Imprimir

Pedro Almodóvar cuenta "Madres paralelas" (I)

por © El Deseo-NOTICINE.com
Almodóvar y dos de sus actores en "Madres paralelas"
Almodóvar y dos de sus actores en "Madres paralelas"
Por Pedro Almodóvar *     

La madre de Janis representa a la madre ausente. Era una hippy a principios de los 70 que le puso a su cría el nombre de Janis en honor a Janis Joplin. La madre ausente moriría como su ídolo a los veintisiete años por las mismas razones que la cantante.

La abuela Cecilia ejerció de madre real de Janis, fue la que la educó y la formó. Le dejó como legado que abriera la fosa que hay a las afueras del pueblo, donde fue enterrado su padre junto a otros paisanos en los primeros días de la guerra civil. En el año 2016, año en que comienza esta historia, Janis todavía no lo ha conseguido, pero sigue intentándolo.

La película comienza con una sesión de fotos, Janis (Penélope Cruz) es fotógrafa y le está haciendo un retrato a Arturo Buendía (Israel Elejalde), un antropólogo forense, miembro de una fundación navarra que ya ha intervenido en la exhumación de una fosa. Arturo será el que dirija la apertura de la fosa de su bisabuelo, pero eso ocurrirá tres años después, en 2019, al final de esta historia.

Arturo se convierte en amante de Janis. Sin buscarlo, Janis queda embarazada, pero Arturo está casado. Su mujer está enferma de cáncer. Cuando Janis le anuncia que está embarazada, Arturo -atribulado por las circunstancias- le dice que su mujer está recibiendo un tratamiento de quimioterapia y no le parece el mejor momento para confesarle que va a tener un hijo fuera del matrimonio. Janis le libera de toda responsabilidad, ella se hará cargo del bebé, pero para ello le pide que se separen y no se vean. Es una condición dura y drástica que Arturo no puede sino acatar.

Como su propia madre y como su abuela, Janis se enfrenta con energía a su próxima maternidad en solitario. Siempre quiso ser madre y aunque no haya elegido el momento no está dispuesta a dejar pasar la oportunidad. Su abuela fue toda su familia y Janis siente la necesidad de ser madre, de crear una familia.

En la habitación del hospital donde va a dar a luz coincide con una chica, Ana (Milena Smit), diecisiete años, asustada y traumatizada ante su próxima maternidad. Janis se compadece de ella y desde ese instante se comporta como si fuera la madre de Ana. Las dos serán madres solteras, ambas quedaron embarazadas por accidente. Janis intenta contagiarle a Ana su ilusión y entusiasmo. En el futuro van a llevar vidas paralelas, pero en el hospital, cuando Janis le confiesa que "no se arrepiente", Ana le dice que ella sí. Janis es la madre vocacional, y Ana la madre casual.

En el hospital aparece Teresa (Aitana Sánchez Gijón), la madre biológica de Ana, la madre imperfecta, carente de instinto maternal que, al separarse del padre de Ana, no dudó en entregarle a la niña. A su manera, Ana se ha sentido más huérfana de lo que siempre se sintió Janis. Las dos dan a luz a la vez, sendas niñas, que horas después están en observación, la de Janis porque tenía problemas con la respiración extrauterina y la de Ana porque tiene bajo el azúcar en sangre, cosas sin importancia.

Exhaustas, las dos flamantes madres se encuentran en la habitación de Janis. La experiencia ha cambiado radicalmente a Ana, el tiempo que tuvo a su cría recién nacida acostada sobre su pecho, sintiendo su pequeño corazón palpitando al unísono con el suyo, ha borrado todo el miedo y la incertidumbre que sentía antes del parto.

Todos estos elementos pertenecen al género melodramático, pero yo decidí que Madres Paralelas sería un drama tenso y contenido, duro de interpretar y con una protagonista que tal vez no sea un modelo de conducta pero que me atraía justamente por eso.

A los pocos meses una serie de circunstancias concatenadas le demuestran a Janis, después de una prueba de ADN, que no es la madre biológica de Cecilia, el bebé que le entregaron en el hospital y cuya crianza se ha convertido en el motor de su vida. Arturo tampoco es el padre. Confusa y desgarrada, nada más enterarse Janis hace algunas llamadas para que le ayuden a tomar una decisión, llama a un abogado, a Arturo, a Ana, pero no encuentra a ninguno. Después de horas de angustia Janis decide enterrar su secreto, vivir como lo ha hecho hasta entonces, trabajando y cuidando de Cecilia, desactivar totalmente el pensamiento de que no es su hija, dejándose llevar por el amor absoluto que siente por la niña. Reacciona de un modo tan drástico como cuando rompió con Arturo. Janis es una mujer de decisiones férreas por las que después tiene que pagar un alto precio.

Se aísla, cambia de número de teléfono, deja de llamar a Ana, con quien mantenía una amistad telefónica desde que salieron del hospital. Tiene la sospecha infundada de que en el hospital podrían haberse equivocado y haberle entregado su hija a Ana y ella haber recibido la de la adolescente. Por eso la llamó nada más enterarse, para hacerla partícipe del descubrimiento, pero al no encontrarla se echa atrás. Su única certeza es que adora a Cecilia y que no concibe la vida sin ella.

Una mañana, cuando Cecilia ya tiene un año, Janis baja a la terraza que hay junto a su casa, en la esquina de la Plaza Comendadoras. Pide un café y le atiende una chica joven de aspecto dulcemente andrógino. Cuando repara en ella Janis descubre que es Ana, el corte de pelo la cambia tanto que resulta irreconocible.

Ana le cuenta que trabaja de camarera en la terraza, que ya ha cumplido dieciocho años y se ha ido de casa de su madre. El encuentro "casual" tiene aromas de Patricia Highsmith y de Hitchcock, una sorpresa inquietante. Aunque lo disimule, Janis se siente amenazada por la presencia de Ana. Para explicar su repentina vecindad, Ana le confiesa que realmente vino a su casa, a casa de Janis, pero que no se atrevió a pulsar el timbre y se pasó por el bar de la esquina, donde encontró trabajo. Janis disimula su sorpresa y se siente desarmada ante la absoluta naturalidad, carente de malicia, de la joven Ana. Deliberadamente no le pregunta por su hija, pero el súbito cambio de aspecto y de vida de Ana la perturba, el hecho de que haya venido a buscarla le hace temer que tenga alguna relación con su pequeña Cecilia, por absurdo que parezca. Janis prácticamente sale huyendo cuando coge un taxi que la lleva al estudio donde trabaja ese día, antes invita a Ana a su casa después del trabajo.
 
Nada más abrirle la puerta de la casa lo primero que le pregunta es por su hija, también llamada Ana. Si se ha fugado de casa de su madre, ¿se la ha llevado con ella?, ¿la deja en una guardaría durante las horas que trabaja en el bar? Janis la bombardea con preguntas del estilo mientras Ana guarda silencio, descompuesta por la pena. ¿Te pasa algo?, termina por preguntarle Janis. Mi Anita ha muerto, le responde Ana llorando. Janis se queda de piedra, en el supuesto de que les intercambiaran las niñas (aunque solo sea una hipótesis) acaba de enterarse de que su posible hija ha muerto. (No tiene ninguna demostración real, se siente confusa y paranoica.) Las dos mujeres sufren paralelamente. A Ana le conmueve que Janis empatice tanto con su dolor. De nuevo Janis debe disimular el torbellino de emociones que le provoca la información de Ana. Ana le enseña una foto de Anita, rebosante de salud (y Janis encuentra algún rasgo familiar en la foto). Le explica que lo suyo fue muerte súbita. Algo muy poco usual que puede ocurrirle a los bebes de pocos meses cuyo cerebro, todavía inmaduro, se olvida de dar la orden de respirar. Para huir de la mirada de Ana, Janis se acerca al monitor que muestra la imagen de Cecilia, un ruidito le indica que acaba de despertarse. Ana se levanta y contempla junto a Janis la imagen de la niña en el monitor. Janis la invita a verla en la habitación. La joven madre se derrite ante la contemplación de la niña, Janis las mira a las dos imaginándoselas como madre e hija, anticipándose al drama.

La situación le produce algo parecido al vértigo, el miedo al vacío hace que las personas con vértigo sientan una intensa atracción hacia el abismo. Janis siente la misma pulsión irracional con Ana. El miedo de que Ana sea la madre biológica de Cecilia, en vez de tratar de alejarla de su vida, la empuja a la reacción opuesta: Janis le propone a Ana trabajar en su casa y ocuparse de Cecilia, pues se quedó sin niñera y necesita a alguien que se ocupe de su hija. Por su parte Ana siente una gran atracción por Janis desde el día que coincidieron en el hospital, la posibilidad de vivir con ella y además dedicarse a Cecilia es lo más parecido a un sueño. La muerte de su hija le ha dejado un vacío que Cecilia llenará, Ana está entusiasmada con la idea.

Una vez que viven juntas Janis le toma unas muestras de saliva a Ana y a la niña, con el pretexto engañoso de que va a hacerles una analítica completa pero la auténtica razón es hacerles una prueba genética de maternidad. Y la prueba da positiva. Todo lo que parecía producto de su paranoia es cierto. Ana es la madre biológica de Cecilia.

Janis no está dispuesta a entregarle su hija a Ana, de momento trata de convertirla en la mejor ama de casa por si algún día tiene las fuerzas de hacer la trasferencia. Y el dilema moral en el que vive Janis se convierte en el punto central de la narración, un silencio que la carcome de dolor y vergüenza.


(*): Este texto de Pedro Almodóvar, remitido a NOTICINE.com por su productora El Deseo, describe detalles de su película "Madres paralelas", que se estrena el viernes 8 de octubre. Por su tamaño, lo hemos divido en dos entregas, este martes y miércoles.

Sigue nuestras últimas noticias por TWITTER.