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Crítica: "El vigilante", la noche es oscura y alberga horrores

por © Marina Chamorro-NOTICINE.com
"El vigilante"
Por Marina Chamorro    

Hasta que el mexicano Diego Ros presentó "El vigilante", hace más de un año, no se había hecho tal honor a las palabras de la sacerdotisa roja (fuera de "Juego de Tronos", claro). Tras un triunfal paso por importantes festivales internacionales, en los que ha cosechado reconocimientos como el Ojo a Mejor Largometraje Mexicano en Morelia y el premio a Mejor Película Internacional en Los Angeles, la ópera prima del director mexicano desemboca su recorrido esta semana en su país natal, y mostrará a los espectadores un claro ejemplo de cómo una noche cualquiera puede convertirse en una pesadilla.

Leonardo Alonso, quien también ganó un Ojo a Mejor Actor por su papel, da vida a Salvador, vigilante nocturno de una construcción en México. El día antes de convertirse en padre, Salvador acude a su puesto sin prever que nada saldrá como lo esperaba. Cuando él y su compañero Hugo se convierten en los únicos testigos de un asesinato, se desencadenarán una serie de infortunios, cada cual más grotesco, que le pondrán muy difícil llegar a tiempo al nacimiento de su hija, y que harán de esa una noche, cuanto menos, inesperada.

Aunque Salvador, en su rol de protagonista, es la figura que dirige el avance, la película va mucho más allá, convirtiendo las circunstancias que rodean al vigilante en los verdaderos pilares del argumento. De principio a fin, el film pone a prueba la integridad moral del personaje y la capacidad de reflexión del espectador, e incluso la propia lógica de la historia, hilando un evento desafortunado tras otro que, aunque parecen inconexos, terminan conformando un entramado cuyo objetivo es reflejar la realidad de un país.

Salvador es un hombre que se aferra a la ética, se resiste a dejar que las cosas no se hagan de la manera correcta. Sin embargo, por factores que escapan a su control, o que no sabe cómo controlar, acaba siendo arrastrado por la fuerza de la violencia y la corrupción, que se manifiesta incluso en situaciones tan aleatorias como una noche cualquiera en su puesto de trabajo.

Casi podría percibirse como una macabra serie de catastróficas desdichas que, aunque no despiertan la risa, pues no es su intención en absoluto, en algunos momentos aportan un tinte jocoso a la cinta, aunque éste siempre termina destruido por completo ante la seriedad del tema y el tratamiento que recibe.

La trama transcurre en una sola noche y en un único lugar, la construcción, por lo que en algunas partes puede resultar poco dinámica o parecer que se queda estancada, pero también consigue que el espectador se zambulla en la ambientación y la atención recaiga plenamente en lo que la película está contando.
 
Por otra parte, los giros argumentales y la tensión que crea en muchos momentos añaden intriga y no permiten que el ritmo general decaiga, compensando las escenas más lentas o que aportan menos información al metraje, en el que destaca el más sustanciala que extenso trabajo de Lilia Mendoza, talento no suficientemente aprovechado por el cine mexicano.

"El vigilante" no está hecho para todos los gustos, pero tiene un mensaje importante que consigue llegar de una forma diferente y clara, y que explica su éxito internacional. Desechando las expectativas o ideas preconcebidas que se puedan tener, que cerrarán la mente a algo que, probablemente, no será lo esperado, es una película que se entiende y se disfruta.

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