South Series Festival: Paco León, Premio de Honor, dice que aún se considera "una joven promesa"
- por © Carolina G.Guerrero (Cádiz)

El Gran Teatro Falla, testigo de tantas historias y carcajadas, dentro y fuera del carnaval gaditano, fue el escenario en el que el actor, cómico y director sevillano Paco León recibió el domingo el Premio de Honor del South International Series Festival. "Estos premios se le suelen dar a las viejas glorias", dijo ante los medios con una sonrisa, "y yo todavía me considero una joven promesa".
La ironía, esa herramienta que siempre lo ha acompañado, floreció en sus palabras. "Soy profeta en mi tierra, y como cómico que soy —y los cómicos son poco premiados—, estoy muy contento con este premio", afirmó. Cuando se le pidió que mirara atrás y eligiera tres trabajos de los que se sintiera especialmente orgulloso, no dudó. Mencionó su primer contacto a nivel nacional, un punto de partida que aún recuerda con nitidez. Habló de Raquel Revuelta en "Homo Zapping", un personaje que le permitió romper moldes. Y, por supuesto, se refirió a Luisma en "Aída", un rol que lleva consigo como una segunda piel. "De él me siento muy orgulloso", confesó. Como director, destacó una de las "Carminas", esas películas que nacieron de lo más íntimo y popular.
El futuro, sin embargo, se presenta como un lienzo en blanco. Preguntado sobre un posible nuevo proyecto serial tras el éxito de "Arde Madrid", fue claro: "De momento no entra en mis planes". La incertidumbre sobre qué viene después no parece angustiarlo, sino más bien intrigarlo. "No sé qué será lo próximo", admitió. "Confío en que, como dicen, la carrera de los actores empieza a los cincuenta, así que estoy empezando".
La pregunta sobre el discurso de agradecimiento le arrancó una risa genuina. "Pues me acabas de amargar el día, porque no tengo nada preparado", bromeó. "Me parece muy bien que me den un premio, y nunca me preparo nada, y luego lo paso mal. Pero ya pensaré a ver qué digo". Esa espontaneidad parece ser el combustible de su proceso creativo.
Reflexionando sobre su propia vis cómica, recordó sus inicios en el teatro. "Mi primer papel era servir una mesa como camarero. Yo no entendía nada, porque salía a escena sin decir una palabra y todo el mundo se reía muchísimo". De esa experiencia nació una pregunta que aún resuena en él: "¿Qué hago yo con esto?". La respuesta, asegura, ha sido una búsqueda constante. "Te pones a estudiar de todo, y luego está la intuición, que es una alquimia". Para León, la comedia que realmente le interesa debe contener algo más que punchlines. "Tiene que tener poesía, valores y humanidad".
El tema del compromiso inevitablemente surgió. En un mundo donde muchos artistas alzan la voz, él se define de otra manera. "Reconozco que hay gente muy activista, y yo me comprometo con lo humano, pero con lo político no me siento cómodo". Mencionó el conflicto de Gaza como un ejemplo de algo que trasciende la política. "Es algo humanamente insoportable, y es muy difícil estar al margen de eso".
Se encuentra, dice, en un "momento de inflexión". "Quiero vivir cien años y estoy ahora en esa bisagra". Una de sus convicciones más firmes es que "tenemos más libertad de la que usamos. Al final, muchos nos coartamos como creadores, y por eso pienso que nos sobra esa libertad que no terminamos de usar".
Rindió un homenaje especial a la ciudad que lo acogía. "Cádiz es la capital del ingenio", proclamó, "y estoy muy agradecido y contento con este galardón". Recordó una conversación con el gaditano Álex O'Dogherty que lo marcó. "Me confesó: ‘tengo miedo de convertirme en un actor’. Y yo lo entendí perfectamente, porque un cómico siempre está vivo, al límite, en peligro. El actor es más acomodaticio". Ese miedo a la comodidad, a perder la esencia del artista que empezó "encima de una caja de Coca-Cola en bares", es lo que quiere conservar.
La gala de entrega, celebrada en el Falla, fue testigo de un reencuentro emotivo. Se proyectó el capítulo "El cielo puede esperar" de "Aída", que no se veía desde 2007. El público, que llenó el teatro hasta la bandera, revivió las peripecias de Luisma y el reparto. Más tarde, en un coloquio titulado "El humor como espejo de lo que somos", León, junto a Mélani Olivares y otros creadores, diseccionó cómo la serie logró capturar una época y una manera de ser.
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La ironía, esa herramienta que siempre lo ha acompañado, floreció en sus palabras. "Soy profeta en mi tierra, y como cómico que soy —y los cómicos son poco premiados—, estoy muy contento con este premio", afirmó. Cuando se le pidió que mirara atrás y eligiera tres trabajos de los que se sintiera especialmente orgulloso, no dudó. Mencionó su primer contacto a nivel nacional, un punto de partida que aún recuerda con nitidez. Habló de Raquel Revuelta en "Homo Zapping", un personaje que le permitió romper moldes. Y, por supuesto, se refirió a Luisma en "Aída", un rol que lleva consigo como una segunda piel. "De él me siento muy orgulloso", confesó. Como director, destacó una de las "Carminas", esas películas que nacieron de lo más íntimo y popular.
El futuro, sin embargo, se presenta como un lienzo en blanco. Preguntado sobre un posible nuevo proyecto serial tras el éxito de "Arde Madrid", fue claro: "De momento no entra en mis planes". La incertidumbre sobre qué viene después no parece angustiarlo, sino más bien intrigarlo. "No sé qué será lo próximo", admitió. "Confío en que, como dicen, la carrera de los actores empieza a los cincuenta, así que estoy empezando".
La pregunta sobre el discurso de agradecimiento le arrancó una risa genuina. "Pues me acabas de amargar el día, porque no tengo nada preparado", bromeó. "Me parece muy bien que me den un premio, y nunca me preparo nada, y luego lo paso mal. Pero ya pensaré a ver qué digo". Esa espontaneidad parece ser el combustible de su proceso creativo.
Reflexionando sobre su propia vis cómica, recordó sus inicios en el teatro. "Mi primer papel era servir una mesa como camarero. Yo no entendía nada, porque salía a escena sin decir una palabra y todo el mundo se reía muchísimo". De esa experiencia nació una pregunta que aún resuena en él: "¿Qué hago yo con esto?". La respuesta, asegura, ha sido una búsqueda constante. "Te pones a estudiar de todo, y luego está la intuición, que es una alquimia". Para León, la comedia que realmente le interesa debe contener algo más que punchlines. "Tiene que tener poesía, valores y humanidad".
El tema del compromiso inevitablemente surgió. En un mundo donde muchos artistas alzan la voz, él se define de otra manera. "Reconozco que hay gente muy activista, y yo me comprometo con lo humano, pero con lo político no me siento cómodo". Mencionó el conflicto de Gaza como un ejemplo de algo que trasciende la política. "Es algo humanamente insoportable, y es muy difícil estar al margen de eso".
Se encuentra, dice, en un "momento de inflexión". "Quiero vivir cien años y estoy ahora en esa bisagra". Una de sus convicciones más firmes es que "tenemos más libertad de la que usamos. Al final, muchos nos coartamos como creadores, y por eso pienso que nos sobra esa libertad que no terminamos de usar".
Rindió un homenaje especial a la ciudad que lo acogía. "Cádiz es la capital del ingenio", proclamó, "y estoy muy agradecido y contento con este galardón". Recordó una conversación con el gaditano Álex O'Dogherty que lo marcó. "Me confesó: ‘tengo miedo de convertirme en un actor’. Y yo lo entendí perfectamente, porque un cómico siempre está vivo, al límite, en peligro. El actor es más acomodaticio". Ese miedo a la comodidad, a perder la esencia del artista que empezó "encima de una caja de Coca-Cola en bares", es lo que quiere conservar.
La gala de entrega, celebrada en el Falla, fue testigo de un reencuentro emotivo. Se proyectó el capítulo "El cielo puede esperar" de "Aída", que no se veía desde 2007. El público, que llenó el teatro hasta la bandera, revivió las peripecias de Luisma y el reparto. Más tarde, en un coloquio titulado "El humor como espejo de lo que somos", León, junto a Mélani Olivares y otros creadores, diseccionó cómo la serie logró capturar una época y una manera de ser.
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