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Colaboración: Hotel Nacional de Cuba, Habitación 513

por © NOTICINE.com
El Hotel Nacional, en La Habana
Por Toni Berrocal     
 
En el año de 1979, el Festival Internacional del nuevo cine latinoamericano de La Habana materializó los sueños de un grupo de destacados cineastas del continente quienes dejaron plasmada la existencia de un nuevo cine. Cuatro décadas más tardes y después del triunfo del largometraje dirigido por Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, “Fresa y Chocolate”, volvimos al histórico Hotel Nacional.

A la entrada de aquel santuario de la hostelería, nos interpeló un agente de seguridad, algo que a mí, recién llegado, me pareció curioso ya que sin haberle dicho ni media palabra conocía nuestra procedencia y objetivos.

Tras el encuentro con aquel curioso personaje nos topamos con una amiga periodista cubana quien nos esperaba sentada degustando un buchito de café en los jardines del Hotel Nacional.

Invitados a participar en las deliberaciones del  jurado de los premios Glauber Rocha, creados por la Agencia Prensa Latina, que recayó días más tardes en el largometraje “Habanastation” decidimos pasearnos por aquel barrio chino cercano al Yara donde se proyectaba la película “Chamaco”.

Esta cinta cuenta los entresijos de un asesinato sucedido en el parque central de La Habana entremezclando corrupción y prostitución en los desconocidos bajos fondos de la capital, un verdadero descubrimiento para el extranjero.

El film terminó provocando grandes discusiones.

Mientras esperaba y veía pasar una y otra vez actores internacionales como Benicio del Toro, un ya mayor Alfredo Guevara en silla de ruedas y en compañía de su bella nieta Claudia se me acercó y me saludo:

- ¿Usted es el hijo del compañero Berrocal verdad? ¿Por dónde anda el patriarca que hace tiempo que no lo veo? Déjeme invitarlo a una pequeña reunión que tiene lugar aquí mismo en la Sala Rosada esta noche. Espero verlo por allí. Salúdeme a su padre.

Cuando por fin mis amigos Ramón Díaz Hernández y Rafael Lam llegaron le trasladé lo sucedido con el presidente del festival. Fue entre risas que Ramón exclamó:

-No sé de qué te extrañas. Tu tía Adela (Adela Escartín Ayala) ha sido una figura muy importante en Cuba, tanto en el cine como en el teatro.

Subidos en un viejo Chevrolet partimos en dirección a Guanabacoa donde nos esperaba el babalao Enriquito Hernández, quien ese mismo año había participado en un documental que Roberto Chile presentaba durante el festival de cine bajo el título “Soy Tata Nganga”.

Allí en la Hata descubrí a aquel santero altamente ligado a la Revolución Cubana, que en tiempos estuvo muy en contacto con mi tía Adela.

De camino al Vedado, decidimos pararnos en la calle 23 entre 10 y 12 donde compartimos unos roncitos mientras escuchábamos la voz de una cantante local que se producía allí.

Una horas más tarde, llegamos al restaurante donde Ramón había reservado mesa. Era uno de los lugares más emblemáticos de La Habana.

Durante la comida nos contó:

- En 1993 Tomas Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, deciden filmar “Fresa y Chocolate”, que en sí es la primera película que pone a Cuba en el mapa mundial, aunque ciertamente levantó ampollas, pero quienes querían internacionalizarla eran el comandante Fidel y Alfredo Guevara. Fueron los años en los que Pepe Horta reinaba y el festival tenía su lógica. Literalmente estamos donde se filmó una pequeña parte de la historia del cine cubano en esta calle de Gervasio y Escobar, donde estamos actualmente. Déjame decirte que estas escaleras que ves aquí la subieron, Tom Jones, la Reina Sofía, Jack Nicholson y la propia Naomi Campbell. Estás pisando historia.

Siete años más tarde esta historia se apagó con la desaparición del dramaturgo Ramón Díaz fallecido en el hospital Fajardo y de Enriquito Armentero, recientemente desaparecido a los noventa y nueve años en aquel barrio de la Hata.

En definitiva, aquella Cuba que yo disfruté desapareció en el silencio del Malecón junto a sus protagonistas.

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