Puntos de vista sobre la crisis mexicana: Ignacio Cervantes, productor y distribuidor

por © Víctor Uribe (México)-NOTICINE.com
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Buscar soluciones a la crisis17-IX-03

La trayectoria de Ignacio Cervantes comenzó en 1974 en la Cineteca Nacional, luego trabajó 6 años como subdirector de producción en CANACINE. Participó en la reconstrucción de la Cineteca (después de que se incendiara la original), fue asistente de producción en la película “007-Licencia para matar” (License to Kill) y también Subdirector de autorizaciones en RTC. En el campo de distribución laboró en la cadena Cinemas Lumière. Fue Director de Relaciones Públicas en el primer Festival de Mazatlán y en la actualidad se asoció con Producciones Sotomayor y Kodak para levantar eventos como Expo Locaciones. Esa experiencia en diferentes área de la cinematografía le acreditan para opinar sobre la crisis que enfrenta el cine nacional.

- Este año no se rebasaron las diez películas ¿qué opina sobre la situación actual del cine mexicano?

Es un tanto preocupante, sobre todo que no hay una continuidad, hay un año en que arrancamos con 12, el otro año hacemos 16, esa falta de continuidad es la que nos debe preocupar, porque podríamos estar en 14, 16, 14, eso tendría un resultado mejor que estar subiendo o bajando. ¿Qué nos indica?, bueno, que hay una falta total de interés por el cine mexicano, en el consumo de cine mexicano, en las autoridades, en los exhibidores, en las distribuidoras, como que a nadie le preocupa mucho qué pasa con el cine mexicano, al fin están las producciones grandes, con eso vivimos ¿no?.

-Algunas distribuidoras parece que sí están apostando por el cine mexicano, pero sacan alrededor de 350 o 400 copias ¿no cree que es demasiado arriesgado?

Ahí se conjuga un poco lo que es la distribuidora y el productor. El productor obviamente quiere ver su película con muchas más copias, el distribuidor le dice ‘OK, ¿cuántas quieres?, ¿400?, sacamos 400’. Al distribuidor no le preocupa, él va a recuperar su inversión, todas esas copias se las va a ir cargando al productor. Aquí es como antes decíamos en la producción de cine, ‘tráeme un perrito, lo quiero blanco’, y el cuate lo pintaba de blanco, ‘ahora lo quiero de motitas, yo le pinto motitas’, yo te voy a cobrar cada vez que le pinte al perro. Entonces es un poco ese juego, un juego malévolo, de ¿quieres 300 copias?, en lugar de decirle ‘vamos con calma, con precaución, tú no gastas tanto, nosotros no nos desgastamos tanto, no perdemos un dinero, vámonos con las copias necesarias, y si es necesario las vamos creciendo’, caso que sucedió con “Sexo, pudor y lágrimas”, que empezó con 60 copias, y a la semana siguiente subió a 80, dos semanas después a 120 ¿porqué?, porque se fueron requiriendo. Entonces yo creo que es mejor hacer eso tipo de proceso a irse a la inversa.

Ahorita sacan 400 copias, salen en toda la República, pero a la siguiente semana tienes 300 copias metidas en una bodega que no sirven para nada, porque no se van a ir al extranjero ni a ningún sitio, ya que es una película que no se ha vendido. A 980 dólares la copia, échale números... entonces es un dinero perdido de entrada en la exhibición del material. Yo creo que aquí los distribuidores si de verdad quieren apoyar y comprometerse con el cine mexicano, es comprometerse de todo, guiar al productor, y decirle ‘mira, tú eres productor, yo soy distribuidor, tu negocio es hacer, el mío es vender, entonces vamos a hacer un buen negocio los dos, te voy a sacar con poquitas’, y que el productor lo acepte, convencerlo, porque el productor obviamente piensa que su película es la neta y si el distribuidor le dice te voy a sacar con 60 copias, ‘no, cómo 60, ponme 120’; no es por ahí, yo creo que debemos aprender los productores y directores mexicanos todo el ciclo de una película, no nada más ‘hago mi película y la voy a sacar en todo el mundo’, pero aquí el distribuidor debe convencerlo con argumentos, y si se requieren más copias hacemos más, y si no se requieren ya no perdiste tanta lana. Entonces, es un poco subirnos todos al mismo tren, y todos vamos al mismo fin, de hacer una película, de que se vea la película y que sea un negocio, película arte, película de autor, película comercial, al final del camino tiene que ser un negocio para que el productor vuelva a animarse a meter más lana a otra producción, el director tenga posibilidad de hacer otra película. ¿Cuántos directores y productores hay de una sola película, que pasaron, hicieron su película, perdieron toda su lana y no vuelven más? Y es triste porque hay talento que se desperdicia o que se vana a hacer otras cosas.

-Y sobre esta posibilidad de hacer negocio ¿qué opina sobre el asunto del peso en taquilla?

Yo creo que esto del peso en taquilla, más que el peso en taquilla, dame un peso para que yo haga cine, yo creo que es mucho más conveniente ver la posibilidad del reparto del peso en taquilla. Este es muy injusto para el productor, porque entra el peso en taquilla, el exhibidor inmediatamente retiene su dinero, le pasa al distribuidor, el distribuidor retiene su dinero más gastos y ya después le dice al productor ‘mira, de lo que quedó te toca tanto’, y además los porcentajes son muy difíciles, porque a muchos productores les dicen ‘te voy a dar el 25%’, sí, pero que no le mienta, no es le 25% de lo que entra el peso en taquilla, es el 25% después de que el exhibidor sacó su parte más gastos, de que el distribuidor sacó su parte más gastos. De lo que queda le da el 25%, que haciendo cuentas reales es el 3 o 4%. Ocurre una falta de conocimiento de todo este reparto real, entonces más que decirle al público ‘el peso que das en taquilla se va a la producción’, yo creo que es más conveniente buscar la forma de que del peso que ya entró, el reparto sea más equitativo. Otra razón, el productor para hacer una película debe pagar en cash y al momento, la gente que trabaja en producción cobran cada semana, el cuate compra el material y lo paga en ese momento. Alquila la cámara en ese momento, y le paga a los actores en ese momento, termina su película y la manda, y después de mucho tiempo le viene regresando algo de lo que gastó; el exhibidor inmediatamente entrando el peso a la taquilla recoge, el distribuidor a la siguiente semana de que se estrenó la película ya está recibiendo una parte de lo que entró, y el productor... ¿a ver cuándo?, porque después de gastos, 6 o 7 meses después está empezando a ver algo de lo que fue entrando.

- Además el exhibidor tiene las ganancias de la dulcería…

Lo que pasa es que la dulcería no la podemos meter en esto, porque realmente el director o productor de cine no está metido en el negocio de la dulcería. Realmente ese es el negocio del exhibidor, porque es propio, directo. No tiene más intermediario. Le venden dulces y el señor vende los dulces. Ahí se acabó, los gastos naturales, salarios y eso. Pero no podríamos también exigirle al exhibidor que de la dulcería diera dinero para producir cine. No sería justo, aunque mucha gente te dirá que sí. ¿ Por qué no mejor de la televisión. Lo que se comercializa con esas películas es una lana choncha. Argentina lo tiene así, Brasil lo tiene así, España y toda Europa lo tienen así: tienen una ley donde parte de lo que entra de publicidad con una película en televisión se va a la producción, y va etiquetado a la producción de cine. Por eso hacen tantas películas por ahí. Nosotros no lo tenemos. Cuándo Televisa, cuándo Azteca, cuándo cualquier canal le va a decir ‘toma lo que te toca’.