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Crítica: "Las niñas bien", mujeres no tan desesperadas

por © Correcamara.com-NOTICINE.com
"Las niñas bien"
"Las niñas bien"
Por Sergio Huidobro    

La alta sociedad mexicana de los años 80 se ve reflejada en el largometraje "Las niñas bien" (2018), de la directora Alejandra Márquez Abella, adaptación de una novela de Guadalupe Loaeza, considerada cronista privilegiada de un universo femenino movido por el clasismo, las buenas costumbres y las crisis económicas de la era del expresidente José López Portillo. Luego del estreno el año pasado en Toronto primero y Morelia después, donde atrajo la atención y el reconocimiento de las audiencias, ahora aterriza en salas comerciales mexicanas.

Es 1982 y una gran crisis económica está golpeando México. La elegante, encantadora y perfecta Sofía, líder de su grupo de amigos, se enfrenta a lo inimaginable: su caída social. Sofía intentará mantener las apariencias. Pero su derrumbe no solo será inevitable, además se dará cuenta de lo que se pierde al acabarse el dinero.

La directora de "Semana santa" ha tomado varias de las crónicas y un puñado de los personajes de Loaeza para contar la crisis económica de 1982 exclusivamente a través de la mirada de las clases altas, y en particular, de un grupo de las esposas desesperadas que sobrellevaron en los hombres el peso íntimo, doméstico y familiar de la primera de nuestras devaluaciones, antes de que éstas se convirtieran en deporte sexenal.

El elenco femenino es potente y da idea de una nutrida gama de temperamentos femeninos que va a de Ilse Salas a Cassandra Chiangerotti, Paulina Gaitán y Johanna Murillo, contrapunteadas por un Flavio Medina muy bien calibrado como el esposo de la primera, patriarca en bancarrota tratando de disfrazar la hecatombe con todos los medios posibles.

El protagonismo lo comparten la cámara de Dariela Ludlow, rica, inteligente, texturizada y hábil al componer cuadros fugaces, a veces abstractos, otros emotivos, con una paleta de colores sobria y elocuente que, más que retratar a los esperpénticos, coloridos y exagerados años ochenta, colorea el perfil atribulado de sus personajes.

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