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Crítica: "El otro verano", algún lugar encontraré

por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
Guillermo Pfening
Por Juan Pablo Russo   

En "Puentes" (2009) Julián Giulianelli abordaba, entre otros tópicos, la disfuncionalidad familiar, la pérdida de la infancia y la formación de nuevos vínculos en un relato iniciático que giraba en torno a un grupo de amigos que ante un hecho traumático debían crecer de golpe. Casi 10 años después regresa con dos de esos chicos, ya jóvenes adultos, para adentrarse otra vez en la pérdida pero esta vez entre padres ausentes e hijos que buscan.

Ambientada durante el comienzo de un verano en las sierras de Córdoba, "El otro verano" (2018), un coming-of-age film, se centra en Rodrigo (Guillermo Pfening) un huraño, conflictivo y solitario hombre que administra un complejo de cabañas que pertenecen a su padre. Juan (Juan Ciancio), es un adolescente de 17 años que llega al pueblo con solo una mochila en busca de un padre al que nunca conoció. Rodrigo casi lo atropella con la camioneta y terminará ofreciéndole trabajo. A medida que transcurren los días descubrirán que el vínculo que los une no es solo laboral.

Juan no solo busca a su padre sino también respuestas. Rodrigo no solo busca un empleado sino que también busca respuestas. Dos personajes reflejados el uno en el otro con más semejanzas que diferencias. Un hombre que se niega a crecer y un chico que no quiere convertirse en hombre. El otro verano es una clásica película iniciática de búsquedas y aceptaciones, que si bien no funciona como una secuela de su antecesora tiene varios puntos que la conectan. Julián Giulianelli vuelve a trabajar sobre la construcción de vínculos nuevos a partir de una perdida, el descubrimiento del amor, el rechazo social, la melancolía por lo que fue y el miedo a lo que vendrá, además de contar de nuevo con los actores Juan Ciancio y Malena Villa, niños en Puentes, y ahora ya convertidos en adultos con vidas opuestas que tendrán su amor de verano.

Sin ser original en lo que cuenta, el cine argentino transitó por esta temática en un sinfín de oportunidades, El otro verano se nutre de este momento de suspense que es la relación entre adolescentes y adultos en el paréntesis de la adolescencia, y de la incertidumbre que brota entre los sentimientos de sus protagonistas, incapaces de demostrar esas emociones que todavía no saben etiquetar. Delicada y sobria, "El otro verano" evita el sensacionalismo avanzando al paso de sus protagonistas: ligero e incierto, entre pasado y futuro, con padres e hijos que buscan encontrarse.

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