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Crítica: "Matar al dragón", miedo inteligente

por © NOTICINE.com
"Matar al dragón"
"Matar al dragón"
Por Edurne Sarriegui    

Jimena Monteoliva, argentina que creció en España y volvió a su país donde desarrolla su carrera cinematográfica, estrena "Matar al dragón", su segundo largometraje como directora. Acompaña a la realizadora desde el guion Diego A. Fleischer, escritor junto al que elaboró el libro de su primer trabajo, "Clementina". El guionista tomó como referencia una pesadilla suya para elaborar este relato fantástico y de terror en el que Monteoliva se mueve como pez en el agua.

Elena (Justina Bustos) fue secuestrada siendo niña. Este hecho es habitual en el lugar donde vive. Las niñas desparecen y nunca más se vuelve a saber de ellas. Pero Elena vuelve siendo una mujer y su hermano (Guillermo Pfening) lucha para recuperarla e integrarla a la familia que formó junto a Valeria (Cecilia Cartasegna) y sus dos pequeñas hijas. Pero el mal persigue a Elena y se convierte en una amenaza para su familia.

En la región circula la leyenda de la última bruja que habitó el bosque y a la que adjudican las desapariciones. En el prólogo de la cinta, Monteoliva narra con una animación oscura y tremendista esta historia que introduce el clima de lo que vendrá.

Ese argumento bastante sencillo se eleva a través del relato que mantiene un clima de suspense mientras describe un submundo ominoso e introduce una serie de metáforas para insertar diversos mensajes en la trama.

La contraposición entre el plácido mundo familiar y el marginal que se esconde en el bosque, plantea la sempiterna lucha del bien contra el mal recurriendo a las  alegorías de los cuentos infantiles más crueles.
 
La bruja y la profundidad más desconocida del bosque son elementos que remiten al miedo ancestral y es ahí donde el mal muestra su cara más depravada para señalar a las mujeres y a las niñas como las más vulnerables. La necesidad del mal de alimentarse de los inocentes para sobrevivir y el temor de la sociedad a un virus desconocido también plantean lecturas que van más allá de lo evidente en el relato.

En una cinta donde los diálogos son escasos, la gestualidad de los actores es fundamental para llevar a buen puerto la propuesta. En este sentido se destaca la labor de todos ellos y particularmente la de Justina Bustos para elaborar una protagonista que transita de la vulnerabilidad extrema a la fortaleza.

La ambientación también sobresale en su cometido de describir los dos mundos y caracterizar los personajes de ambos.

"Matar al dragón" es un film notable que, sin apelar a los burdos recursos que suelen ser frecuentes en otros representantes del género, consigue elevadas dosis de tensión y suspense además de insertar una serie de permanentes inquietudes sociales.

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