Manuel Carballo escribe sobre "La posesión de Emma Evans"

Manuel Carballo
Manuel Carballo
Por Manuel Carballo *

Toda  buena  historia  debe  contener una  reflexión  sobre  la  naturaleza humana. En el caso concreto de los relatos  adscritos  al  género fantástico,  esta  reflexión  suele  dar forma  a  los  miedos  e  inquietudes que  nos  acosan  como  personas víctimas  de  un  mundo  que,  sobre todo, percibimos como hostil. Unos temores  nacidos  de  nuestras propias  inseguridades  y  que encuentran terreno abonado en una existencia  habitualmente  teñida  de miedo y frustración.

Monstruos, aliens, vampiros, hombres  lobo, espectros, demonios, mad doctors y otras aberraciones  físicas  y/o  morales  no  son  otra  cosa  que  proyecciones,  más  o  menos imposibles, de estos miedos provocados por una realidad que se nos antoja resbaladiza y poco tranquilizadora. Horrores íntimos que son aún más acusados en una edad como la adolescencia,  caracterizada  por  las  fuertes  dudas  existenciales  y  la  enfermiza hipersensibilidad ante todo aquello que pueda suponer una amenaza para una identidad no asentada definitivamente, aún frágil y en pleno proceso de construcción.

En La Posesión  de Emma Evans  el  elemento  fantástico  que  irrumpe  en  la  economía racional de un universo cotidiano, distorsionándolo  todo, es la posesión demoníaca. A partir  de  este  acontecimiento  irracional,  la  historia  desarrolla  una  serie  de  temas universales que enlazan con algunos de los mitos culturales y humanos más clásicos: el de  Fausto  (el miedo atávico  a  la  enfermedad,  la  locura,  la  dicotomía  entre  la  fe  y  la razón)  y  el  de Edipo  y  Electra  (el  enfrentamiento  generacional  entre  padres  e  hijos). Ambos aportan solidez dramática a la historia, así como un enfoque original al tema de la posesión infernal, ya clásico dentro del género de terror.

Emma,  una  joven  descontenta  con  su  situación  vital,  representada  por  unos  padres rigurosos e intervencionistas, se rebela contra su entorno más cercano para encontrar su sitio  en  el  mundo.  Un  sitio  libre  de  ataduras  y  servidumbres  no  deseadas  que,  de momento, es incapaz de asumir. Una búsqueda natural en una adolescente que, en este caso, encontrará un aliado poco recomendable: el Diablo.

La aparición de este ente maligno enfrenta a Emma con su propia condición y con sus decisiones más  íntimas,  situándola ante  su particular y  trascendental dilema moral. Su deseo de emancipación, de conseguir la libertad a cualquier precio, se verá confrontado con el terrible dolor que le produce el sufrimiento de sus seres queridos, atroz peaje que se  ve  obligada  a  pagar  para  alcanzar  sus  anhelos.  Su  egoísmo  tendrá  dramáticas consecuencias  para  ella  y  su  familia,  lo  que  hará  que  Emma,  en  el  tránsito  que  le conduce  de  la  rebeldía  a  la  madurez,  tenga  que  asumir  su  error  y  descubrir,  quizá demasiado tarde, que el amor familiar es insustituible.

Con  este  trasfondo  dramático,  y  ayudado  por  unos  personajes  bien  construidos,  la propuesta  formal escogida para narrar con  toda  la contundencia posible este drama de horror  con  aroma  de  tragedia  clásica,  huye  de  los  códigos  habituales  del  género,  que acostumbran  a  sustentarse  en  la  atmósfera  y  en  una  estilizada  puesta  en  escena,  para entrar de lleno en un realismo crudo y descarnado. Un tono heredado del documental, el drama  social,  y  el  cine más  libre    deudor  de  escuelas  clásicas  como  el  free  cinema británico o la nouvelle vague francesa. Un premeditado choque entre forma y contenido que  hará  que  el miedo,  el  horror  y  el  elemento  sobrenatural,  al  ser  servido  de  forma realista y cercana, sea más efectivo, creíble, impactante y original.

De este modo, La Posesión de Emma Evans  entra de lleno en el angustioso terreno de la pesadilla naturalista.

(*): Manuel Carballo prosigue su carrera como realizador con esta producción de Filmax dialogada en inglés y actores foráneos (aunque escrita por el español David Muñoz, el mismo de "El espinazo del diablo") con idéntico género que la primera, "El último justo / La profecía de los justos", el terror. Esta vez es una historia sobre una adolescente poseída, y ya ha sido adquirida para 30 mercados internacionales. Este miércoles se estrena en España.

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