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El veterano actor argentino Darío Grandinetti sumó el pasado fin de semana un nuevo galardón importante a su larga lista de reconocimientos, la Concha de Plata al mejor actor por el drama de Benjamín Naishtat "Rojo", el título que más honores acaparó en el certamen, al obtener también los de mejor director y fotografía. NOTICINE.com habló en exclusiva con el actor.

- ¿Cómo ha vivido este nuevo premio en su carrera?
Significa aparte de una gran alegría, un mimo y una atención. Pero uno no trabaja para los premios, sino que intenta colaborar para que la película salga bien. Un trabajo que no está bien hecho no sirve de mucho.

- Cuénteme algo más sobre "Rojo".
"Rojo" es una historia que transcurre en l975 en Argentina antes del golpe militar del 76. Cuenta la complicidad de la sociedad civil en todo ese proceso, para poder ejecutar lo que los economistas de turno querían implantar.

- ¿Cómo preparó el papel?
En este caso el personaje tenía algo muy claro para mi y que yo recordaba de esa época. Es un personaje ambiguo que no se sabe qué opinan, en favor de qué lado está, si va a aprovechar la situación o va a denunciarla… Queríamos que el personaje fuera confuso tal y como yo recuerdo que eran la mayoría de los personajes de esa época.

- ¿Qué tal vivió toda su participación en el festival de San Sebastián?
Es la segunda vez que participaba. Es un festival muy importante y prestigioso, pero con lo que estoy fascinado es con la ciudad. Es muy bella, y la gente es simpática y amable, saben que están viviendo un momento especial y hacen del festival algo propio. Saben que el festival forma parte de San Sebastián y que ambos son sinónimos, hechos el uno para el otro. Se nota en la calle, en la cantidad de gente queriendo entrar en las salas. Una noche fuimos a comer algo me di cuenta de que la gente sabe que estas en el festival y formas parte de él, te indican cualquier cosa si les preguntas. Es fantástico y lamenté estar poco tiempo.

- Premios aparte, cree que gusto a ese público la película?
Por lo que me contaron los periodistas que la vieron y el director Benjamín, la película tuvo una aceptación importante, no sabemos cómo se verá reflejado en la taquilla pero de momento con lo cinéfilos el resultado fue bueno y el grado de aceptación alto.

- A estas alturas de su vida y carrera, ¿qué papel le queda pendiente por hacer?
Últimamente he hecho personajes bastante malos, nada honestos. Los actores aspiramos a que no se nos encasille ni encasillarnos nosotros mismos. A mí me interesaba este estilo que me proponía este personaje y el que me proponía Benjamín, menos expresivo, más ladino y calculador, más observador que hablador. Me gusta cambiar, vengo de hacer uno distinto a lo que estoy acostumbrado, un malo honesto, es algo raro.

- El lanzamiento de su película primero en Toronto y luego en San Sebastián coincidió con un momento crítico de la economía argentina. Usted siempre ha tenido un punto de vista crítico sobre la realidad que le ha tocado vivir, la de un país que no levanta cabeza...
No me sorprende, es un recorte más. Los gobiernos de derechas con el fondo monetario detrás, a lo largo de los años no han tenido otra idea que la de ajustar los presupuestos de educación cultura y salud, no se les ocurren otras cosas. No han sido capaces desarrollar otra idea así que no nos sorprende. Cuando asume el cargo un gobierno de derechas ya se sabe lo que viene. Los peor es la gente que les vota y luego se queja de los resultados, como si se sorprendieran, como si alguna vez hubieran hecho otra cosa distinta. Insisten en la teoría del derrame. Las migas que me sobran se las doy a alguien que esté esperando, eso es lo que ellos proponen como solución para los que menos tienen.

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