A Francisco Regueiro le gustaría ser "el Clint Eastwood español"

por © Redacción-NOTICINE.com
Francisco Regueiro
Francisco Regueiro
Tiene 84 años y tantos recuerdos como esperanzas de volver a dirigir. El cineasta español Francisco Regueiro, autor de cintas como "Madregilda", "Padre nuestro", "Diario de invierno" o "Las bodas de Blanca" lleva sin ponerse tras la cámara desde 1993, cuando dirigió la primera de las citadas, que protagonizaron entre otros José Sacristán, Juan Echanove, Juan Luis Galiardo y Fernando Rey. También pintor y en el pasado caricaturista, periodista y futbolista, ahora aspira a que José Coronado lea su guion "Oro, incesto y mirra", la historia de un profesor y novelista entrado en años que estuvo en la División Azul y descubre, en el Madrid del 23-F, a la hija que había tenido entonces con una pianista.

El realizador sueña con imitar al actor y cineasta Clint Eastwood, en cuanto a longevidad en el set: "Estamos fatal. Salvo que seas Clint Eastwood, que acaba de estrenar con 89 años. Coincidí con él en Cannes en 1963, por cierto. Los directores seleccionados teníamos un cóctel en la azotea. Estuvimos un rato hablando. El otro día volví a ver 'Gran Torino' y me parece extraordinaria", cuenta a la web de AISGE.

Regueiro recuerda su relación con Elías Querejeta, que le produjo dos cintas entre los 60 y los 70. "Víctor Erice y yo no éramos tan afines a Elías como Saura: eran uña y carne. Digamos que esa convivencia y coincidencia no son fáciles. Yo solo la tuve con Eduardo Ucay (productor), que había trabajado con Buñuel, con quien hice "Padre nuestro". Nos entendíamos bien. Cuando Víctor termina el copión de "El espíritu de la colmena", Querejeta dice que no termina de entenderla."¿Qué es esto? No va a funcionar. Y yo no pago más", exclamó, enfadado. Conozco la historia porque yo estaba haciendo con él "Carta de amor de un asesino". Gracias a que terció el operador Luis Cuadrado, que no era precisamente cinéfilo. En Exa, donde se montaban las películas, se encontró en la moviola a Víctor Erice, el pobre, al que le habían cortado un tercio de la suya. Era el tercio que no entendía Querejeta. Salió la película porque Cuadrado le dijo a Elías: "¿Qué dices, hombre? Es una gran película". Al cabo de tres meses se estrenó por todo lo que le machacaron y machacamos para que cambiara de idea". "El espíritu de la colmena" se convirtió en el mayor éxito de Erice y uno de los clásicos del cine español.

Respecto del inicio de su interés por el cine, el cineasta comenta: "Me hice de Acción Católica, que organizaba torneos de fútbol por parroquias. Y tenían sitios para jugar al billar. Y los josefinos, los jesuitas, tenían también cineclub. En el largo invierno de Valladolid eso se agradece. Ahí era muy fan del cine. Ya antes, en clase, en la Escuela de Comercio, donde estuve de los 11 a los 18 años, tuve la suerte de sentarme entre las dos hijas del director de la Fábrica de Armas de Valladolid, entre el Puente Colgante y Juan de Austria. Era como una miniciudad, con su cine, su teatro… Todos los domingos iba con las dos hermanas al cine. Mientras Deanna Durbin se ponía a cantar, nosotros estábamos jugando entre los palcos al pillapilla o a policías y ladrones. Y la película de fondo. "¡Que salen los hermanos Marx!", nos gritaban. Pues parábamos y mirábamos un rato. Fascinante. Mucho musical. Era una proyección privada para el padre, las hijas… y yo. Las cosas de ser superjefe".

Pero para Francisco Regueiro no todos son memorias del pasado. No ha dejado de escribir y pensar en cine. "Aparte de 'Oro, incesto y mirra' -asegura-, está muy perfilado 'Rascayú', un guion sobre Miguel Gila, pero topé con otro productor. "No puedo pasar de la página 20, no soy el productor adecuado", dijo. En la página 30 había un fusilamiento, cierto, que será el que se le quedó grabado. Hubo muchos en la posguerra, más muertos que en la guerra. Todos hemos tenido un familiar en la guerra o en un bando. Me da terror hablar con la hija de Gila, ahora que se han cumplido cien años de su nacimiento. Le puse el nombre de 'Rascayú', una canción prohibida en aquel entonces, porque me había inventado una historia apasionante a partir de aquel fusilamiento del que Gila resucitó: que el jefe de ese pelotón de fusilamiento no tiró a dar. Eran los años cuarenta, cuando este país estaba destruido, con personas desaparecidas o cambiadas de ciudad. Se inspira en los monólogos de Gila, compañero mío en La Codorniz, donde también dibujé .Yo era más joven, pero el director de la revista, Álvaro de la Iglesia, nos citaba a comer "para pensar". La vida de los humoristas (Chumy Chúmez, Gila…) merecía algo así. Me sorprende aún que el productor no tuviera ni curiosidad por la historia y le diera terror".

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