Concluyó el pasado fin de semana el Festival Internacional de Tesalónica, Grecia, al igual que empezó, celebrando por todo lo alto el cine en general y su sexagésimo aniversario en particular. En el palmarés de premiados hubo una abrumadora presencia iberoamericana, destacando sobre todo la película en gallego "O que arde", del director hispano-francés Oliver Laxe, ganadora del Alejandro de Oro y del premio al mejor actor para Amador Arias (soberbio en la representación de un personaje taciturno e introvertido condicionado por su lugar de nacimiento). También fueron reconocidas la brasileña "A Febre" y la peruana "Una canción sin nombre".

Pese a una acogida relativamente discreta por parte del público del Festival, el jurado internacional pareció congeniar con la brutal puesta en escena propuesta por Oliver Laxe y su director de fotografía Mauro Herce. Desde los primeros planos se establece una bellísima relación entre la crudeza del monte gallego y la familiaridad de la vuelta a casa de Amador, el que, tras salir de la cárcel condenado por piromanía regresa a su pequeño pueblo de Lugo, donde todo el mundo se conoce y las historias privadas rápidamente se convierten en dominio público.

Destaca la gran interpretación de unos actores no profesionales que son capaces de representar el vínculo de una población forzada a adaptarse a los nuevos tiempos con la naturaleza incontrolable de la Galicia profunda. La película establece un paralelismo visual entre una primera escena con eucaliptos cayendo en la apertura de un cortafuegos y las bellísimas secuencias de un incendio incontrolable que acaba arrasando el monte y un pueblo ya castigado por la pobreza y la falta de oportunidades. Parece que Oliver Laxe ha dado con un lenguaje cinematográfico que conecta con la crítica, caracterizado sobre todo por un poderoso vínculo entre la naturaleza y la esencia propia del hombre, como ya se observaba en sus anteriores películas, "Todos vós sodes capitáns" o "Mimosas" (ambas premiadas en el Festival de Cannes).

El segundo premio, el Alejandro de Plata, ha sido para la película brasileña "A Febre", capaz de trasladarnos con cruda habilidad a la situación de los indios Desana, enfrentados como tantas otras tribus indígenas de Brasil al dilema de integrarse en la sociedad moderna o sobrevivir con trabajos precarios relativamente al margen de la sociedad. Cuando Justino se entera de que su hija ha ganado una beca para ir a estudiar a Brasilia, pasa rápidamente del orgullo inicial al vértigo por la soledad que se le avecina. Este proceso puramente psicológico desata en el protagonista unas extrañas fiebres para las que no parece que haya cura posible. Regir Myrupu, que interpreta al protagonista, ya ganó el premio al mejor actor en el Festival de Locarno y en Tesalónica, pese a no ganar ningún premio, la ovación que recibió la película en la presentación refleja la bonita conexión que se establece entre el intérprete brasileño y el público.

El Alejandro de Bronce, premio al mejor director, ha quedado también en tierras latinoamericanas, concretamente ha sido otorgado a la peruana Melina León por "Una canción sin nombre", ópera prima que ya había sido seleccionada para la Quincena de Realizadores de Cannes. Destaca por su formato en 4:3 y por la magnífica representación de una época nublada y opresiva que se consigue con el blanco y negro. Rescata el drama del tráfico de bebes sufrido en este caso en Perú, pero presente también en otros muchos países. Narra la investigación policiaca de un periodista con el objetivo de ayudar a una madre pobre cuyo bebé recién nacido ha sido raptado. Refleja la dureza de una sociedad limeña casi cómplice con el crimen y ajena en todo caso al sufrimiento de las clases humildes.

La actriz española Greta Fernández añade otro galardón más a su cada vez mayor palmarés, llevándose el premio a la mejor actriz por su magnífica interpretación en "La hija de un ladrón", una de las principales razones por la que este largometraje fue escogido para la sección oficial de San Sebastián. La película carece de la calidad que se podría esperar teniendo un elenco tan florido como el que encabeza Eduard Fernández y la propia Greta Fernández (a la que vimos también protagonizando "Elisa y Marcela", de Isabel Coixet a principios de este año).
 
En cuanto a las películas de habla no hispana cabe destacar la producción franco-griega "Meltem", en la que se trata la tragedia de los refugiados en la isla de Lesbos y el contraste entre una juventud europea que vive ajena a estos problemas y los propios migrantes, cuyo objetivo pasa más bien por la mera supervivencia. También cabe destacar la interpretación de la joven actriz Alexane Jamieson en la comedia adolescente canadiense "Jeune Juliette", capaz de dar coherencia y veracidad a un guión inestable en ocasiones.

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