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Nicolás Pereda y Gael García Bernal, en sección Wavelengths de Toronto

por © Lorena Hoyos-NOTICINE.com
"Cobre" y "Magellan"
"Cobre" y "Magellan"
El apartado Wavelengths del Festival de Toronto (Del 4 al 24 de septiembre), dedicado al cine con diferentes niveles de experimentación, acogerá dos películas en las que están implicados talentos mexicanos, la coproducción con Canadá "Cobre", de Nicolás Pereda, y la filipina de Lav Díaz "Magellan", protagonizada por Gael García Bernal en el papel del navegante. Ambas fueron previamente estrenadas en festivales franceses, el de Marsella la primera y el de Cannes la segunda.

"Cobre", de Pereda, autor antes de "Perpetuum Mobile" (2010), "Verano de Goliat" o "Lázaro de noche" (2024), es una película que oscila entre el drama social y el thriller psicológico. La historia sigue a Lázaro (Lázaro Rodríguez), un minero que sufre una enfermedad pulmonar y que, un día, en su camino al trabajo, encuentra un cadáver abandonado en la carretera. Al compartir este descubrimiento con su madre Tere (Teresita Sánchez) y su tía Rosa (Rosa Estela Juárez), recibe una advertencia: "No le digas a nadie".

A partir de ahí, la película se sumerge en un ambiente de sospecha y paranoia, donde la verdad se diluye entre rumores, mentiras y medias palabras. Lázaro, ya estigmatizado por sus compañeros de trabajo —que creen que exagera su enfermedad para evadir sus labores—, se convierte en un sospechoso cuando un joven minero asegura haberlo visto cerca del cuerpo sin vida.



El mexicano afincado en Canadá construye una atmósfera asfixiante y opresiva, filmada en tonos verdes y negros que reflejan la pesadumbre de un entorno dominado por la mina (siempre presente, pero nunca visible). Con planos largos y secuencias estáticas, el director captura la tensión no solo en los diálogos, sino en los silencios, las miradas y los gestos mínimos —una mano que se posa sobre otra, una expresión fugaz—.

"Cobre" es, en esencia, un estudio sobre la desconfianza y la fragilidad humana, donde la línea entre realidad y ficción se desdibuja. Como espectadores, nos vemos obligados a interpretar cada señal, a buscar la verdad en los ojos de Lázaro, cuya inocencia infantil contrasta con la carga de deseos y secretos que oculta.

Si "Cobre" es intimista y contenida, "Magellan" es expansiva y ambiciosa. Dirigida por el maestro filipino Lav Díaz (célebre por sus películas de larguísima duración y ritmo meditativo), esta cinta ofrece una reinterpretación no convencional, poética y a veces onírica de la vida del explorador portugués Fernando de Magallanes, interpretado por el tapatío Gael García Bernal.

Con una duración de 160 minutos (considerada "corta" para Díaz, quien ha anunciado que podría lanzar una versión extendida de 8 a 9 horas), la película no busca ser una biografía histórica, sino una reflexión sobre la violencia colonial, la obsesión por el poder y la fragilidad de los conquistadores.

La cinta abre y cierra con imágenes de masacres en Filipinas, estableciendo desde el principio el tono de denuncia. En un momento destacado, el crítico de cine argentino Roger Koza (en un papel sorprendentemente sólido) interpreta a Afonso de Albuquerque, un comandante portugués que, en un monólogo ebrio, justifica la brutalidad de la colonización.

García Bernal, por su parte, encarna a un Magallanes melancólico y contradictorio, cuya épica no se reduce a hazañas náuticas, sino que incluye escenas surrealistas, diálogos filosóficos y momentos de puro lirismo visual, como su relación con Beatriz (Ângela Azevedo), retratada en secuencias casi fantasmagóricas.

A diferencia de otras obras de Díaz, "Magellan" es una de sus películas más accesibles, aunque no por ello menos desafiantes. Combina el slow cinema con escenas de rebeliones en altamar, negociaciones políticas y secuencias oníricas, creando un mosaico fascinante sobre los mitos y horrores de la conquista.

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