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Remonta el vuelo la competencia donostiarra de la mano de Wayne Wang

por © Carolina G.Guerrero (S.Sebastián)-NOTICINE.com
Esteban Schroeder
Esteban Schroeder
Esteban Schroeder26-IX-07

Volvio a salir el sol en San Sebastian, y con él se elevó en algunos grados el interés ultimamente reducido de las películas a concurso. Sobre todo gustó "Mil años de oración", del chino-norteamericano Wayne Wang, un drama familiar, cultural y sentimental presentado en Toronto, que sobre todo brilla en su primera parte. La coproducción austral "Matar a todos", del uruguayo Esteban Schroeder, por su parte, reconstruye la historia de un científico cómplice de las dictaduras militares del Cono Sur, que acabó siendo víctima de los asesinos a los que ayudó. Su acogida fue algo más tibia.

"Mil años de oración" es la historia de un anciano chino que vive en Pekin y se traslada a los EEUU, para visitar a su única hija que trabaja alli desde hace algún tiempo y acaba de separarse de su esposo. El visitante piensa que podrá ayudarla a remontar animícamente, después de su divorcio. Sin embargo, ella intentará evitarle a toda costa, y le reprochará lo mal padre que fue en el pasado. Poco a poco él llegará a entender que la vida no es tan equilibrada y perfecta como le gustaria y tendrá que adaptarse al proceso de cambio y a las circunstancias que rodean a la protagonista.

En general ha gustado bastante este nuevo trabajo del autor de "Slam Dance", "El club de la buena estrella", "Smoke" o "La caja china", que como varios de los anteriores ahonda en el choque cultural entre la tierra de sus antepasados y el país que le acogió como cineasta. Llama la atención especialmente de "Mil años de oración" la interpretación del protagonista, Henry O, que llega a tocar al espectador y que podría valerle un premio. Cuando Wang apela al humor su película funciona mejor que cuando insiste en el aspecto más dramático de las relaciones paterno-filiales.

"Matar a todos", de Esteban Schroeder es una coproducción (Chile, Argentina, Uruguay y Alemania) que incluye en su reparto a Roxana Blanco, Walter Reyno y Cesar Troncoso. Basada en hechos reales, la muerte violenta del químico a sueldo de la tristemente DINA pinochetista Eugenio Berríos, la cinta diluye lo que pudo ser un "thriller" político de peso en disquisiciones sobre el recuerdo, la verdad y la denuncia. Lástima que no haya sido capaz el cineasta uruguayo afincado en Chile -quien empleó casi 8 años en poner en marcha la cinta- construir una historia más sólida, quedándose en la medianía.

El film tiene como protagonista a Julia Gudari (Roxana Blanco), quien investiga el secuestro de Berríos, interpretado por Claudio Arredondo, un científico prófugo de la justicia chilena que fue sacado a Uruguay con la complicidad del Ejército local. La abogada -una mujer que fue torturada durante la dictadura uruguaya- se pone como meta para dar con el paradero de un chileno que en 1993 llegó hasta una comisaría uruguaya solicitando protección, proceso en el que deberá enfrentarse a amedrentamientos e intentos por ocultar la verdad. En su camino, Guradi recibe la ayuda del personaje encarnado por Patricio Contreras, quien interpreta a un periodista chileno radicado en Buenos Aires, vinculado a organizaciones de derechos humanos.