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Daniel Sánchez Arévalo habla sobre "Diecisiete"

por © Cineuropa-NOTICINE.com
Daniel Sánchez Arévalo (ASG)
Daniel Sánchez Arévalo (ASG)
Para Daniel Sánchez Arevalo, residente en Madrid y con perras, "Los animales nos convierten en mejores personas". Así lo ha contado a nuestro compañero Alfonso Rivera en Cineuropa, mientras hablaba de la "road movie" de Daniel Sánchez Arévalo "Diecisiete", primera película española de Netflix en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián y supone el regreso a los orígenes de su director.

- ¿Qué ha supuesto la participación de Netflix en la producción de "Diecisiete"?
Para mí este tipo de plataformas ha supuesto la llegada de mucho trabajo para el sector audiovisual tras una etapa complicada: las películas se estaban convirtiendo en productos, estrechándose la oferta y la variedad. Con Netflix y las demás se ha abierto el abanico, pues necesitan historias para nutrirse, dando el poder al creador: en mi caso, leyeron el guion, les gustó mucho y me dijeron que querían preservar mi mirada; por ejemplo, en el casting elegí caras no conocidas y ellos no dudaron de mi criterio. A nivel de producción, entendieron que era una película pequeña de espíritu, pero no necesariamente barata: queríamos rodar siete semanas y media, en exteriores de Cantabria, con un equipo importante, y eso no es barato. Aceptaron.

- ¿Sin la presencia de la plataforma online, su película no se habría rodado?
Yo confío en que sí, pero no sé en qué condiciones. Netflix aportó medios y herramientas para contar bien la historia del film: sin eso, hubiera sido peor película.

- La película transcurre, en buena parte de su metraje, a bordo de una autocaravana que circula por Cantabria...
Para los personajes centrales, ese vehículo significa algo del pasado a lo que se aferran: aquellos tiempos en los que todo estaba bien y se comportaban como hermanos. No deja de ser el vehículo que usan para reconectar y reconfigurar su familia desestructurada.

- Siempre ha dicho, desde "AzulOscuroCasiNegro", que tus films son como terapias. ¿También lo ha sido "Diecisiete"?
Sí en lo que tiene que ver con el proceso de hacer una película: nació de mi necesidad vital de salir de mi zona de confort y colocarme en otro sitio, reinventarme y volver a los orígenes, como la primera vez. Por eso no repetí con el equipo técnico ni con los actores fetiche de mis films anteriores, para seguir creciendo y avanzando: uso el cine para sentir que avanzo como persona.

- Y los poco conocidos actores protagonistas, Biel Montoro y Nacho Sánchez, ¿cómo los encontró?
Fue un duro proceso de casting y de amor a primera vista, porque en cuanto les descubrí a los dos, lo tuve clarísimo. Cuando haces casting, ves cómo los actores dan forman y elevan lo que has estado escribiendo y es muy emocionante comprobar que funciona. Y cuando les puse juntos, ellos conectaron de manera inmediata: además, se enamoraron y se arroparon durante el rodaje, como hermanos. He experimentado con "Diecisiete" cosas parecidas a lo que sucedió con "AzulOscuro...", con Raúl Arévalo, Antonio de la Torre y Quim Gutiérrez: les proporcionas a los actores un vehículo y compruebas cómo éste explota su talento; entonces te das cuenta de que han venido para quedarse.

- Igual que ha llevado a cabo una selección de actores para la película... ¿hizo casting de perros para elegir a los canes que aparecen en ella?
Sí. Tenía claro que no quería perros adiestrados ni resabiados, y por mi compromiso y mi amor por ellos, deseaba poner el foco en las protectoras de animales, por la cantidad de perros que hay en ellas buscando hogar, y encontramos ahí a todos los que aparecen en la película. La complicidad que nace entre el personaje protagonista y el can llamado Oveja la creamos de verdad, improvisando, y poco a poco sucedían cosas y conseguimos que el chaval y el perro se entendieran.

- ¿Los perros nos hacen mejores personas?
En mi caso, sí: yo soy mejor persona gracias a mis perras. Ese fue el origen de esta película: la protagoniza un chaval peleado con el mundo, desconcertado de su entorno y encerrado en sí mismo que a través de un perrillo empieza a reconectar con la vida, con las emociones y las responsabilidades, haciéndole tener ilusiones y algo donde agarrarse. Para mí estar con estos animales me limpia mucho la cabeza, ellos son un buen ansiolítico: cuando estoy agobiado, retozo con las perras o me voy a pasear con ellas y me siento más arropado, más protegido.

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