Colaboración: Cuba, paraíso perdido

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Casa en Centro Habana
Por Sergio Berrocal     

El día siguiente amaneció tan caluroso como todos los que se sucedían en aquel bendito invierno. Desde la cama, Luis oyó las sirenas. Maria cortó el zumbido metiéndose la cabeza debajo de un almohadón. No ocurría nada. No es que las tropas yanquis estuvieran a punto de desembarcar en La Habana o en cualquier otra parte de Cuba como ya lo habían intentado alguna que otra vez. Era el Día de la Defensa Nacional y los cubanos que no podían hacer otra cosa se sometían a una serie de ejercicios militares para, según las autoridades, estar preparados ante cualquier eventualidad.

La radio estaba transmitiendo. Una voz femenina explicaba cómo los enfermos de SIDA podían trabajar sin ningún problema a condición de reunir algunos requisitos. "No es justo –decía la voz un poco monocorde— que alguien mantenga su angustia en silencio. Para que no exista discriminación en el trabajo, las administraciones no deben de actuar con espíritu economista, ante estos problemas deben aplicar lo que establece la legislación".

Un locutor encadenaba con una monotonía aplicada: "Los trabajadores de la central termoeléctrica del Este de La Habana establecieron un record de esmeración para un año al generar en apenas once meses más de un millón 600.000 megavatios/hora que beneficia a una parte de la población capitalina. Una demostración de su eficiencia en el trabajo es que alcanzaron un 75 por ciento del factor del potencial disponible, una cifra por encima de la media nacional y algo notable si se tiene en cuenta la antigüedad de las máquinas generadoras, informaron dirigentes sindicales de la entidad. El colectivo obrero de esta central termoeléctrica del Este de La Habana prevé la ratificación de vanguardia nacional y el primer lugar del país además de ganar la sede del acto por el día del trabajador eléctrico que se realizará el próximo 14 de enero…".

Se realizarán este domingo en todos los municipios de la capital las tradicionales ferias agropecuarias".

"… Destaca el comandante en jefe Fidel Castro la labor de los fotógrafos por su contribución a la historia de la Revolución"…

"… Unica productora en Cuba de medicamentos cefaloporánicos cumplió su plan de producción mercantil ascendente a más de siete millones de pesos".

"Con el fin de multiplicar las relaciones entre las patrias de José Martí y Simón Bolívar y hacer realidad las ideas de Fidel y Hugo Chávez, Cuba y Venezuela firmaron hoy un trascendental convenio de colaboración deportiva".

"Mientras más daño se trata de hacerle a nuestro país por parte del rubio del norte, nuestro pueblo, con su cruel bloqueo, la ley de ajuste cubano, la de los fondos por servicios telefónicos y otras patrañas como consentir a terroristas y a delincuentes… nuestro pueblo está más firme y contundente, y también más firme y contundente es la respuesta preceptuada de antemano en el juramento de Baraguá".

Es de nuevo el amanecer y no en La Habana. El tiempo ha pasado. Hoy es 15 de noviembre de 2017 y estoy a casi nueve mil kilómetros de allí pero todos esos recuerdos se han volcado en la cama mientras trataba de escuchar una emisora española que en este desierto del infinito aburrimiento, adonde me exilé voluntariamente, estúpidamente, me sirve para olvidar que lo hecho ya está. Que no hay marcha atrás.

Ya sé, parece raro pero ahora mismo me gustaría poner la radio y escuchar aquellas retahílas revolucionarias que se transmitían en Cuba. Hablo en pasado porque supongo que ahora, con los precios por las nubes, La Habana debe de tener aires de señorita endomingada.

Miro los precios de los hoteles habaneros y me dan escalofríos. De los otros servicios callejeros –restaurantes, bares, etc...— amigos cubanos me hablan con respeto.

Bueno, señores, ya están ustedes incluidos en el Primer Mundo, el de los cruceros extravagantes que llegan a puertos cubanos con cientos de turistas maleducados, el chorreón de aviones que aterrizan donde hay un poquito de pista. Ya verán, ya verán, tantas ansias que tenían ustedes por llegar a esto y pronto será la decepción.

El capitalismo, el que yo conozco en Europa, no es precisamente de color rosa ni ata los perros con longaniza. La gente tiene que currar mucho para sobrevivir y en algunos países europeos ni con tres trabajos al día consiguen salir de la mediocridad. Claro, están los otros, los que tienen pasta y no necesitan buscarse la vida. Pero son los menos.

Para ver maravillas capitalistas hay que ir a Eurodisney, un parque de ocio que los yanquis crearon cerca de París a imagen y semejanza, o algo así, del que ellos tienen en Orlando.

No hay milagritos capitalistas. Los bancos sí, desde luego, todos los años acumulan beneficios de vértigo. Pero la gente no tiene bancos, al contrario tiene que darle dinero al banco para que le permita sacar dinero, su dinero. Esto es capitalismo puro. Trabajar mucho y ganar poco.

Imagino que muchos de ustedes creían que cuando llegase Barack Obama y firmase la paz de los bravos se acababan las estrecheces. Pues, no, todo sigue más o menos igual, salvo que con más tumulto, servicios más caros y menos intimidad. Porque esos nuevos turistas que ustedes tienen ahora se improvisan antropólogos y se meten en las vida de los visitados. Ya sé que ustedes siempre han tenido turismo. Pero era casi de amigos, amable, sin bullas. Ahora los aviones procedentes de Estados Unidos les desembarcan hornadas enteras de yanquis que quieren comprobar si el diablo vive en Cuba como les enseñaron en las escuelas.

Añoro a aquellos turistas canadienses de los primeros andares turísticos cubanos, pocos, o procedentes de Europa, más y menos finos, que paseaban  civilizadamente y con mucho cariño por La Habana.

Ahora van a tener ustedes a los hunos, los vikingos del turismo. Sin piedad ni simpatía.

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