Colaboración: Goyas 30 edición, una guerra de sexos



Por Jon Apaolaza

El número total de nominaciones puede ser un indicativo, pero no una certeza de éxito en los Goya. Películas con producciones elaboradas han captado multitud de candidaturas en el pasado y sin embargo han acabado perdiendo los más deseados galardones: mejor película, director, guión y actores protagonistas. Ello podría (o no...) ocurrir este año, donde si nos fiamos de los premios previos de críticos, periodistas y productores, nos encontramos en una auténtica guerra de sexos. Una película eminentemente femenina en historia, responsables e intérpretes, como es "La novia", de Paula Ortiz, se enfrenta a otra masculina, también en todos sus aspectos, como es "Truman", de Cesc Gay.

Me dirán que hay dos películas con más nominaciones que "Truman", y es cierto, pero ello no implica que sean "más favoritas", porque aquí cantidad no rima con posibilidades. Por cierto, esas dos cintas, "Nadie quiere la noche", de Isabel Coixet, y "Un día perfecto", de Fernando León de Aranoa, también reproducen el conflicto de género, en buena medida. El haber sido rodadas en inglés no es en este caso una ventaja, aunque ambas aportarán un extra de glamour con las presencia de sus protagonistas extranjeros. Esa será otra característica especial de esta 30 edición de los premios de la Academia española: puede haber tanto famoso en el escenario como enfrente, en el patio de butacas.

Sexos aparte, "La novia" y "Truman" son dos cintas radicalmente distintas, en enfoques y ambiciones. La primera busca sensibilidad a partir de la intensidad poética, la segunda a través de un drama real familiar para muchos, la enfermedad que lleva a una muerte prematura. Una es una cinta de época, estilizada y más bien alejada del realismo, la otra se baña en realidad y se seca con humor, elemento del que carece la primera.

Para el público, si nos fiamos de la taquilla, la indiscutible ganadora es "Truman", porque "La novia", como la previa opera prima de Ortiz, "De tu ventana a la mía", ha pasado bastante desapercibida en los cines. La de Gay tampoco es en esencia una cinta comercial y palomitera, pero cuenta con elementos capaces de interesar a más espectadores, sin por ello perder su rigor autoral. El cineasta catalán imagina y escribe de una forma clara y cotidiana, mientras que su colega aragonesa es más etérea.

Pero los espectadores no votan los Goya, lo hacen los profesionales del cine español, con sus propios gustos, filias y fobias. No se si esto puede significar algo, pero hay más hombres que mujeres entre esos profesionales.

Desde el escepticismo que da el convencimiento de que cualquier cosa puede pasar, incluso que se lleve el gato al agua otra cinta fuera de ese dúo que hemos destacado, si me obligan a apostar, lo haría por la de Cesc Gay, que aparte me parece la mejor de las dos. Pronto saldremos de dudas...

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