Crítica: "Vientos de La Habana", sin misterio... pero sexy

por © NOTICINE.com
Perugorría como Mario Conde
Por Ingrid Ortiz   

El jazz es el cóctel perfecto: sexy, misterioso, nostálgico… Metáfora de la libertad con la improvisación y la rebeldía como bandera. La mezcla que podría definir, también, la ciudad que ha enamorado a Félix Viscarret y que retrata en "Vientos de La Habana" (2016), un thriller policíaco que llega a las carteleras españolas este viernes tras su paso por el Festival de Cine de San Sebastián.

Finalmente, el famoso detective Mario Conde, creado por el novelista cubano Leonardo Padura, tiene rostro, el de Jorge Perugorría. Y aunque no falta algún que otro desencantado, lo cierto es que el papel le viene como anillo al dedo. El actor cubano asume con naturalidad la identidad de Conde, que investigará la muerte de una profesora de instituto, al tiempo que desprende una melancolía entrañable en sus encuentros con la enigmática Karina (Juana Acosta) y su grupo de amigos.

Pero lo cierto es que el misterio del asesinato termina por parecer irrelevante frente a un contexto mucho más rico en matices y unos personajes secundarios que hubiera merecido la pena explorar con mayor profundidad. Es el riesgo que uno asume en la eterna lucha de reducir a imágenes las palabras de una novela, aunque podría quedar resuelto con el resto de la miniserie sobre la saga que los mismos productores han hecho para TVE.

El director navarro usa referentes del género en lo que él mismo denomina un "noir caribeño", pero no crea las expectativas del suspense. De hecho, es el personaje de Karina lo que termina por engatusar al espectador; las sombras que proyecta son la inspiración del protagonista y el verdadero misterio. El caso de Conde parece más una excusa para reflejar los cambios de La Habana y dar voz a una generación que vivió la gloria de la revolución y sufrió sus derrotas.

La ciudad se vuelve un mosaico de diferentes estados de conservación a base de planos aéreos y picados que parecen poesía urbana. Es una Habana de contrastes en la que convive la corrupción con la honradez, los retratos de Fidel Castro con los del Che Guevara, los sueños con el nihilismo y la música caribeña con el jazz.

Esa especie de amargura que trae la superposición de contrarios se traduce también en la vocación frustrada de Conde y las promesas rotas de sus amigos, que parecen abocados a sucumbir a la ciudad reviviendo ilusiones pasadas a golpe de ron. Llámese generación "jodida", perdida o equis, trata de un tema universal que no sólo se reduce al pueblo cubano: la desesperanza.

Tal vez el cambio llegue con las tres siguientes entregas, también adaptadas por Padura y dirigidas por Viscarret, que se emitirán como miniserie esta vez a través de TVE: "Pasado perfecto", "Máscaras" y "Paisajes de otoño". Pero ninguno ha querido entrar en detalles sobre lo que les deparará a los personajes, de modo que habrá que esperar al estreno para conocer qué pasara con ese entrañable perdedor (o leer las novelas, que nunca está de más).

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