Jorge Riquelme, en Huelva con "Isla Negra": "El cine tiene que ser una herramienta de cambio, remover conciencias"
- por © Jon Apaolaza (Huelva)-NOTICINE.com
La 51 edición del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva acogió en su recta final a la cinta chilena "Isla Negra", la más reciente producción del cineasta chileno Jorge Riquelme. Su estreno mundial tuvo lugar en el Festival de Cine de Torino, Italia, hace un año, y aún le quedan algunas citas pendientes este mismo 2025. Para Riquelme, el cine es un arma cargada de futuro y capaz de remover conciencias, según compartió con NOTICINE.com en exclusiva.
- Esta película ya tiene prácticamente un año desde que se puso en el primer festival. ¿Cómo ha sido esa trayectoria que ha tenido?
Muy interesante, muy lindo, el recorrido que ha tenido la película. Ha estado en Francia, bueno, ahora en España, en Italia, en Suiza, Argentina, Brasil, Chile... estuvo presente también. Ahora nos vamos a La Habana. Me satisface que la película haya sido capaz de interpelar al espectador, que le hiciera de cierta manera ir tomando partido con los personajes y siento que la película logra ese cometido de interpelarlos, de removerlos. Genera una conexión particular con el espectador. Me interesa desarrollar eso en el cine.
- ¿La acogida ha sido similar en todas partes?
Ha sido bastante universal. Pensé que tenía una película chilena porque se tocan problemáticas muy chilenas o latinoamericanas, si se quiere decir, pero es bastante universal. Sus temas están pasando en muchos países: el tema del derecho a la vivienda, el tema de la lucha de clases, el tema de la ecología, el machismo, los pueblos originarios... Nos reflejan como sociedad y eso hace que la película sea universal.
- En Chile, en particular, en los últimos años ha habido una cierta revisión de lo que ha sido la relación con los pueblos originarios. ¿Cómo se refleja esto en "Isla Negra"?
Sí, en esta película propiamente no son mapuches los personajes, pero está la bandera mapuche. Fue un tema que durante el proceso de investigación, cuando iba a visitar a esa familia desalojada, y todas las familias tenían la bandera mapuche puesta, porque estaban en un estado de desesperación, de presión de la inmobiliaria que los quería sacar de sus casas. La bandera mapuche representa un símbolo importante de la pérdida del territorio, de los territorios ancestrales que han sido despojados por el Estado de Chile, por las clases altas que han tomado esos territorios, y me parecía interesante usarlo como símbolo de resistencia, que era lo que representa para estas familias que están en esos estados. De hecho, la bandera que utilizamos es de una de las familias que nos compartió su testimonio; es una bandera que se nota que lleva tiempo ahí resistiendo. Quisimos llevar y también tocar esa capa. Es una película que toca varias capas de la sociedad y que sin ser discursiva hace que el espectador vaya desmenuzando todas estas problemáticas.
- Ese revisionismo respecto de los errores cometidos en el pasado, ¿es posible que se revierta ahora si se materializa el riesgo de que vuelva a ganar la derecha?
Creo que van a ser tiempos muy duros si es que Kast termina siendo el presidente de Chile. Hablo de este periodo oscuro que está pasando en varios países de Latinoamérica y en el mundo, donde las ultraderechas están tomando el poder, y va a ser muy duro para el pueblo mapuche porque se han dedicado desde la dictadura a instalarlos como terroristas. Todos durante su proceso de campaña manifestaron mano dura de "vamos a darle la guerra al terrorismo", y me parece brutal, un retroceso a todos los avances que habíamos logrado. Creo que es terrible, ojalá que no se materialice. Todo apunta a que así va a ser, pero esperemos que no, que haya un despertar de conciencia porque ya la votación se polarizó, se llevó a dos extremos. Es muy duro también para la cultura; va a ser un golpazo para la cultura si es que termina saliendo Kast.
- ¿Por qué cree usted que ocurre eso en nuestras sociedades? Nuestros padres o abuelos han conocido esas dictaduras, han sido testigos de las represiones, de la falta de libertad y ahora parece que sus nietos se sienten de nuevo seducidos por aquello. ¿Qué hemos hecho mal nosotros?
Yo creo que son los tiempos un poco del individualismo, del vacío espiritual. No responsabilizo solo a los jóvenes, creo que es una cosa transversal, social, del discurso clásico de la inseguridad, del constante bombardeo visual, del peligro de salir a la calle, de la delincuencia que está ahí, de la mano dura, de "erradicar a los inmigrantes venezolanos"... Entonces es un discurso bastante facilista, pero constante de bombardeo, de generar sensación de caos, y que ellos -la ultraderecha- vienen a limpiar esto y a traer ese orden que la sociedad chilena estaba pidiendo. Creo que hay una falta de conexión, una falta de entendimiento también.
- Aquí en España, que está habiendo casos bastante parecidos, la gente no sabe, los jóvenes no saben realmente lo que fue el franquismo, no saben lo que fue Pinochet. Algo habremos hecho mal para no haber sido capaces de explicárselo...
Yo creo que en Chile hay un tema de impunidad que logró establecer la derecha. Consiguió mantener esa falta de justicia, de no un castigo efectivo a la gente que hizo tanto daño, que torturó, desapareció gente, y entonces como que se fue tapando, se fue metiendo bajo la alfombra. Las nuevas generaciones no son tan conscientes de todo el daño o lo ven como una película lejana que no les afectó a ellos. Esa gente que obtuvo poder durante la dictadura sigue en el poder, no lo han perdido y esa falta de justicia creo que es la que hace que se vuelvan a repetir los ejemplos. En Chile, la impunidad fue brutal. Los dueños del país siguen siendo los mismos y eso no se toca.
- Sí, porque en Chile hubo un claro apoyo del poder económico a la dictadura primero y ahora a la derecha, ¿no?
Sí, el modelo económico se mantuvo y se instauró. Si bien hubo más acceso a cosas que realmente no sirven mucho, los grandes ejes de una sociedad como la salud, la educación, están privatizadas y cada vez es más difícil acceder a eso. Entonces es una brecha de desigualdad social muy interesante y creo que "Isla Negra" también es un reflejo de esas problemáticas, porque están instauradas ahí y siguen estando.
- Hablemos un poco de la película. Contar con Alfredo Castro, que es un actor comprometido, un hombre con las ideas muy claras, ¿cree usted que ha sido importante para la película, que quizás otro actor menos politizado no hubiera tenido esa implicación?
Sí, totalmente. Alfredo representa, es un ícono, tanto en la actuación como un personaje importante a nivel cultural. Es un gestor, es director de teatro, dramaturgo, uno de los actores más importantes y una persona muy consecuente y muy presente en lo político. A él no le interesa solo interpretar un personaje que no tenga capas de profundidad, que tenga una mirada social y una mirada política; hay un discurso en todo lo que él hace y eso es lo que lo moviliza como intérprete. Es un actor que es consciente de generar esa consciencia, de generar ese despertar en las nuevas generaciones, en la antigua generación. Además, es un personaje muy odiado por la derecha chilena, constantemente lo están atacando en redes sociales, porque él no tiene miedo. Fue un placer trabajar con él y tenerlo en ese puesto, aparte él interpretando al dueño del inmobiliario era muy interesante.
- ¿Cómo ha reaccionado el público chileno respecto a la película?
Fue muy buena la reacción. Yo creo que la película logra eso, de interpelar al espectador. Se politiza la sala, se toma partido, se toman caminos y el gran desafío que teníamos era hacer una película no binaria en su discurso, sino que fuera amplia, que se metiera en las zonas de grises, más que de blancos y negros. El espectador va ahí como entendiendo y tomando posición, "qué haría yo frente a esas problemáticas". Me pasó en Mar del Plata: se generó un verdadero debate en la sala, los puntos de vista se enfrentaron y casi que yo no hablé y sí lo hizo la gente. Fue muy interesante porque la película logró esa conexión y ese tomar partido.
- Eso me imagino que para usted como creador ha sido muy satisfactorio, es decir, haber sido capaz de generar controversia, que no deje indiferente a la gente.
Sí, son tiempos de mucho consumo de imagen vacía, de mucho celular, de muchas redes sociales, de plataformas, de películas que uno ve y son fórmulas repetidas. El cine que a mí me interesa y los grandes realizadores y realizadoras que a mí me interesan tienen que ver con interpelación al espectador, tienen que ver con removernos un poco, de tomar conciencia de lo que se está viendo y de lo que se está viviendo. Entonces el cine me parece que es una herramienta de cambio muy fuerte. La función aquí en Huelva lo retrató muy bien, y creo que la gente se llevó la película y siguió comentando los temas que ahí se trataron. La película te atraviesa físicamente, estuvo viva la sala y genera eso, te remueve.
- ¿Y qué es lo siguiente para usted?
Estoy escribiendo mi cuarta película, que nace desde un documental que hice en la escuela y que tiene que ver con la doble vida de un personaje. No quiero contar mucho todavía, pero está centrada en una historia humana, centrada en un personaje principal que lleva una doble vida y que van a luchar esas dos fuerzas internas a medida que avanza la historia.
- ¿Cree usted que se puede calificar también de película política o no tanto?
Yo creo que sí, que se va a meter también ahí en la pata de los caballos. Creo que el cine tiene que ser una herramienta de cambio, no solo de entretención. Es una película que siempre tiene una mirada política detrás. Acá son otros temas los que se van a poner en valor, pero son temas universales y urgentes de tratar.
- ¿Cómo está el cine en Chile?
El cine en Chile, yo creo que a nivel de realización está muy fuerte y se están haciendo muchas cosas. Falta todavía el trabajo de distribución, de hacer que estas películas que gustan tanto en festivales y que conectan con audiencias, logren también conectar con el público local. Nos acostumbramos mucho a consumir producciones hollywoodenses, mucho blockbuster... Al público le falta conectar con las temáticas y las problemáticas latinoamericanas y creo que es un tema de distribución. Hay que generar audiencia, hay que hacer acceso fácil para el público. Creo que hay una transformación importante que se tiene que hacer a nivel educativo, que se tiene que pasar en los colegios todo el cine latinoamericano que la gente pueda ver, entender y valorar ese cine, porque se provoca este distanciamiento.
- Últimamente las plataformas parece que están invirtiendo en industria chilena audiovisual. ¿Cuál puede y debería ser su papel?
Creo que tiene que haber ahí una conexión desde ambos lados, que la plataforma vaya con su fuerza de producción, con sus recursos para hacer películas de fácil acceso porque la gente la puede ver y consumir libremente cuando quiere, en donde quiere, pero también las plataformas tienen que tener que no se puede estar repitiendo constantemente una fórmula, sino hay que hacer un cine bueno, un cine de calidad. El cine que está bien hecho también es entretenido, también conecta con el público y se pueden tocar otros temas. No hay que subestimar al público y las plataformas tienen que arriesgar un poquito.
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- Esta película ya tiene prácticamente un año desde que se puso en el primer festival. ¿Cómo ha sido esa trayectoria que ha tenido?
Muy interesante, muy lindo, el recorrido que ha tenido la película. Ha estado en Francia, bueno, ahora en España, en Italia, en Suiza, Argentina, Brasil, Chile... estuvo presente también. Ahora nos vamos a La Habana. Me satisface que la película haya sido capaz de interpelar al espectador, que le hiciera de cierta manera ir tomando partido con los personajes y siento que la película logra ese cometido de interpelarlos, de removerlos. Genera una conexión particular con el espectador. Me interesa desarrollar eso en el cine.
- ¿La acogida ha sido similar en todas partes?
Ha sido bastante universal. Pensé que tenía una película chilena porque se tocan problemáticas muy chilenas o latinoamericanas, si se quiere decir, pero es bastante universal. Sus temas están pasando en muchos países: el tema del derecho a la vivienda, el tema de la lucha de clases, el tema de la ecología, el machismo, los pueblos originarios... Nos reflejan como sociedad y eso hace que la película sea universal.
- En Chile, en particular, en los últimos años ha habido una cierta revisión de lo que ha sido la relación con los pueblos originarios. ¿Cómo se refleja esto en "Isla Negra"?
Sí, en esta película propiamente no son mapuches los personajes, pero está la bandera mapuche. Fue un tema que durante el proceso de investigación, cuando iba a visitar a esa familia desalojada, y todas las familias tenían la bandera mapuche puesta, porque estaban en un estado de desesperación, de presión de la inmobiliaria que los quería sacar de sus casas. La bandera mapuche representa un símbolo importante de la pérdida del territorio, de los territorios ancestrales que han sido despojados por el Estado de Chile, por las clases altas que han tomado esos territorios, y me parecía interesante usarlo como símbolo de resistencia, que era lo que representa para estas familias que están en esos estados. De hecho, la bandera que utilizamos es de una de las familias que nos compartió su testimonio; es una bandera que se nota que lleva tiempo ahí resistiendo. Quisimos llevar y también tocar esa capa. Es una película que toca varias capas de la sociedad y que sin ser discursiva hace que el espectador vaya desmenuzando todas estas problemáticas.
- Ese revisionismo respecto de los errores cometidos en el pasado, ¿es posible que se revierta ahora si se materializa el riesgo de que vuelva a ganar la derecha?
Creo que van a ser tiempos muy duros si es que Kast termina siendo el presidente de Chile. Hablo de este periodo oscuro que está pasando en varios países de Latinoamérica y en el mundo, donde las ultraderechas están tomando el poder, y va a ser muy duro para el pueblo mapuche porque se han dedicado desde la dictadura a instalarlos como terroristas. Todos durante su proceso de campaña manifestaron mano dura de "vamos a darle la guerra al terrorismo", y me parece brutal, un retroceso a todos los avances que habíamos logrado. Creo que es terrible, ojalá que no se materialice. Todo apunta a que así va a ser, pero esperemos que no, que haya un despertar de conciencia porque ya la votación se polarizó, se llevó a dos extremos. Es muy duro también para la cultura; va a ser un golpazo para la cultura si es que termina saliendo Kast.
- ¿Por qué cree usted que ocurre eso en nuestras sociedades? Nuestros padres o abuelos han conocido esas dictaduras, han sido testigos de las represiones, de la falta de libertad y ahora parece que sus nietos se sienten de nuevo seducidos por aquello. ¿Qué hemos hecho mal nosotros?
Yo creo que son los tiempos un poco del individualismo, del vacío espiritual. No responsabilizo solo a los jóvenes, creo que es una cosa transversal, social, del discurso clásico de la inseguridad, del constante bombardeo visual, del peligro de salir a la calle, de la delincuencia que está ahí, de la mano dura, de "erradicar a los inmigrantes venezolanos"... Entonces es un discurso bastante facilista, pero constante de bombardeo, de generar sensación de caos, y que ellos -la ultraderecha- vienen a limpiar esto y a traer ese orden que la sociedad chilena estaba pidiendo. Creo que hay una falta de conexión, una falta de entendimiento también.
- Aquí en España, que está habiendo casos bastante parecidos, la gente no sabe, los jóvenes no saben realmente lo que fue el franquismo, no saben lo que fue Pinochet. Algo habremos hecho mal para no haber sido capaces de explicárselo...
Yo creo que en Chile hay un tema de impunidad que logró establecer la derecha. Consiguió mantener esa falta de justicia, de no un castigo efectivo a la gente que hizo tanto daño, que torturó, desapareció gente, y entonces como que se fue tapando, se fue metiendo bajo la alfombra. Las nuevas generaciones no son tan conscientes de todo el daño o lo ven como una película lejana que no les afectó a ellos. Esa gente que obtuvo poder durante la dictadura sigue en el poder, no lo han perdido y esa falta de justicia creo que es la que hace que se vuelvan a repetir los ejemplos. En Chile, la impunidad fue brutal. Los dueños del país siguen siendo los mismos y eso no se toca.
- Sí, porque en Chile hubo un claro apoyo del poder económico a la dictadura primero y ahora a la derecha, ¿no?
Sí, el modelo económico se mantuvo y se instauró. Si bien hubo más acceso a cosas que realmente no sirven mucho, los grandes ejes de una sociedad como la salud, la educación, están privatizadas y cada vez es más difícil acceder a eso. Entonces es una brecha de desigualdad social muy interesante y creo que "Isla Negra" también es un reflejo de esas problemáticas, porque están instauradas ahí y siguen estando.
- Hablemos un poco de la película. Contar con Alfredo Castro, que es un actor comprometido, un hombre con las ideas muy claras, ¿cree usted que ha sido importante para la película, que quizás otro actor menos politizado no hubiera tenido esa implicación?
Sí, totalmente. Alfredo representa, es un ícono, tanto en la actuación como un personaje importante a nivel cultural. Es un gestor, es director de teatro, dramaturgo, uno de los actores más importantes y una persona muy consecuente y muy presente en lo político. A él no le interesa solo interpretar un personaje que no tenga capas de profundidad, que tenga una mirada social y una mirada política; hay un discurso en todo lo que él hace y eso es lo que lo moviliza como intérprete. Es un actor que es consciente de generar esa consciencia, de generar ese despertar en las nuevas generaciones, en la antigua generación. Además, es un personaje muy odiado por la derecha chilena, constantemente lo están atacando en redes sociales, porque él no tiene miedo. Fue un placer trabajar con él y tenerlo en ese puesto, aparte él interpretando al dueño del inmobiliario era muy interesante.
- ¿Cómo ha reaccionado el público chileno respecto a la película?
Fue muy buena la reacción. Yo creo que la película logra eso, de interpelar al espectador. Se politiza la sala, se toma partido, se toman caminos y el gran desafío que teníamos era hacer una película no binaria en su discurso, sino que fuera amplia, que se metiera en las zonas de grises, más que de blancos y negros. El espectador va ahí como entendiendo y tomando posición, "qué haría yo frente a esas problemáticas". Me pasó en Mar del Plata: se generó un verdadero debate en la sala, los puntos de vista se enfrentaron y casi que yo no hablé y sí lo hizo la gente. Fue muy interesante porque la película logró esa conexión y ese tomar partido.
- Eso me imagino que para usted como creador ha sido muy satisfactorio, es decir, haber sido capaz de generar controversia, que no deje indiferente a la gente.
Sí, son tiempos de mucho consumo de imagen vacía, de mucho celular, de muchas redes sociales, de plataformas, de películas que uno ve y son fórmulas repetidas. El cine que a mí me interesa y los grandes realizadores y realizadoras que a mí me interesan tienen que ver con interpelación al espectador, tienen que ver con removernos un poco, de tomar conciencia de lo que se está viendo y de lo que se está viviendo. Entonces el cine me parece que es una herramienta de cambio muy fuerte. La función aquí en Huelva lo retrató muy bien, y creo que la gente se llevó la película y siguió comentando los temas que ahí se trataron. La película te atraviesa físicamente, estuvo viva la sala y genera eso, te remueve.
- ¿Y qué es lo siguiente para usted?
Estoy escribiendo mi cuarta película, que nace desde un documental que hice en la escuela y que tiene que ver con la doble vida de un personaje. No quiero contar mucho todavía, pero está centrada en una historia humana, centrada en un personaje principal que lleva una doble vida y que van a luchar esas dos fuerzas internas a medida que avanza la historia.
- ¿Cree usted que se puede calificar también de película política o no tanto?
Yo creo que sí, que se va a meter también ahí en la pata de los caballos. Creo que el cine tiene que ser una herramienta de cambio, no solo de entretención. Es una película que siempre tiene una mirada política detrás. Acá son otros temas los que se van a poner en valor, pero son temas universales y urgentes de tratar.
- ¿Cómo está el cine en Chile?
El cine en Chile, yo creo que a nivel de realización está muy fuerte y se están haciendo muchas cosas. Falta todavía el trabajo de distribución, de hacer que estas películas que gustan tanto en festivales y que conectan con audiencias, logren también conectar con el público local. Nos acostumbramos mucho a consumir producciones hollywoodenses, mucho blockbuster... Al público le falta conectar con las temáticas y las problemáticas latinoamericanas y creo que es un tema de distribución. Hay que generar audiencia, hay que hacer acceso fácil para el público. Creo que hay una transformación importante que se tiene que hacer a nivel educativo, que se tiene que pasar en los colegios todo el cine latinoamericano que la gente pueda ver, entender y valorar ese cine, porque se provoca este distanciamiento.
- Últimamente las plataformas parece que están invirtiendo en industria chilena audiovisual. ¿Cuál puede y debería ser su papel?
Creo que tiene que haber ahí una conexión desde ambos lados, que la plataforma vaya con su fuerza de producción, con sus recursos para hacer películas de fácil acceso porque la gente la puede ver y consumir libremente cuando quiere, en donde quiere, pero también las plataformas tienen que tener que no se puede estar repitiendo constantemente una fórmula, sino hay que hacer un cine bueno, un cine de calidad. El cine que está bien hecho también es entretenido, también conecta con el público y se pueden tocar otros temas. No hay que subestimar al público y las plataformas tienen que arriesgar un poquito.
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