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Alejandro Maci habla sobre el estreno de "Los que aman odian"

por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
Alejandro Maci
Tras un paréntesis de veinte años, donde se dedicó a producciones televisivas como "En Terapia" o "Variaciones Walsh", el realizador Alejandro Maci ("El impostor", 1997) vuelve al cine con "Los que aman odian" (2017), la adaptación de la novela de Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo que protagonizan Guillermo Francella y Luisana Lopilato. "El policial enseña a podar lo superfluo, a sacar, a sacar, a sacar, y después colocar, es como un mecano, la arquitectura del guion se ve mucho en el policial", dice en una charla con nuestros compañeros de EscribiendoCine.

- Estuvo mucho tiempo detrás de la adaptación de la obra ¿qué le motivaba para hacerlo?
Por un lado estuve mucho tiempo detrás de todos esto porque fue difícil adquirir los derechos, por cuestiones sucesorias los derechos no estaban disponibles, así que estuve tras ellos muchísimo tiempo. Estuve detrás de la obra porque encontraba en la novela una buena excusa para contar algo que es muy difícil de contar como la combinación de un problema de orden melodramático, un problema pasional, un amor no correspondido, un amor traicionado, que deviene en un homicidio, en un thriller, con pesquisa, con aspectos constructivos tradicionales del género, esa combinación es la que me interesaba. La novela no era justamente así pero tiene los elementos para contarla así, incluso tiene aspectos del ángel exterminador, de personajes que quedan encerrados y en esa condena de encierro los problemas pasionales, los rencores, se extreman. La novela los combinaba y me gustaba.

- Es interesante la idea del encierro como disparador de acciones…
Si, y me gustaba hasta por cuestiones productivas, para hacerlo de un modo no tan caro y enorme, el poder instaurar una época y hablar de los años 40. También me interesaba hasta poéticamente ese encuentro desafortunado en ese lugar que podía ser idílico y paradisíaco, que lo transforma en un infierno.

- Un infierno no solo para la pareja, sino para todos…
Absolutamente, hasta la prima se ve con la vicisitud de terminar con el hotel, y en el inicio del relato podemos inferir por algunos elementos que ha estado angustiado, desesperado y deprimido y llega con una pila de libros para asumir que fracasó en el amor, se va a tirar a leer, y ahí empieza todo, no puede, no es posible, se encuentra con ella, todo reverdece, y la patología un poco "el cartero llama dos veces", la patología es más patológica.

- ¿Cómo fue imaginando las caras de los protagonistas?
Es una mezcla siempre de lo que uno desea, imagina, las posibilidades, las fechas, un proyecto es una suma de cosas que convergen y que es lo que finalmente ve el espectador. Con Luisana Lopilato ya había trabajado, la modifiqué físicamente, dispuesta a hacerlo, me encantó trabajar con ella en "En Terapia", después la convoqué para un episodio de "Variaciones Walsh" y trabajamos muy bien. La adaptación con Esther Feldman fue complicada, y cuando estuvo pensé en ella, porque también tiene que ser para ese hombre de una belleza ideal, uno se puede enamorar y puede no ser excluyente la belleza, pero acá, un hombre maduro elegido por esa mujer casi de estrella cinematográfica se entrega, y cuando deja de mirarlo se vuelve loco. Siempre pensé que Mary Fraga, ese personaje que nuclea las miradas, rencores y odios de todo el mundo, tenía que ser una mujer emblemática, y para mí Luisana reunía eso, y la llevé por otro lado, con pelo oscuro, rulos.

- Luisana es una mujer contemporánea pero en la película cambia eso por algo atemporal…
Sí, lo busqué para contar un poco el cuento pasional, que es de los cuarenta, pero también es de hoy, no es arqueológico, no busca serlo.

- Hacia el final la película tiene un giro sorpresivo, ¿fue difícil construir todo el relato para evitar revelar algo en la narración?
El policial a mí me encanta, el policial es un género maestro de otros géneros, uno con el policial aprende, lo digo con absoluta humildad, es un juego de naipes lógico, que te obliga a sopesar y que si te equivocas el relato gira rápido, o puede volverlo evidente o equivocado, o por evitar provocar que el final sea tan deus ex machina que el público enfurezca, todo tiene que estar de entrada pero que no se vea. El policial enseña a podar lo superfluo, a sacar, a sacar, a sacar, y después colocar, es como un mecano, la arquitectura del guion se ve mucho en el policial.

- ¿Fue difícil el trabajo con Esther Feldman? ¿Les llevó mucho tiempo?
Años, lo escribimos rápido y lo tiramos abajo, porque hay que rehacer, sacas de un lado y tenés que poner de otro, de hecho en un momento me arrepentí y creí que no iba a poder adaptarla, pensé para qué compré los derechos del relato, pero después aparece la luz, el hilo conductor, y aprendes del relato.

- Viene adaptando a grandes autores y realizando remakes, como en el caso de "En Terapia", de otras obras, ¿qué le atrae de eso?
Es un tema muy interesante del que hay que pensar mucho todavía, como se constituye otro texto que tiene vecindad y parentesco pero uno se confundiría mucho si pensás que el parentesco es directo, si uno ve aspectos que se trasladarían, elementos, pero cuando los tomás la estructura general no te sirve, por eso el guion cinematográfico, el deber de Los que aman odian cine es para consigo mismo no en su raccord con el relato original del que ha sido adaptado. En cada caso es un universo nuevo, pero en la adaptación surge que por ejemplo alguien lee una novela y dice eso es cine, compras los derechos y te sentás y no sabés por dónde empezar porque no se puede así.

- Es una obra completamente nueva aún sabiendo su origen…
El ojo es pregnante, ver el cine, ver actores, el aspecto audiovisual es algo que termina volviéndose un lenguaje en sí mismo, podes decir es literatura pero no es cine, es otra cosa, y está bien que sea así, me irrita que gente diga no es igual, y no, si querías ver la película para no leer la novela, no, la literatura es una experiencia única. Cuando ví "Refugio para el amor" (1990) de Bernardo Bertolucci y después leí la novela de Paul Bowles son dos cosas diferentes, el monologo interior es eso, Bertolucci lo adapta y hace de eso cine, es otra cosa. Son dos experiencias, en todo caso suscitan otros relatos.

- ¿Le gustaría seguir por el camino de la adaptación?
Estoy con ganas, no tengo derechos ni nada, pero me gusta mucho dialogar con textos, soy lector, que me provocaron, e inventarme un imaginario y un universo, por supuesto muerdo anzuelos, y creo posible lo imposible, uno hace como un curso de narrativa, por qué un renglón me provocó diez escenas y veinte capítulos no funcionan, es retórico, dicen los personajes la trama.

- ¿Qué fue lo más complicado de un rodaje de época?
Fue muy difícil de rodar y tuvimos una detención de un semestre por temas de salud, pero más allá de eso es compleja por el hotel, una suerte de Shangri-La, una parte armada en una playa que se la llevaba el viento, parte acá, pero es cine.

- Sabe que mucha gente irá a ver la película por el morbo de las escenas de sexo entre los protagonistas…
Sí, fue tan extraño lo que pasó con "Casados con hijos" (2005/2006) que se prolongó como "Los Simpsons", pero Luisana tenía 19 y ahora 30, un día va a tener 40, es una señora, no miro tanta tele, pero es algo que tiene que ver con lo popular y que el vínculo entre ellos se prolongue en el tiempo.

- Acá igual hacen algo completamente diferente…
Un poco es eso, jugar con las evocaciones que cierto tipo de cine ha despertado, jugar con la música y las atmósferas, que se vuelva asfixiante, que los espectadores estén en ese caldo, por eso los títulos con agua, asfixiante, los personajes no pueden salir. Desde el jueves la película estará en manos de la gente.

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