Cómo es "La hija cóndor", película boliviana que se estrenará en Toronto
- por © Corresponsal (Bolivia)-NOTICINE.com

Entre las montañas de los Andes bolivianos, donde el silencio solo se rompe con el viento o el llanto de un recién nacido, una joven partera quechua canta para calmar a las mujeres en trabajo de parto. Su voz, dicen en su comunidad, es un don de los dioses. Pero cuando conoce a un grupo de músicos urbanos, ese mismo don la llevará a cuestionar su lugar en el mundo. Esta es la historia que el cineasta cochabambino Álvaro Olmos Torrico lleva al Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF) en septiembre, con varias proyecciones los días 7 y 10, dentro de la sección Centrepiece, dedicada a lo más destacado del cine de autor global.
La película, titulada "La hija cóndor", es una coproducción entre Bolivia, Uruguay y Perú inspirada en un encuentro real. Olmos conoció a una partera quechua durante un viaje por las montañas. "Era la última en su región", recuerda el director. "Aprendí a comunicarme con ella a través de miradas. Cuando murió, entendí el vacío que dejaba: no solo asistía partos, sino que transmitía saberes ancestrales". La filmación se realizó en la misma comunidad donde aquella mujer vivió, con actores no profesionales y un equipo que incluyó al peruano Nicolás Wong Díaz como director de fotografía. "Capturamos la luz que se filtraba por las ventanas, la textura de la piel en la noche", explica Olmos.
El conflicto central de la historia —la joven que abandona su rol de partera para perseguir un sueño musical— refleja una tensión recurrente en el cine latinoamericano: la migración del campo a la ciudad, pero también de lo colectivo a lo individual. "Es una película sobre miradas", dice Olmos. "Sobre lo que se dice y lo que se calla, sobre el sonido y el silencio". Las escenas de parto, filmadas con crudeza pero sin sensacionalismo, contrastan con las secuencias urbanas, donde la protagonista descubre un mundo distinto.
El elenco, compuesto mayormente por habitantes de la región, enfrentó desafíos técnicos y emocionales. "Los protagonistas nunca habían actuado", reconoce el director. "Hubo que guiarlos en escenas complejas, pero su autenticidad era irreemplazable".
Que "La hija cóndor" haya sido seleccionada para el TIFF —en su 50 edición— no es un dato menor. La sección Centrepiece suele ser termómetro para el cine que luego recorre otros festivales y un buen lugar para gestionar ventas internacionales. Además, comparte cartel con trabajos de nombres consagrados como el estadounidense Richard Linklater ("Blue Moon") o el alemán Christian Petzold ("Miroirs No. 3").
Para Olmos, fundador de la plataforma BoliviaCine.com, este reconocimiento es también una oportunidad para el cine boliviano. "Es un privilegio estrenar aquí", dice. El proyecto ya había llamado la atención en etapas de desarrollo, cuando ganó premios en Ventana Sur y Cinélatino Toulouse.
Tras su paso por Toronto, la película buscará distribución internacional. Mientras tanto, el director insiste en que no se trata de un relato folclórico, sino de una historia íntima con ecos universales. "Habla de cómo decidimos honrar —o traicionar— lo que heredamos", dice. Y en ese sentido, la partera quechua y su hija cantora podrían ser cualquiera.
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La película, titulada "La hija cóndor", es una coproducción entre Bolivia, Uruguay y Perú inspirada en un encuentro real. Olmos conoció a una partera quechua durante un viaje por las montañas. "Era la última en su región", recuerda el director. "Aprendí a comunicarme con ella a través de miradas. Cuando murió, entendí el vacío que dejaba: no solo asistía partos, sino que transmitía saberes ancestrales". La filmación se realizó en la misma comunidad donde aquella mujer vivió, con actores no profesionales y un equipo que incluyó al peruano Nicolás Wong Díaz como director de fotografía. "Capturamos la luz que se filtraba por las ventanas, la textura de la piel en la noche", explica Olmos.
El conflicto central de la historia —la joven que abandona su rol de partera para perseguir un sueño musical— refleja una tensión recurrente en el cine latinoamericano: la migración del campo a la ciudad, pero también de lo colectivo a lo individual. "Es una película sobre miradas", dice Olmos. "Sobre lo que se dice y lo que se calla, sobre el sonido y el silencio". Las escenas de parto, filmadas con crudeza pero sin sensacionalismo, contrastan con las secuencias urbanas, donde la protagonista descubre un mundo distinto.
El elenco, compuesto mayormente por habitantes de la región, enfrentó desafíos técnicos y emocionales. "Los protagonistas nunca habían actuado", reconoce el director. "Hubo que guiarlos en escenas complejas, pero su autenticidad era irreemplazable".
Que "La hija cóndor" haya sido seleccionada para el TIFF —en su 50 edición— no es un dato menor. La sección Centrepiece suele ser termómetro para el cine que luego recorre otros festivales y un buen lugar para gestionar ventas internacionales. Además, comparte cartel con trabajos de nombres consagrados como el estadounidense Richard Linklater ("Blue Moon") o el alemán Christian Petzold ("Miroirs No. 3").
Para Olmos, fundador de la plataforma BoliviaCine.com, este reconocimiento es también una oportunidad para el cine boliviano. "Es un privilegio estrenar aquí", dice. El proyecto ya había llamado la atención en etapas de desarrollo, cuando ganó premios en Ventana Sur y Cinélatino Toulouse.
Tras su paso por Toronto, la película buscará distribución internacional. Mientras tanto, el director insiste en que no se trata de un relato folclórico, sino de una historia íntima con ecos universales. "Habla de cómo decidimos honrar —o traicionar— lo que heredamos", dice. Y en ese sentido, la partera quechua y su hija cantora podrían ser cualquiera.
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