Crítica: "Las grietas de Jara", todos contra todos

por © NOTICINE.com
Santiago Segura y Soledad Villamil
Por Edurne Sarriegui   

El segundo largometraje del argentino Nicolás Gil Lavedra llega a los cines. "Las grietas de Jara" es la adaptación cinematográfica de la galardonada novela del mismo título de Claudia Piñeiro, la autora de "Las viudas de los jueves" y "Betibú", también llevadas a la pantalla grande.
 
Además de la dirección, Gil Lavedra tiene a su cargo, junto a Emiliano torres, la adaptación del guion cinematográfico de este thriller con una abierta crítica social. Esta coproducción hispano argentina llega a su estreno con fuertes aspiraciones asentadas en un elenco reconocido de grandes actores y una historia que ya se vio premiada en su formato literario.

Pablo Simó (Joaquín Furriel) es arquitecto y trabaja para la misma empresa constructora hace veinte años. La aparición en sus oficinas de una atractiva joven, Leonor (Sara Sálamo), preguntando por Néstor Jara (Oscar Martinez) pondrá en guardia a Pablo y sus jefes interpretados por Santiago Segura y Soledad Villamil. A pesar de que dicen no conocer a tal persona, su nerviosismo hace evidente que mienten y que algo grave están ocultando.

El guion utiliza este punto de partida para explicar mediante flashbacks el reclamo que mantuvo Jara con la constructora por unas grietas en su vivienda, las cuales atribuía a una obra aledaña realizada por dicho estudio. Aquí, el misterio sirve como excusa para mostrar la decadencia moral de una sociedad asolada por la falta de ética de todos sus miembros. Todos son víctimas y victimarios. La mentira, la codicia y la falta de responsabilidad son bandera común de todos los personajes.

En medio de ese desasosiego que provoca en los arquitectos la búsqueda de Néstor Jara por parte de Leonor, Pablo Simó toma protagonismo. Las fallas en la vida de Simó se hacen evidentes a lo largo del film. Su matrimonio infeliz amarrado por la rutina y una esposa quejosa, la frustración por su trabajo poco reconocido y sus sueños siempre postergados dibujan a un hombre que se dejó ganar por la comodidad de lo conocido. Súbitamente, esa vida que construyó sobre cimientos que parecían firmes, también  se empieza a agrietar, como las paredes de Jara.

Como es común en las historias de Piñeiro, la historia expone la amoralidad de la sociedad en la que todos justifican sus acciones. En esta ocasión, la ciudad es la selva donde todos van contra todos.

En "Las grietas de Jara" la trama de intriga de la cinta pierde fuerza por momentos cuando, distraída en sub-tramas paralelas, resigna intensidad. A pesar de ello es una película digna con buenas actuaciones y excelente factura. Cumple con el propósito de entretener sin dejar mayor huella.

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