Imprimir

Carlos Pirovano (INCAA) desmiente a productores y cineastas, y acusa a sindicatos de ser "los villanos de la película"

por © Redacción (Argentina)-NOTICINE.com
Pirovano, en Diario Uno
Pirovano, en Diario Uno
El economista Carlos Pirovano, presidente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), enfrenta un clima de tensiones tras las críticas de actores como Darío Grandinetti y un duro comunicado del Espacio Audiovisual Nacional (EAN), que calificó su primer año de gestión como "altamente negativo". En una entrevista extensa con Infobae en Vivo, el funcionario desglosó sus políticas y respondió a cada reclamo, mientras revelaba datos contundentes sobre el estado de la industria.

Pirovano negó rotundamente la acusación de que su administración haya paralizado la aprobación de películas: "Decir que no se aprobó nada es falso. Tenemos 236 proyectos avalados bajo los nuevos criterios", afirmó. Explicó que el sistema de declaración de interés cinematográfico —requisito para acceder a subsidios— ya no depende de su despacho, sino de un comité externo integrado por representantes del sector. "La ley es clara: si un proyecto no pasa por ese filtro, no recibe financiamiento", sostuvo.

Uno de los cambios más polémicos fue la eliminación de la preclasificación, un mecanismo que permitía a los productores recibir anticipos de fondos públicos antes incluso de rodar. "Era discrecional. Firmabas un papel y te daban dinero sin garantías. Nosotros lo prohibimos: ahora solo hay créditos con obligación de devolución", detalló. Según Pirovano, este modelo anterior generó un círculo vicioso: "Entre 2004 y 2024, la taquilla del cine argentino cayó del 17% al 2,19%. ¿Por qué? Porque las películas se hacían para cumplir trámites, no para conectar con el público".

Al asumir en 2024, Pirovano encontró una institución con graves problemas de gestión: "Tenía 800 empleados, cuatro edificios alquilados y el 65% del presupuesto se iba en sueldos y alquileres. Solo el 35% llegaba a las películas", reveló. Comparó la situación con el Instituto de la Cinematografía de España (ICAA): "Ellos tienen 250 empleados y un presupuesto 100 veces mayor. Nosotros recortamos a 261 trabajadores y devolvimos cuatro inmuebles".



El presidente también expuso un dato alarmante: "Hay 270 películas subsidiadas en años anteriores que nunca se estrenaron. Algunas ni siquiera se filmaron". Para recuperar parte de esos fondos, creó un área específica que ya logró recaudar 300 millones de pesos mediante demandas. "Declaramos la caducidad de proyectos incumplidos y exigimos reintegros con intereses. No podemos seguir financiando fantasmas", sentenció.

Pirovano dedicó un capítulo aparte a lo que considera uno de los mayores obstáculos para el cine argentino: "Los sindicatos tienen secuestrado al sector. Por sus prácticas, muchos productores prefieren filmar en Uruguay o Chile", denunció. Ejemplificó con una resolución publicada en el Boletín Oficial que quitó a los gremios la facultad de emitir certificados de libre deuda laboral, trasladándola a la ANSES y el ARCA. "Antes, los sindicatos cobraban por esos papeles. Era un negocio. Ahora, si un productor adeuda salarios, lo audita el Estado, no un ente privado", argumentó.

Relató casos concretos: "Hubo rodajes interrumpidos por paros sorpresa. Un productor me contó que, durante una filmación en provincia, le exigieron pagar ‘viáticos especiales’ para evitar problemas. Esa cultura del chantaje ahuyenta inversiones". Y agregó: "No es casualidad que, desde que endurecimos los controles, algunos sindicatos estén haciendo campaña en mi contra".

Frente a las quejas por falta de apoyo internacional, Pirovano destacó que el INCAA sigue participando en Ibermedia y Ventana Sur, además de lanzar concursos con premios de hasta 450 000 dólares para series y 250 000 para películas. "También abrimos un fondo para guiones inéditos, algo que no ocurría hace 20 años. Recibimos 400 propuestas", destacó.

Sobre el malestar de figuras como Ricardo Darín, Guillermo Francella, Soledad Villamil o Darío Grandinetti, se mostró conciliador pero firme: "Entiendo su preocupación. Muchos vivieron la censura en otras épocas y ven fantasmas donde no los hay. Pero nuestro objetivo no es recortar, sino ordenar. Una película debe ser un emprendimiento viable, no un capricho subsidiado".

Pirovano cerró con una reflexión mordaz: "Si querés hacer cine experimental sin pensar en la taquilla, nadie te lo prohíbe. Pero si usás dinero público, al menos mandale un telegrama de agradecimiento a los contribuyentes". Su discurso, sin embargo, no convence a todos. Mientras algunos aplauden el recorte de burocracia, otros temen que el enfoque mercantil ahogue proyectos arriesgados. El debate, como el final de una película sin estrenar, sigue abierto.

Sigue nuestras últimas noticias por INSTAGRAM, BLUESKY o FACEBOOK.