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Hablamos con Francisco Márquez sobre el estreno en la Berlinale de "Un crimen común"

por © Jon Apaolaza (Berlín)-NOTICINE.com
Francisco Márquez
Francisco Márquez
El cine comprometido y social del argentino Francisco Márquez llegó al Festival de Berlín, luego de su exitoso debut (junto a Andrea Testa), en Cannes, con "La larga noche de Francisco Sanctis". Si su opera prima tenía que ver con el pasado militar del país, ahora son la impunidad policial y las desigualdades sociales las que mueven la intriga de este nuevo trabajo, sobre el que dialogó en exclusiva con NOTICINE.com.

- ¿Qué cuenta en "Un crimen común"?
Se trata de la historia de Cecilia, una docente de sociología que vive sola con su hijo y que en una noche de tormenta le tocan la puerta de su casa. Es de madrugada, ella va a ver quien es y se encuentra tras la mirilla con el hijo de la mujer que trabaja en la casa, un joven que apenas conoce y al que le da miedo abrirle la puerta. Con una sensación confusa, al día siguiente se entera que el muchacho fue asesinado por la policía. A partir de ahí, la presencia del chico empieza a hacerse frecuente en su casa y su relación con su hijo y sobre todo con el mundo académico en el cual ella está y en el cual aspira un cargo mayor, empieza a transformarse. La película es un poco la relación trágica de clase que hay entre la intelectualidad y los sectores populares. En Argentina hubo un quiebre muy grande que tuvo que ver con la dictadura, donde la intelectualidad y los sectores populares estaban más unidos contra aquello. Había una praxis en ese quehacer intelectual y que a partir de ese quiebre que fue la dictadura y los lazos sociales empezó a resquebrajarse.

- ¿El enlace de esta película con su anterior obra, "La larga noche..." puede estar en el sentimiento de culpa?
Yo pienso nuestra opera prima más desde la medida de la voluntad, es decir un personaje o una persona que se pregunta si es capaz de arriesgar su propia vida por otro que no conoce, en un marco de represión y dictadura. En este caso, entiendo muchas veces cuando se piensa en la película en el lugar de la culpa que siente el personaje que creo que está presente en la película. Me interesa más pensarla desde esta distancia trágica que existe entre la intelectualidad y los sectores populares, ese es el aspecto que me interesa más de la película. Hay una cita que hace un filósofo argentino que se llama Eduardo Blume de un texto de Freud que en el origen de la película le dio el titulo que dice que la sociedad es la consecuencia de un crimen cometido en común. Me interesa esa idea, no tanto por la cuestión de la idea en la que todos somos culpables, pero sí me interesa pensarlo más este crimen cometido en común. Es decir, de como este joven del sector popular sufre una muerte social. Cuando hay una muerte social en Argentina, mueren en manos del Estado y de las fuerzas represivas del Estado, la gran mayoría son jóvenes y podemos decir que todos o el 99,9% son pobres, es decir, que hay una cuestión estructural donde los jóvenes de los barrios o de los sectores populares son asesinados por las fuerzas policiales y convivimos con eso, y por eso para mí son crímenes sociales en el cual los sectores que reflexionamos sobre la sociedad, los intelectuales o los cineastas pensamos sobre eso. La pregunta que me hago es cómo convivimos con eso, y es un poco lo que motivó a hacer la película más que la culpa. La película me interpela a mí, en la película no es que yo esté señalando con el dedo la conducta del personaje, sino que estoy intentado pensar sobre lo que nos sucede en la sociedad con un crimen común, común porque ocurre todos los días y que en ese sentido somos parte de eso.

- La desigualdad social ha generado protestas masivas en países vecinos del suyo, como Chile, Colombia, Ecuador... ¿Cree que pudiera haberlas también en la Argentina?
En Argentina hubo un levantamiento muy importante que fue en el 2001, que tuvo que ver con una serie de levantamientos populares en toda Latinoamérica. En España también hubo manifestaciones masivas en contra del régimen político, hubo levantamientos en Ecuador e incluso en Colombia hubo manifestaciones grandes. En Argentina lo que ha ocurrido es que había una opción institucional, con planes económicos crueles de exclusión social, se perdieron bastantes puestos de empleo y se redujeron las jubilaciones. En Argentina hay una oposición de centro izquierda muy fuerte que da un canal institucional de salida a la crisis cosa que no ocurría en el 2001, en el 2001 las manifestaciones en Argentina se dieron al canto de que se vayan todos, ahora hay una organización institucional que fue el gobierno que asumió, el de Roberto Fernández. Eso no quiere decir que el gobierno que está actualmente tenga vía libre. Está bajo la mirada atenta de los movimientos sociales y de la población para que intenten causar la economía y la cuestión social en un sentido más justo, cuestión que está difícil porque la situación económica en Argentina es bastante compleja.

- ¿Cómo espera que reaccione el público ante "Un crimen común"?
Me da mucha curiosidad sobre lo que ocurre con la película tanto en Berlín como Argentina. Es una película incomoda porque interpela. En función del conflicto que cuenta, una opción que tendríamos sería condenar al personaje de esta profesora que no permite pasar al muchacho y se convierte en cómplice de su muerte, por miedo. Quiero decir que la película organiza la narración y la estética, en el sentido de juzgarla. Sin embargo, la opción que elegimos, la más compleja, y la que nos permitía de alguna manera reflexionar más profundamente sobre la cuestión, es construir un personaje o una persona que reflexiona sobre el tema, es decir tratar de entender el momento en el que no abre la puerta, porque a partir de ahí se pueden entender las construcciones sociales. Toca la puerta de su casa y ella entiende ese rostro de exclusión social. Sin embargo, no puede abrir la puerta, está paralizada por el miedo, y eso ocurre tan a menudo que incluso cuando uno va caminando por la calle a las dos o tres de la mañana y se cruza con una persona y quizás le da miedo y ese miedo tiene que ver con la construcción social mediática de los medios de comunicación, tiene que ver con una cuestión de clase. Entonces es una película incomoda porque nos pone a nosotros en ese lugar de no abrir la puerta.

- ¿También a usted?
Sí, para mí hacerla fue un proceso bastante doloroso, difícil, complejo, porque a veces me siento ese personaje que no abre la puerta. A su vez hay algo en la película interesante en el proceso que es que la actriz principal es actriz de profesión, pero tanto el personaje que toca la puerta como la madre de Kevin, el chico que toca la puerta, no son actores profesionales, sino que son personas que viven esas realidades. Kevin, que es interpretado por Eliot, en un joven que vive en un barrio popular en Argentina, con las situaciones fuera de la ley de las cuales vive y a las que está expuesto. Mecha Martínez que interpreta a la madre es una dirigente social que se encarga de los desocupados en Argentina, que se organiza para pedir trabajo digno y que vive en un barrio popular. La película también es el encuentro, entre Mecha, Eliot y Elisa.

- Su primera película estuvo en Cannes y ahora la segunda en Berlín. ¿Puede compararme los dos festivales?
Es difícil, porque fueron circunstancias diferentes por las cuales estrenamos la película. "La gran noche" fue mi primera película, codirigida con Andrea, y no teníamos idea del universo de cine. Esa película la produjimos nosotros, y de repente mostrarla en Cannes fue como caer de un paracaídas. Ahora hemos tenido un poco más de transito por los espacios, así que estamos un poco más tranquilos. Son dos festivales muy importantes, al festival de Berlín llegué hace dos días, entonces lo estoy conociendo y hay una nueva dirección. En este momento se puede decir que me siento más tranquilo, quizás en Cannes hay un poco más de presión también era mi primera película.

- ¿Ganar un premio aquí en Berlín ayudaría a difundir la película?
Competimos por el premio del público entre muchas películas, es difícil, pero seguramente le aumente la visibilidad. Aspiro a ver qué pasa con el encuentro del público porque creo que ahí va a estar la clave con la conversación y sobre todo si la película dispara reflexiones. Nosotros no hacemos películas cerradas en sí misma, hacemos películas que lanzamos como incógnita, lanzamos una pregunta enorme con esta película y se termina de concretar en la conversación con el público. Es muy importante este momento, por el cual la película se completa. Para nosotros tiene un sentido la película, pero estoy seguro que hay múltiples sentidos que las vamos a encontrar a lo largo de las funciones que tiene. Será a partir de lo que el publico encuentre, las diferentes reflexiones que encuentre y que van a alimentar la película.

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