Recordando "El halcón y la flecha / The Flame and the Arrow", aventura clásica de Burt Lancaster

por © Carolina G. Guerrero-NOTICINE.com
"El halcón y la flecha / The Flame and the Arrow"
"El halcón y la flecha / The Flame and the Arrow"
Este próximo mes de Julio se cumplirán 70 años del estreno de una de las películas iconicas de aventuras del Hollywood dorado, "El halcón y la flecha / The Flame and the Arrow", que bajo la dirección del francés Jacques Tourneur filmaron Burt Lancaster y Virginia Mayo.

En estos días de reclusión, el cine se está convirtiendo en un acompañante y bálsamo sin precedentes, la situación de incertidumbre obliga a entretenerse o mejor dicho evadirse de la dramática realidad que nos está tocando vivir, y qué mejor que sumergiéndonos en el cine clásico, el cine inmortal, el que te hace soñar y olvidarte del aquí y hora (Las televisiones deberían emitir ahora este cine de culto, y no apabullar con mas productos comerciales apocalípticos, que bastante tenemos...).

Al frente del cartel estuvo Burt Lancaster, "ese hombre", un gran hombre y un excelente actor, que se hizo a sí mismo, y que comenzó su carrera interpretativa de forma tardía a eso de la treintena.

"El halcón y la flecha" es en parte un reflejo de la peculiar personalidad de este carismático actor, un hombre de físico envidiable, con una altura de 1,88 metros, y un cuerpo espectacular, que según él, siempre le obedeció.

Con unos ojos azules de mirada intensa, y una sonrisa irresistible que cautivaba al mas pintado, jamas fallaba. Esa amplia sonrisa que aparecía en muchas escenas de sus inolvidables interpretaciones era parte importante de su sello personal.

Volviendo a la película que nos ocupa, su papel fue el de Dardo, intrépido igual que el propio Burt, lo mismo que un conquistador incansable, seductor sin remisión (en su vida intima también lo fue), y acróbata consumado.

Una especie de Robin de los bosques, pero situado en Lombardia, en las montañas, y refugiado con sus compinches en unas ruinas romanas. El suyo fue un rol moderno de padre single, y picaflor infatigable, que finalmente caerá enamorado de la condesa Ana (Virginia Mayo), quien le conquista a base de astucia y amor verdadero.

Se cumplen ahora 70 años de una película de aventuras que arrasó en su momento, dirigida por Jacques Tourneur sobre un guión de Waldo Salt, y aunque en un principio pueda parecer típica del género, va mucho mas allá.

El personaje de Dardo Bartoli desprende sensualidad por los cuatro costados, y no es un héroe al uso, sino que más bien sigue sus propios intereses y su bienestar, una especie de anarquista impetuoso, que Lancaster incorporó cuando tenia 37 años.

La cinta esta llena de sorpresas, diálogos audaces, y coreografías circenses llenas de cabriolas y acrobacias, que deleitan y abucen al espectador, una película que se ha intentado copiar mil veces, pero que sin Burt no resulta.

Lancaster el hombre que llenaba la pantalla, que comenzó primero en las calles de su barrio neoyorkino, haciendo gimnasia, para más tarde acabar en el circo, donde desarrolló una carrera que le permitió posteriormente ser el autentico protagonista de sus films, sin especialistas ni dobles.

"Véndete primero a tí mismo si quieres vender algo", era una de sus inolvidables frases y su filosofía, y el sabía venderse como nadie.

Una lesión le aparto del circo, y fue descubierto en un ascensor por un caza-talentos. En su primer trabajo, "Forajidos / The Killers", trabajó junto a Ava Garder, con quien formó una pareja explosiva, y así se promocionó el film, haciendo referencia a sus dos salvajes y bellos protagonistas, cine negro de finales de los 40.

Burt se hizo a sí mismo como actor, y aunque su talento fue duramente criticado, el tiempo que pone todo en su sitio, le ha dado el lugar que se merece en el olimpo de los dioses de la interpretación.

Desde sus primeros papeles, en "La Rosa tatuada / The Rose Tatoo", "Su majestad de los mares del Sur / His Majesty O'Keefe" o "Trapecio / Trapeze", pasando por su inolvidable rol del seductor sargento Milton Warden en "De aquí a la eternidad / From here to Eternity", con una de las escenas más sensuales y censuradas de la época, aquellos besos salvajes junto al mar que brindó a Deborah Kerr arrojándola pasionalmente en la arena, y dando rienda suelta a sus instintos, y que ha pasado a ser una de las inolvidables escenas del cine de todos los tiempos.

El Oscar lo ganó por su papel del predicador Elmer Gantry en "El fuego y la palabra / Elmer Gantry". La suya fue una dilatada carrera en cuya madurez trabajaría con directores como Bertolucci o  Visconti. Este ultimo, le dio otro de sus personajes mas redondos, el príncipe de Salina, Fabrizio Corbera, de "El gatopardo / Il Gattopardo", un papel duro y complicado basado en el personaje principal de la novela de Lampedusa, y que se estreno por todo lo alto en el Festival de Cannes del 63, donde para presentar la cinta posaron Claudia Cardinalle el director y Burt, junto a un bello guepardo en la mismísima playa de La Croissette.

Nos brindó interpretaciones duras, como la de "El nadador / The swimmer", dirigida por Frank Perry, pasado ya el ecuador de su carrera, con 55 años con un físico espectacular, que le permitió desnudarse en cuerpo literalmente y en alma, brindando otra actuación desgarradora y memorable, y en la que durante todo el metraje únicamente aparece con un escueto bañador y descalzo, sin artificios, sin complemento alguno, en un papel de perdedor inadaptado, de ídolo caído, que huye de su realidad nadando desesperada mente de piscina en piscina, en una huida a ninguna parte, intentado conseguir un ápice de complicidad, y el amor perdido, victima de un egocentrismo, que le hizo llegar a tocar el infierno.
 
Su filmografía esta llena de títulos inmortales, pero me gustaría destacar su delicioso papel de exmarido torturado en "Mesas separadas / Separate tables", una joya de película en la que tuvo como pareja a una madura y exquisita Rita Hayworth, una cinta que no se recuerda demasiado, y que es para tenerla muy en cuenta... y con un reparto deslumbrante (David Niven, Deborah Kerr, y Rod Taylor entre otros) dirigida en 1958 por Delbert Mann.

En esta película, Burt era capaz de sorprender cambiando de expresión en menos de un segundo sorprendiendo y demostrando el grandisimo actor que era, y dando la replica a una "Gilda" aún atractiva y femme fatale.

En definitiva, jamas volveremos a conocer a alguien como este hombre despampanante, de sonrisa arrolladora, y que nos dejo para la eternidad su alma dentro de tantos personajes inolvidables, que aun hoy nos hacen soñar... con él.

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