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Entrevista en Málaga con Alfredo Castro: "La locura del no saber qué hacer me parece maravillosa"

por © Carolina G. Guerrero (Málaga)-NOTICINE.com
Alfredo Castro (T.Ayerdi)
Alfredo Castro (T.Ayerdi)
El hiperactivo actor chileno Alfredo Castro sigue su carrera de festivales, con "Karnawal", ahora en Málaga. Feliz de poder viajar y rodar a pesar de la pandemia, el multipremiado intérprete de "El club", "Los perros", "Tengo miedo torero", "Blanco en blanco" o "El Príncipe" ha rodado o estrenado trece películas y series sólo en los últimos dos años, la mejor prueba evidente de su valía ante la cámara. Con él habló NOTICINE.com en exclusiva.

- ¿Cómo se sintió cuando llegó a sus manos este papel tan diferente?
Es maravilloso porque es una coproducción muy importante donde se reúne todo un mundo latinoamericano, como Brasil, Perú, Argentina, México, Chile... pero también España y Noruega. Es una opera prima de Juan Pablo Félix, y es maravilloso. Es una película que nos toca mucho como mundo, ya que trata el tema de la inmigración, de las fronteras, del traslado de personas, de los tráficos con los niños, las armas... Tiene una metáfora muy linda que tiene que ver con el "Karnawal", que es una mezcla de palabras quechua con español. El Carnaval que se celebra a 4500 metros de altura, en la frontera entre Argentina y Bolivia, es el nacimiento del Diablo. Durante dos días el Diablo despierta, se le desentierra, la gente se vuelve loca, lo celebra... Y después se vuelve a tapar. Esa es la metáfora con el personaje de "El Corto", que sale de la cárcel por un momento a hacer lo que tiene que hacer.

- ¿Cuál fue su preparación para un papel así de particular?
Es algo que es distinto a lo que he hecho siempre. Me obligó a meterme en un mundo que yo no conocía, a reconocerlo, a irme a la Pampa, a la frontera argentina, a 4500 metros de altura. Un mundo donde las mujeres tienen un rol muy importante porque son las que trabajan, las que circulan con la mercadería entre Bolivia y Argentina. Para los hombres, es un mundo increíble porque con todo el machismo y el patriarcado latinoamericano, el hombre es un hombre que no existe casi. Es la mujer la que está sosteniendo el hogar.  Mónica Lairana, gran actriz argentina, es ella la que sostiene al chico. El universo del chico es rural, campesino, que todavía sobrevive con estos bailes folklóricos. En Argentina esto es una institución muy importante a la que el chico pertenece. También vemos, como hemos visto con la pandemia, que el arte es capaz de salvar a la humanidad en alguna medida, junto con el personal de la salud. El arte ha sostenido el espíritu de la población con sus bailes, su poesía, su música... Y es el chico el que salva a su padre, a su madre y a él mismo a través del baile.

- A pesar de ser un delincuente, y aparentemente ser una mala persona, su personaje también tiene sueños. ¿Serían más las circunstancias que le han tocado vivir que maldad realmente? ¿Es tan malo?
A mí me encanta porque los villanos con corazón son lo mejor. Es un villano que lo intenta todo: ser un buen padre, un buen exesposo, recuperar el amor, respetar a la nueva pareja de su mujer... Lo intenta todo, pero claro, la miseria lleva a los seres humanos a lugares muy impredecibles, muy locos. Y cuando está el espíritu de sobrevivir qué le vas a hacer. Y la cárcel es la cárcel. Yo creo que es un buen hombre, yo no enjuicio a mi personaje, me cuesta catalogarlo éticamente. Aunque él cumple varias éticas, la de la cárcel, la del delito, la del crimen, la del padre, la del buen hombre de familia... Va cumpliendo muchos roles en la medida que puede. Él también es el producto ético de una sociedad que no lo ha acogido, que no lo ha cuidado y que no le dio la oportunidad.

- ¿Cómo ha sido trabajar con Juan Pablo Félix?
Maravilloso porque a mí me gustan las operas primas, en las que el director viene con el espíritu abierto, sin prejuicios, a probar... Y vivimos historias maravillosas. Es un elenco muy interesante, muy lindo, internacional y maravilloso. Diego es un tremendo actor argentino con quien yo me encontré en "Rojo" primero. Hubo escenas en las que Juan Pablo me decía: "No resulta la escena, no sale, no existe". Y Mónica le decía: "¿Por qué no acercas la cámara un poco?". Y la escena sucedió. Un aprendizaje común muy maravilloso, con actores con más o menos experiencia con un director novato y fuimos aprendiendo en el camino. A mi la locura del no saber qué hacer también me parece maravillosa.

- El ambiente del malambo es un mundo aparte, ¿verdad?
Es un mundo muy especial que yo tampoco conocía. Yo creo que cada uno conoce sus países, sus bailes regionales que tienen todavía su existencia, moribunda pero existe. El malambo para mí era una locura inexistente y me doy cuenta de que hay asociaciones, hay grupos, contiendas anuales... El chico es campeón de malambo nacional. Entonces es un mundo en el que me metí a conocer, que me gustó mucho. Me emocioné mucho cuando lo vi bailar. Filmamos esa escena del baile cuando se enfrentan los dos grupos y veías a chicos de cinco o siete años bailando y yo llegué a las lágrimas, porque es una pasión desbordante. Llaman la atención estos mundos que van falleciendo a causa de la tecnología. Ahora con la pandemia especialmente, uno valora cuando ellos se juntan y compiten, pero compiten en hermandad, en buena ley. Es como estos festivales. ¿A quién le importa ganarse un premio? Lo que cuenta es verse, estar juntos y saber que ha sido el arte lo que ha salvado la salud mental de la población y uno se siente reconfortado y comprende realmente por qué está en esto.

- ¿Qué futuros proyectos tiene?
Voy a Bolivia para una película que se ha corrido un año y medio con un director también novel, es su segunda película. Además, con un chico que no es actor. Se llama "Perros" y es una película hermosa con un chico que lustra zapatos en la calle. Es muy interesante porque Bolivia hace años tuvo otra crisis económica muy fuerte y las familias mandaron a los chicos a lustrar botas a las calles, porque no podían comer y ellos salían a la calle con pasamontañas, solamente mostrando los ojos y todavía existen asociaciones que los reúnen, así como los grupos de Malambo. Parece increíble, pero son nuestros países. En la película el chico cree que este sastre es su padre.

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