Cineastas iberoamericanas en Locarno hablan sobre lo util de las coproducciones

por © Laura Rodríguez-NOTICINE.com
Sotomayor y Alché
La 71 edición del Festival de Locarno ha arrancado con una selección de películas que demuestra su apuesta por el cine más infrarrepresentado, pero además los cineastas que han participado en el festival han puesto de manifiesto la importancia que tienen las coproducciones para tender puentes y crear
alianzas cinematográficas entre los países, que hagan posibles proyectos independientes de origen latinoamericano.

Un ejemplo de ello es el gran porcentaje de películas que se encuentran, dentro de la veintena de proyectos iberoamericanos presentes en el festival de Lorcano, financiadas por productoras, subvenciones públicas, o festivales de diferentes países. Este es el caso de la cinta en competencia oficial "Tarde para morir joven", de la cineasta chilena Dominga Sotomayor, que para realizar su película ha contado con la financiación de Chile, Argentina, Brasil, Holanda y Catar. El film, autobiográfico, habla de una experiencia de vida comunitaria en las afueras de Santiago en el momento de la transición política del fin de la dictadura en 1990.

Otro caso de película financiada por distintos países es "Familia sumergida", uno de los cuatro films iberoamericanos de la sección Cineastas del Presente, de la joven directora de origen argentino María Alché. El film está coproducido por Argentina, Brasil, Alemania, y Noruega. La mexicana "Fausto" y la
española "Trote" obtuvieron también financiación de ambos paíes.

Esta dinámica es muy beneficiosa para aquellos que tratan de hacerse un hueco en el mundo del cine y sobre todo para el maridaje de culturas y puntos de vista entre culturas que pueden surgir de estas uniones. Para Dominga Sotomayor, fue muy complicado en un principio encontrar financiación, porque "buscamos fondos para mi película en Chile y no los encontrábamos. Estuve a punto de dejar caer mi proyecto", explicaba la cineasta con algo de nostalgia a Swissinfo. Afortunadamente ahora "Tarde para morir joven" es una realidad y compite con otras 14 obras por el Leopardo de Oro, el premio más prestigioso del certamen de Locarno.

Entre ese primer momento de desaliento y la realización final de la película, hasta la proyección en las pantallas del festival, hubo un factor que para Sotomayor tuvo una gran importancia, la participación en el proyecto del productor brasileño Rodrigo Teixeira, que fue quien obtuvo recursos del Instituto del Cine de Argentina o los aportados dede Holanda y Catar. Reuniendo finalmente 750 000 dólares, que sirvieron para sustentar un mes de rodaje en 2017 en Santiago de Chile. "Las fronteras nacionales del financiamiento se fueron diluyendo, creándose una estructura internacional con recursos que permitieron realizarla", señala Sotomayor.

Tatiana Leite, coproductora brasileña de la "Familia Sumergida", habla de un fortalecimiento considerable de las coproducciones latinoamericanas, algo que minimiza la dependencia de otros continentes. Para ella, la creación de colaboraciones de calidad entre países es una tendencia muy potivia y esperanzadora: "Para Latinoamérica en general y para Brasil en particular, dado que a veces se aislaba demasiado debido a su enorme tamaño y a la lengua diferente del resto", apuntó. La cinta, que contó con el apoyo de entidades y productoras de Argentina, Brasil, Alemania y Noruega, recibió 50 000 dólares del Fondo suizo de ayuda a la producción cinematográfica.

Por su parte María Alché, directora de "Familia sumergida", película cuyo papel protagonista ha sido magistralmente interpretado por la consagrada actriz argentina Mercedes Morán, también ha valorado esta forma de coproducir proyectos. "Los coproductores hicieron aportes importantes que repercutieron positivamente en lo artístico", señala a Swissinfo. "Siento que este tipo de colaboración puede reforzar la autonomía cultural de la región frente al resto del mundo", enfatiza.

Para Thierry Jobin, experto cinematográfico suizo y director del Festival Internacional de Cine de Friburgo, presente como cada año en el festival, esta dinámica "es una forma de intensificar el diálogo entre las figuras principales del mundo del cine; de reforzar la producción en general, en especial en aquellos países con menos recursos; de ampliar la promoción de la actividad fílmica; de aportarse y enriquecerse mutuamente". No obstante, para él también puede llegar a tener consecuencias negativas o ciertos riesgos de no manejar estas uniones con cierto criterio.

"En primer lugar, lo que nos dicen algunos realizadores del sur, las exigencias de ciertos productores del norte para que participen en numerosos talleres, espacios, encuentros, antes de acordarles los fondos de apoyo", apunta. Es decir, las exigencias podrían llegar a mermar la calidad artística y perjudicar los tiempos de trabajo. Por otra parte "el interés oculto que puede haber detrás de algunas coproducciones: que los fondos destinados para una película no sean totalmente libres y deban ser empleados en los países donde se origina el apoyo", advierte Jobin.

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