Por Edurne Sarriegui   
  
El realizador argentino Gabriel Grieco ("Naturaleza muerta") estrena en salas comerciales en su país su último trabajo, "Hipersomnia", este jueves. Se trata de un thriller de terror y suspenso que no produce tanto terror -aunque sí horroriza en algún momento- y cuya tensión se diluye a medida que la trama avanza y se comienza a intuir la resolución.

La historia, escrita a dúo por el director junto a Sebastián Rotstein gira en torno a Milena (Yamila Saud), una joven actriz que se someterá a los caprichos y exigencias del director de una obra de teatro (Gerardo Romano) con tal de obtener el papel protagónico.

Mientras ensaya el papel de una prostituta comenzará a caer en extrañas ensoñaciones. Durante ellas se encuentra en un lugar destartalado y siniestro junto a otras jóvenes que son explotadas sexualmente y sometidas a una violencia extrema. Continuamente vigiladas por El Manco (Chuco Fernández), López (Daniel Valenzuela) y Rino (Peter Lanzani), no pueden huir, y además se cierne sobre ellas la amenaza de ser requeridas por un extraño y cruel personaje. Esos sueños son tan vívidos que comienza a pensar que hay algo más detrás de esos trances y además de continuar con sesiones con su psicólogo, investigará junto a su novio Nico (Nazareno Casero) las razones de tan misteriosa situación.
 
La cinta fluctúa continuamente entre la situación paranormal que lleva a Milena de un lado a otro de la realidad, la trata de personas y la angustia de la novel actriz  ante las demandas un tanto sádicas del director teatral. Tantos temas juntos terminan restando en lugar de sumar. Ninguna de las vertientes que desarrolla la trama termina profundizándose, a pesar de que todas ellas podrían haber sido el eje de la cinta. A medida que avanza, se va tornando enrevesada y poco interesante.

El elenco es también bastante disparejo. Junto a actores consagrados en los roles masculinos, las actuaciones femeninas se presentan poco sólidas.

El mayor interés de "Hipersomnia" viene dado por el costado visual. La fotografía y la ambientación remiten a la angustia de la protagonista y a la pesadilla que le toca vivir. Por lo demás, el guion confuso, la cantidad de escenas de alto contenido gore que producen auténtica aversión, la violencia extrema y la falta de convicción de algunas actuaciones, juegan en contra del resultado final y la hacen poco atractiva.
 
Para incondicionales del género que siempre esperan ansiosos este tipo de propuesta. Eso sí, con estómago a prueba de casi todo.

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