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Crítica: "El día que me muera. Mi gran velorio", inocuo humor porteño

por © NOTICINE.com
"El día que me muera. Mi gran velorio"
"El día que me muera. Mi gran velorio"
Por Edurne Sarriegui    

El argentino Néstor Sánchez Sotelo ("Los Nadies", "Caída del cielo") estrena su último largometraje que parafrasea en la primera parte de su título la canción que hiciera célebre el gran Carlos Gardel. "El día que me muera. Mi gran velorio" (2019), que de ella se trata, ya anticipa así una serie de clichés de humor y chistes bien porteños.

Dina (Betiana Blum) es una madre judía viuda que responde al arquetipo de "idishe mame", sobreprotectora y quejosa, que ha dado lugar a un particular sentido del humor por parte de los hijos que las padecen. Un tipo de madre que trasciende cultura y religión y bien puede encontrarse en cualquier rincón del planeta: siempre preocupada por los suyos, abnegada, manipuladora y proclive a victimizarse.
 
Sus dos hijos y su hija viven lejos y siempre ponen excusas para no visitarla. Ella tiene miedo a viajar en avión así que ve limitadas las ocasiones para reunirse con ellos. Pero Dina no se rinde fácilmente y con la ayuda de sus amigas (Alejandra Flechner y María José Gabín) y de su eterno enamorado (Roberto Carnaghi) pergeñará un plan para reunir a todos los suyos a prueba de cualquier reticencia: fingirá su propia muerte para convocar a la familia al completo.

Dina alcanzará su objetivo pero las cosas no resultarán como esperaba. Su velorio será la ocasión para que cada uno revele su realidad y su madre conozca cosas que hubiera preferido no saber.

El guion de Verónica Eibuszyc y Gabriel Patolsky arremete con una serie interminable de gags que se suceden uno tras otro pasando por todos los lugares comunes que describen a la madre judía.

La buena noticia es que los actores, de larga trayectoria y reconocido talento en el difícil arte de la comedia, dan la talla para llevar adelante este tipo de situaciones. La mala es que la película no ofrece otra cosa más que ese cúmulo de chistes que, si bien son efectivos, no dejan de reflejar situaciones conocidas y resoluciones previsibles.

"El día que me muera. Mi gran velorio" elige dejar en segundo plano la parte más dramática, como el ocultamiento de la realidad de cada hijo, dando preponderancia a una catarata de situaciones cómicas. Podría haber aportado una visión un poco más profunda de las situaciones familiares viciadas, pero elige quedarse solo con la vertiente más cómica y los chistes archiconocidos, resultando así tan divertida como olvidable.

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