Hablamos con Jorge Marrale sobre su regreso a Huelva con "Maracaibo"

por © Jon Apaolaza (Huelva)-NOTICINE.com
Miguel Angel Rocca y Jorge Marrale
El veterano actor argentino Jorge Marrale ha vuelto este año al Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, donde hace 11 años presentó "Las manos", uno de sus trabajos más emblemáticos, el del padre Mario. Ahora, concursa por los Colones con "Maracaibo", coproducción argentino-venezolana de Miguel Angel Rocca, en un drama sobre la paternidad, o -como dice Marrale en entrevista exclusiva con NOTICINE.com- "la herencia que dejamos".

- Se puede decir que "Maracaibo" es un drama que hace reflexionar al espectador, sobre nuestras relaciones familiares y la incomunicación paternofilial...
Bueno, "Maracaibo" es una película que habla efectivamente, sobre un familia. Mi personaje es Gustavo, el que sería el padre de Facundo. Gustavo es un cirujano bastante exitoso, está a punto de ser jefe de la sección de cirugía de ese sanatorio y su hijo, es un estudiante avanzado de diseño gráfico. Esto sería como la cotidianidad de la vida de ellos. Su esposa, Cristina, es una oftalmóloga que trabaja en el mismo sanatorio. Gustavo es un hombre acostumbrado a un estilo de vida, a una forma de entender la familia y sobre todo de esperar de su hijo lo que normalmente Gustavo cree que es la normalidad. Cuando su hijo le demuestra a él, a su supuesta normalidad que no lo es, él sufre una crisis, lo habla con su mujer, tiene que ver con la identidad sexual de su hijo. Y le dice, ¿cómo es si vos sabías de esto?, la mujer le dice, bueno sí, ¿cuál es el problema?, ¿Por qué no me lo dijiste? le dice. Y en esa clave, del por qué no me lo dijiste, está un poco la definición de este hombre que no ve a su hijo, lo ama, lo quiere, pero no lo ve, no sabe de él. El desarrollo dramático de la historia hace que ese hijo desaparezca, muere. Con lo cual, este padre, hace un trayecto para tratar de exculparse de lo que no pudo hacer con su hijo, conocerlo más. No por falta de amor, pero sí de profundizar en el vínculo con él, de cierta aceptación. En ese recorrido, va a buscar al asesino de su hijo, que ya está encarcelado, pero en el fondo, lo que está tratando de ver es porque en el momento de la entradera, el hijo baja, y frente a la humillación que sufre este padre, frente a estos dos que ingresan para robar, el hijo, en un acto de defensa de su padre interviene y a partir de esa intervención, muere. Ese acto, es lo que le queda como la carga de haber esperado que por su definición sexual, no esperaría eso de su hijo. Con lo cual, empieza a transcurrir algo en la búsqueda, no solamente del asesino, sino del padre del asesino. Y cómo, buscando un espejo, trata de entender, o por lo menos es lo que quiere Miguel Angel Rocca en la película, hablar de la paternidad en sí misma, y la herencia lo que sería, desde mi punto de vista, las expectativas de la masculinidad en la paternidad.

- Pese a la evolución de la sociedad, en torno a la figura del padre aún se mantiene una distancia por parte del resto de la familia, llamésmolo respeto o incomunicación...
Porque creo que heredamos cultura, mecanismos. Cada uno viene con lo que también aprendió en su infancia. Por eso es que en un momento de la película, Gustavo cuando habla con el asesino de su hijo le dice lo que le pasó a él, lo que le pasó siendo chico y cómo la imagen del padre defendiéndose de un agresor, a él lo ensalzaba de saber que su padre estaba viendo de que él era entre comillas, valiente y poder defenderse de sí mismo. La idea de la masculinidad, la idea de esas formas vinculadas a la hombría es lo que se está transformando en el tiempo. Creo que también tiene que ver, ya fuera de la película, con las crisis que están dando esta muestra tan brutal del femicidio, hay algo que evidentemente el masculino le está costando admitir de la transformación y hay que verlo en ese sentido. Esa imagen que planteás vos de ese patriarcado, con una mujer que acompañaba y uno no sabe bien si acompañaba gustosa o no, esa determinación está en crisis y diría que afortunadamente, porque el hombre desde ese punto de vista, también se queda solo. A mí me parece que nos cueste o no, en ese trayecto, es interesante que empecemos a ver que solos no podemos, tenemos que estar con nuestras mujeres, con nuestros hijos, el hombre solo en realidad, en ese sentido comete errores, no nos va bien. Gustavo es un ejemplo de que no va bien (ríe).

- ¿Qué considera que ha aportado usted al personaje de Gustavo?
Bueno, yo soy padre, con lo cual no pude desvincularme, ni lo hubiese hecho, de lo que es mi paternidad y de lo que fui yo también. Yo soy huérfano (ríe) ya a esta altura, pero de lo que fui yo como hijo. Con lo cual mi aporte es mi historia, y mis contracciones, pero también una gran concentración en el trabajo para que de verdad sin juzgarlo yo, Gustavo lo pudiera hacer y lo hice con una gran entrega. Es una película que yo amo, porque estoy metido hasta el caracú como decimos, hasta el tuétano.

- ¿Y en qué se diferencia?
Evidentemente, yo no paso por la estructura de Gustavo, no paso por sus sentimientos y no paso tampoco por el filtro que hace para que la vida parezca un poco mejor, no tengo esa posición. He tenido que acceder a él para ver desde dónde él puede intentar con la desaparición de su hijo, ver dónde está su corazón, dónde está él. La vida no es solamente trabajo, no es cirujano, era padre. Yo siempre digo, que en la vida nuestra gran tarea es la paternidad, lo que de verdad dejamos son los hijos, ¿no?. Entonces el trabajo de la paternidad es un enorme, por eso para mí tiene tanto valor "Maracaibo", es una película que pone en crisis ciertos aspectos de la paternidad y a mi me parece importante meterle el cuerpo a Gustavo, para demostrarlo, para ponerlo en crisis, y lo que uno recibe de la gente que ve la película es primero, una gran conmoción y se ve que hay algo de lo que transmite de lo que sería la tradición cultural que también el espectador, la vivencia. Con lo cual en ese sentido estamos como de acuerdo de que hay cosas que hay que cambiar.

- Imagino que cuando uno siente ese apego a un personaje un premio en un festival como éste adquiere más valor para un actor.
Sería hermoso, sería bárbaro, yo ya estuve en Huelva hace 10 años con una película que ame también y que sigo amando que se llama "Las manos", fue la última película de Alejandro Doria , un director al que amé y al que conocí desde mis inicios en el oficio. Acá ganó el premio al mejor director y el del público. Así es que sería un premio ahora como recordar y agradecer aquello que sucedió hace diez años, y que me sentí tan orgulloso de hacer. Y estar en Huelva en un festival que respeta tanto y alienta tanto al cine iberoamericano, en ese sentido me sentiría feliz. Me gusta volver a Huelva otra vez con la esperanza en una película que también le he metido el alma, como en "Las manos". El premio seria un premio para todos, mas que para mí, pero además no es eso, lo siento como que también es el cine argentino que tiene la posibilidad de llegar con temas hondos.

- ... Un cine que parece vivir tiempos convulsos, de amenazas de reducir sus ayudas. ¿Cómo contempla usted la situación?
Nosotros... A ver, cada uno lo vive como puede. Yo tengo la esperanza, firme esperanza, de que nuestro cine no va a mermar, pero sobre todo por el talento y la capacidad de los realizadores. No creo que podamos ir en contra de esa historia que tenemos como cineastas, actores... A la corta o a la larga yo siempre espero que podamos superar diferencias para que realmente lleguemos. Tener la posibilidad de estar hoy como actor argentino en un festival iberoamericano como este, yo lo agradezco muchísimo y yo espero que en verdad no haya tanto cataclismo, porque una cosa es cierta, el cine necesita el apoyo del estado, nuestro cine sobre todo lo necesita, es identitario con lo cual es necesario transmitir eso y el incaa debe favorecerlo, así que espero que en verdad podamos seguir produciendo y llegando al mundo con nuestro cine.