Hablamos con Alfredo Castro y Roberto Farías sobre el estreno chileno de "El club"

Roberto Farías y Alfredo Castro
Ya está en los cines chilenos el drama de Pablo Larrain "El Club", uno de los favoritos de la última edición de la Berlinale y agraciado con el Premio Especial del Jurado (aunque para muchos merecía en Oso de Oro). en dialogo exclusivo con NOTICINE.com, dos de sus principales protagonistas, Alfredo Castro y Roberto Farías, hablaron sobre la llegada a su país de origen de un film esperado por su controversial contenido: La impunidad de los abusos y las irregularidades dentro de la Iglesia católica.

- ¿Cómo son sus personajes en "El Club"?
A.Castro: Prefiero hablar de todos los personajes porque es un trabajo tremendamente coral, en donde en esta casa donde están estos cuatros hombres encerrados, cada uno de ellos ha cometido algún delito grave siendo sacerdotes y están en esta especie de limbo o purgatorio que esta casa al borde del abismo, hasta que aparece el personaje maravilloso de Roberto que viene a interrumpir esta supuesta casa de penitencia, que no es tal, donde ellos tienen perros, juegan a las carreras, toman alcohol, pasean, van al pueblo... Digamos que lo que menos hay es oración y penitencia. Y el personaje de Roberto, como en toda buena tragedia, trae con él la crisis y el caos. Entonces son personajes que según la técnica de Pablo Larrain, no interpretamos roles, sino más bien ponemos a su disposición nuestro organismo, nuestras emociones, nuestra sensibilidad para llevar a fin ideas...

- ¿Dentro de este planteamiento hubo espacio para la improvisación, o todo estaba muy medida y acotado al guion?
R.Farías: Si, estaba todo muy medido como tú dices, había un guion. En algún momento los textos lo veníamos recibiendo el día anterior, a veces se modificaban en la marcha el mismo día. Una vez que eso ya lo teníamos internalizado con el compañero, siempre existía ese espacio que es bien peligroso, en el cual si tu logras entender y te logras comunicar con tu compañero, más que con el otro personaje, con el alma de tu compañero, se genera una tensión y de repente la escena, técnicamente por texto termina, o en algún momento en medio hay una acotación de un silencio que no existía, de un texto, de un silencio, que fluye ahí. Era muy vivo, estábamos con los instintos como muy despiertos y eso era muy bueno. Estábamos muy comprometido con el trabajo.

- ¿No es un problema para el actor empezar a  rodar sin tener muy claro todo lo que está pasando y sin saber que hacer o decir, no descoloca o al contrario te hace estar más despierto?
A.Castro: Como decía Roberto yo creo que es un estilo. Hay diferentes cineastas y cada uno tiene su forma de trabajar. A mí me entusiasma mucho trabajar de esta manera con Pablo, porque siento una profunda seguridad y fe en él, entonces lo que él me pide yo estoy dispuesto a hacerlo. La palabra "no", no existe en este caso, todo es si y vamos y lo hacemos. Entonces me sentí muy seguro, Pablo es un director que quiere mucho, ama mucho a los actores, le gusta el trabajo de los actores y se compromete mucho con ellos. Entonces uno siente mucha seguridad y para mi ese estado de vulnerabilidad, de peligro, me produce un tremendo rigor afectivo emocional y me impulsa a trabajar mejor.

- Todo lo que se ha publicado desde el estreno berlinés de febrero pasado, el impacto que ha tenido, el premio... ¿les ha provocado más presión de cara al estreno en Chile? ¿Les generó un poquito de miedo respecto de los medios católicos?
R.Farías: Creo que el único miedo que uno puede tener como artista es no opinar, no meterse entre las patas de los caballos y no estar en donde las papas queman, como decimos en Chile, el no estar en la contingencia, en no hacerse cargo de la realidad, de lo que ocurra a tu alrededor, las injusticias que ocurran a nuestro alrededor... Porque es nuestra única arma. No tenemos otra arma, es la última cobardía antes de disparar, el arte en todas sus manifestaciones. En el caso de nosotros, primero que nada estuvimos muy contentos de ir a Berlín y de de la recepción que la película ha tenido. Yo hasta entonces no había tenido oportunidad de mostrarla a un público mayoritario. Es una película que provoca espanto, nauseas; es una película subversiva. Entonces el miedo se siente antes, pero cuando está en la guerrilla, cuando estás en Bolivia en la selva, ya estás ahí y no puedes tener miedo.

- ¿El cine chileno, lo hemos visto recientemente con “Gloria”, que es muy atrevida para una generación que se pensaba que no tenía ni sexo, o "El bosque de Karadima", o ahora "El Club", es una especie de punta de lanza clavada en una sociedad que se dice conservadora como la chilena?
A.Castro: Fíjate qué lindo lo que tu tocas. Yo creo que la sociedad chilena no es conservadora, al revés, creo que  es muy liberal, pero que está bajo la presión horrorosa de la derecha que ha impuesto sus valores, su moral a través del dinero, la iglesia, la policía, de los militares. Pero en general la gente joven, la clase media, las clases populares  somos gentes muy liberales, yo creo que no hay ningún problema. No somos homofóbicos. Las diferencias sociales existen, pero nosotros no somos personas que sintamos horror por las otras clases sociales. Son más bien las cúpulas dirigentes que han preconizado y han impuesto como que Chile es un país muy tradicional. Ellos que tienen el dinero, el poder, ellos sí son. Pero yo creo que eso esta cambiando y que esta película y “Gloria” y muchas otras, van a ayudar mucho a que el país se manifieste y diga: ¡Sabes que, no! Esta es nuestra opinión y todos pensamos esto y queremos que se haga justicia de una vez por todas.  

- Sabemos que Pablo tuvo unos orígenes católicos, ustedes imagino que loss tuvieron también... ¿Qué recuerdan de aquella época?
R. Farías: Yo cuando niño fui bautizado católico. Iba  al mes de María que se llamaba, sucedía como dos veces al año, pero íbamos básicamente a pinchar, como decíamos nosotros, a buscar niñas, a hacernos amigos, a buscar novias y no escuchábamos nada básicamente. El cura era bien fome (aburrido, sin gracia), porque la mayoría de los que tocaban allá era fomes. Después me hice mormón cuando llegaron los gringos a Chile. Me hice mormón porque me parecía muy exótico ser de una religión de Estados Unidos que era tan lejos de Chile, para conocer un poco la película y pensé bueno, si me hago mormón a lo mejor voy a viajar (Ríe Alfredo Castro)...
A. Castro: Bueno, yo tuve al igual que todos los chilenos, que somos todos bautizados pero muy pocos practican efectivamente.

- ¿Y estudió en una escuela católica o laica?
A.Castro: No, laica.

- Ahora mismo, digamos que después de la dictadura y todo eso, el poder de los sectores conservadores chilenos se mantuvo con gobiernos de derecha, pero las cosas parecen haber cambiado...

A. Castro: Yo creo que sí,. Lo que pasa es que la dictadura siguió bastantes años más, siguió unos veinte años más. Yo creo que con el gobieron actual recién ahora están liberándose ciertos nudos como es la aprobación del matrimonio... No el matrimonio, el acuerdo de vida en pareja de personas del mismo sexo, se está discutiendo la ley del aborto en casos específicos, la educación gratuita para todos los chilenos, el acceso, la igualdad, en fin... Después de 40 años. Pero la derecha chilena se afianzó con la dictadura en todos los enclaves de poder más tremendos, sobre todo lo que es la prensa. Por lo tanto, teniendo ese poder, que es el poder que más teme la iglesia, estando asociados, tú entiendes que no hay ningún peligro. Pero esta película y algunas obras de teatro y novelas, los artistas, tienen la misión también, de decir lo que tienen que decir, técnicamente esta película está muy bien instalada.

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