División de opiniones para la mexicana "Museo", con Gael García Bernal, en Berlín

por © Jon Apaolaza (Berlín)-NOTICINE.com
Gael y Alonso Ruizpalacios
Pese a sus notables libertades a la hora de contar en "Museo", segunda y última película iberoamericana en optar este año a los Osos de Oro y Plata de la Berlinale, el robo real de piezas mayas del Museo de Antropología acaecido en los años 80, en un guiño al tema, la producción mexicana se autocalifica de "réplica". Que el espectador se crea que lo que va a ver durante más de dos horas corresponde a los hechos acaecidos en el peculiar robo que sacudió al país al poco del sismo del 85 demuestra mucha fe. La segunda película del también actor Alonso Ruizpalacios, presentada en el mismo certamen donde triunfó con "Güeros", recibió aplausos, y contó con adeptos, pero no convenció a otros.

Lo que más puede molestar de "Museo" es su irregularidad, ya que a diálogos brillantes se suceden escenas totalmente prescindibles que no hacen avanzar para nada a una película en la que a Ruizpalacios parece interesarle bastante menos el robo que el antes y el después, sobre todo el después, del golpe que -por razones desconocidas (y tampoco explicadas muy bien en la película)- dieron dos jóvenes estudiantes de clase media en el museo de Antropología.

La historia de sus dos protagonistas, la verdadera, es una excusa para que el cineasta mexicano ajuste cuentas con su propia vida, su generacion y un poco su país. Así, Ruizpalacios cambia el desenlace del robo y probablemente también las relaciones familiares de los jóvenes ladrones, basando al personaje del padre de Juan (Gael García Bernal) en su propio padre (de Ruizpalacios), médico.

García Bernal y su compañero y amigo, Leonardo Ortizgris, aportan credibilidad y oficio, intentando humanizar a unos personajes que parecen perdidos en algún planeta del que ignoraran hasta el nombre. Abandonen toda esperanza de suspense los amantes de famosas películas de arriesgados y sofisticados robos, aquí apenas existe. Unas pocas pinceladas visuales sirven para mostrarnos que van al museo y roban las piezas, y aún menos se dedica a explicar cómo planificaron el golpe (aunque en los diálogos se asegura que lo hicieron). A Ruizpalacios parecen interesarle mucho más las chanzas familiares previas a la cena de la Nochebuena en casa de Juan/Gael, misma en que se perpetrará el robo que cuales son sus planes delictivos.

Todo parece improvisado, aunque nos digan que no fue así, y seguirá siéndolo después, cuando se dirijan a Palenque y Acapulco con la intención de colocar en el mercado negro unas piezas arqueológicas tan valiosas como invendibles.  

En ese "postgolpe" se desarrolla buena parte del metraje, momento en el que aparece el innecesario personaje de la argentina Leticia Brédice, una vedette en decadencia que parece simplemente dar pie a algunos momentos de exhibición erótica absolutamente prescindibles. Esto y la prolongación excesiva de otras escenas ponen la película en esas excesivas dos horas largas. Es evidente que en cine no es necesario expicarlo todo, pero tampoco se debería caer en contar detalles accesorios y obviar puntos troncales de la historia.

El balance final es que un suceso real que en otras manos podría haber resultado curioso, convincente o al menos entretenido resulte una mera excusa para dibujar a una generacion perdida, sin muchas luces ni ideas, y torpe, aunque bien intencionada, eso sí. Da la sensación por lo leido sobre los hechos auténticos que éstos debieron ser no sólo diferentes, sino claramente mejores.

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