Imprimir

Fernando González Molina escribe sobre "El guardián invisible"

por © NOTICINE.com
Fernando González Molina
Por Fernando González Molina *   

El rodaje de "El guardián invisible" ha sido una de las experiencias más intensas y duras de mi vida profesional. Trasladar a imágenes la novela de Dolores Redondo ha supuesto un auténtico viaje al corazón oscuro y lluvioso de Valle de Baztán. Un viaje apasionante, pero también al límite, en condiciones extremas para todo el equipo, bajo la lluvia perenne y rodeados de bosque y de oscuridad. Y un viaje también al lugar donde germina la maldad, donde se crea el dolor, un viaje al pasado de Amaia, personaje que interpreta en la película Marta Etura, y cuya historia familiar relata la película.

Cuando terminó el rodaje de forma efectiva se me hacía muy complicado definir El guardián invisible. Es un thriller policíaco, sí, en su capa más superficial, pero también es un drama familiar, una película de mujeres, una historia de cine negro o el retrato de un lugar mágico: Elizondo y el Valle de Baztán. Nunca en mi carrera había sentido interrelacionarse de tal modo el rodaje de una película con la historia relatada. Algo del terrible viaje de nuestra protagonista ha penetrado en la energía misma de nuestro trabajo, de nuestro día a día, haciéndolo duro y complejo, pero también dotando al material filmado de una verdad mucho más allá de cualquier otra cosa que yo haya hecho antes. Era imposible tratar de contar esta historia de otro modo que no fuera este acercamiento profundamente emocional.

Siento que hemos rodado una película fiel a la novela de Dolores, a su espíritu y al carácter de su personaje protagonista. Esa superviviente herida y luchadora que es Amaia Salazar. Ahí radica la singularidad de nuestra historia, y lo que la hacía tan interesante para mí. Cómo convertía el thriller, el caso policial, en una excusa para retratar y revivir la historia de nuestra protagonista y de su familia, enlazando de manera cada vez más estrecha ambas líneas argumentales. La película se convierte así en un vehículo para retratar a Amaia, conocerla, bucear en su pasado. Y su personalidad, fuerte y adusta, acaba definiendo el carácter propio de la película: manejando lo que no se dice, lo que está por debajo, lo menos obvio. Manteniéndonos siempre en su punto de vista. Investigando con ella. Y también, recordando con ella.

El guardián invisible es una película profundamente local, que, como navarro, siento muy cercana, por la idiosincrasia de sus personajes y por los lugares que retrata. Pero también es una historia universal que entenderán en cualquier parte del mundo. Cine negro, de género. Eso es lo que la hace tan interesante para mí, y lo que me atrapó de una novela que ya ha viajado por medio mundo: esa dualidad que la hace a la vez singular y reconocible. Espero que el público disfrute de este viaje al corazón húmedo y oscuro del Valle de Baztán. Para nosotros, desde luego ha sido un auténtico reto rodarla.

(*): El director español Fernando González Molina ha estado vinculado desde el inicio de su carrera al grupo Atresmedia, ya sea en cine ("Tengo ganas de tí", "Tres metros sobre el cielo", "Fuga de cerebros") o en televisión ("El barco", "Los hombres de Paco", "Bienvenidos al Lolita"). Tras una de las producciones nacionales más ambiciosas de los últimos años, "Palmeras en la nieve", adaptación de un best seller español a cargo de Sergio G. Sánchez ("Lo imposible"), que fue todo un éxito de taquilla, regresa con otra adaptación literaria, el thriller rural "El guardián invisible".

Sigue nuestras últimas noticias por TWITTER.