, "Santa y Andrés", que primero fue anunciada en la programación, fue retirada, por cuestiones de censura. ¿La apertura en Cuba da dos pasos para adelante y uno para atrás?
Yo pienso que cada hecho de censura son cien pasos hacia atrás. Lo que ocurrió esta vez con "Santa y Andrés", una película muy interesante, muchos cineastas pudimos verla para discutirla. Que es una película realmente muy compleja, fuerte, dura; pero que refleja un hecho del pasado reciente en Cuba que es necesario abordar, y lo hace realmente con complejidad y profundidad. La película no se proyectó finalmente, no se aprobó, a pesar de que los cineastas reclamamos el derecho a su exhibición.

- Hace unos años usted dirigió un festival de nuevos directores que aunque está apadrinado por el Instituto de Cine cubano (ICAIC) suele proyectar cintas de producción independiente. Una de ellas fue censurada y usted dimitió de su puesto... ¿Hasta cuando habrá censura en Cuba?
Yo pienso que hoy en día ya la censura no tiene ningún sentido. En primer lugar porque "Santa y Andrés" fue marginada, pero ya ha sido vista y será vista por todos los cubanos. No la verán en una pantalla grande en un cine pero si la verán en los otros medios alternativos que ya dan acceso a esa posibilidad. Lo que se ha censurado ha sido el libre movimiento del pensamiento, de la discusión, de la confrontación… el verdadero flujo de las ideas. Creo que eso es más dañino que cualquier otro tipo de decisión. Es algo que pienso que responde a una mentalidad que va a ser muy difícil que cambie, porque cada cierto tiempo ocurren hechos de censura. Anteriormente fue con la película "Regreso a Ítaca", de Laurent Cantet, que no se permitió exhibirla en el festival, y un año después se exhibió en la Semana del Cine Francés sin ningún problema, después que ya se había provocado una crisis absurda. ¿Cómo se modifica esa mentalidad en el poder? ¿Cómo se logrará entender que el cine como expresión es una expresión libre y abierta a la discusión? Es un camino que todavía tendremos que recorrer, y que la vida irá determinando.

- ¿Su película no estuvo en la competencia oficial, aquí en la Berlinale, por decisión suya o del propio certamen?
No, fue decisión del festival, que la escogió para Berlinale Special, que forma parte del apartado oficial pero fuera de concurso. Creo o tengo entendido que esta sección es una sección importante que recoge películas de interés particular. Y creo que en eso influyó mucho la valoración de Dieter Kosslik, el director del festival, que estuvo en La Habana en el momento que yo estaba filmando la película. El se acercó a la localización del rodaje, y a partir de ese momento él estaba muy interesado en ver el resultado. Creo que ya ver la película realizada lo motivó a que el lanzamiento internacional de "Últimos días en La Habana" fuera aquí en la Berlinale, lo cual me alegra mucho, porque aquí hay un público realmente muy activo, muy vivo y muy participativo.

- Creo que está muy próximo a rodar su siguiente trabajo...
Estoy sorprendido porque mi destino siempre era hacer una película cada cuatro años. Y esta, "Últimos días en La Habana", que la terminé en enero del año pasado, está ahora en su distribución internacional, y ya tengo que filmar un nuevo proyecto en julio o agosto, allá en La Habana. Esta vez se trata de una película histórica en coproducción con suiza. Es una película inspirada en un hecho real ocurrido en Cuba a principios del siglo XIX, pero la película se mueve en la ficción. La historia es muy reveladora, porque en esos años arribó a Baracoa un médico suizo, Enrique Faber. Allí se estableció, desarrolló su profesión, se enamoró, se casó con Juana de León, vivieron juntos, y a los tres años estalló el escándalo porque Enrique Faber era en realidad Enriqueta Faber, quien había asumido la personalidad de hombre, porque en aquella época las mujeres tenían prohibido ejercer la medicina, y menos la cirugía, que era lo que a ella le interesaba, y asi, travestida, pudo estudiar. Ese es el punto de partida de la película. Lo que a nosotros nos interesa es desarrollar un personaje que pienso transgredió no solamente el género, sino también muchos otros prejuicios que aún hoy en día también se mantienen en nuestro mundo.



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