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Carlos Martín Ferrera escribe sobre "El año de la plaga"

por © NOTICINE.com
Por Carlos Martín Ferrera     

Hay diferentes razones por las que decidí embarcarme en un proyecto como "El año de la plaga". De entrada, el reto de adaptar la fantástica novela de Marc Pastor a la pantalla, donde homenajea, además, a una de mis películas favoritas que marcó mi infancia: "La invasión de los ultracuerpos / Invasion of the Body Snatchers". No obstante, el motivo más importante es su esencia. Se trata de una historia de género fantástico y aventuras, donde los personajes nos transportan hacia una emocionante, divertida, insólita y terrorífica aventura, propia del cine de ciencia ficción y aventuras de los años 70 y 80. Un relato inquietante que te atrapa y no te suelta hasta el final, capaz de emocionar, aterrar y de robarte, a la vez, alguna sonrisa.

Con personajes llenos de crudeza y ternura, "El año de la plaga" bebe de un tipo de cine fantástico y de aventuras que ya no se hace, pero que sigue teniendo un público cargado de nostalgia, y que parte de elementos cotidianos, para introducirse poco a poco en el suspense y el horror de la situación.

Consciente de que no podíamos competir con las grandes superproducciones del género americanas, donde lo más importante es mostrar ciudades devastadas e invasiones alienígenas espectaculares, me centré en nuestra mejor baza: la historia y los personajes. Tampoco me lo planteé como una peli de zombis, o una más apocalíptica, sino más bien como un híbrido de varios subgéneros del fantástico, un homenaje a los clásicos que todos conocemos.

"El año de la plaga" es una película atemporal. Se podría desarrollar en cualquier momento, en cualquier lugar. Víctor Negro es el protagonista de la historia y nuestro hilo conductor. Todo lo que sucede va a pasar por él, por su mirada.

Víctor es un hombre corriente, aquél que trabaja en lo que un día eligió por impulso, se enamoró por impulso y vive donde un día fue a vivir, también por un impulso. Es uno de tantos que no ha escrito su historia con su propio pulso, que se ha aferrado a los mitos del cómic, del cine, de la televisión... Que no ha mirado ni hacia atrás ni hacia adelante, que no se ha planteado madurar porque no lo han dicho por televisión. El amor, para él, es aquello que ha visto en las películas. La relación con sus amigos, que se resume en dos como él, consiste en repetir diálogos de sus series o películas. Y ya está: la vida es eso, aunque tampoco se lo ha planteado nunca. Pero esa chica de la que se enamoró y a la que logró conquistar por insistencia, decide abandonarle.

A Víctor Negro no le queda más remedio que asumirlo, aunque no aceptarlo y vive el rol del abandonado, del perdedor. Su vida discurre entre su trabajo y sus esporádicos encuentros con los amigos. No soporta las relaciones sociales ni las vecinales. Por su trabajo, es asistente social y coordina ayudas a domicilio para ancianos, está obligado a relacionarse con el mundo: sus compañeras de trabajo y los ancianos a los que asiste.

Los medios de comunicación vuelven a hablar de un nuevo virus que tiene a la población mundial en alerta, pero después de la Gripe Aviar y la Gripe A y sus escasas consecuencias en nuestra vida cotidiana, esto parece que no deja de ser una anécdota más. Pero algo está cambiando.

Empiezan a aparecer unas plantas vulgares venidas de Mongolia, unos eucaliptos enanos que se han puesto de moda que, por lo que parece, pueden cambiar el futuro de la humanidad.

"El año de la plaga" no es una historia apocalíptica al uso. No hay una invasión alienígena, ni se ha propagado un virus de laboratorio. Es una historia sobre cómo podríamos mutar en seres que no sufren, seres cuya única diferencia que tienen con los humanos es la de no sentir ni sufrimiento ni empatía. Que no tienen memoria, ni envejecen, ni crecen, ni mueren: ser una planta perpetuamente, sin placer, sin dolor, sin moralidad ni inmoralidad, sin elegir, sin pensar, sin amor, sin desamor, sin vejez... Sin guerras ni religiones. Sin pasado y sin futuro.

(*): Este semana se estrena la coproducción hispano-mexicana "El año de la plaga", basada en la novela homónima de Marc Pastor, que protagonizaron Ana Serradilla, Ivan Massagué, Miriam Giovanelli y Sílvia Abril. Su director, Martín Ferrera, dirigió previamente los largometrajes "Zulo" (2005), "Suspicious Minds" (2009) y "Código 60" (2011).



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