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Crítica Netflix: "El Eternauta", una relectura potente para un presente en crisis

por © NOTICINE.com
"El Eternauta"
"El Eternauta"
Por Juan Pablo Russo        

La primera adaptación audiovisual de "El Eternauta" (2025), dirigida por Bruno Stagnaro y protagonizada por Ricardo Darín, reinterpreta el clásico de Héctor Germán Oesterheld como una metáfora de la resistencia colectiva frente a amenazas contemporáneas. La serie enlaza pasado, presente y futuro mediante una narración cargada de simbolismo.

La icónica historieta creada por Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López en 1957 llega a la pantalla de la mano de Netflix, bajo la dirección de Bruno Stagnaro y con Ricardo Darín en el papel de Juan Salvo. El resultado no es una simple adaptación, sino una relectura potente, anclada en las urgencias del presente.

La historia original —esa nevada mortal que cae sobre Buenos Aires y transforma lo cotidiano en amenaza— fue mucho más que un relato de ciencia ficción. Desde sus primeras viñetas, El Eternauta propuso una épica colectiva, una resistencia compartida ante lo desconocido. Oesterheld, que con el tiempo radicalizó su compromiso político y terminó desaparecido durante la última dictadura, creó un mito argentino que aún interpela.

La serie respeta ese espíritu, pero también lo actualiza. En la versión de Stagnaro, la nevada blanca ya no es solo un fenómeno letal: es una metáfora de los nuevos miedos contemporáneos. El colapso ambiental, la pandemia, la grieta social, la fragmentación. Esa nieve hipnótica y silenciosa —que paraliza, aísla y fractura— funciona como una imagen de una modernidad en crisis, incapaz de imaginar un futuro común.



Ricardo Darín compone a un Juan Salvo introspectivo, vulnerable pero decidido, alejado de los estereotipos del héroe individualista. La serie apuesta a una épica coral, apoyada en un elenco sólido —Carla Peterson, César Troncoso, Marcelo Subiotto, Ariel Staltari, Andrea Pietra— donde cada personaje encarna sus propios miedos y lealtades. No hay salvaciones solitarias: la supervivencia depende del otro.

Stagnaro evita el efectismo. En cambio, elige atmósferas densas, silencios cargados y una Buenos Aires tangible, mostrada sin maquillaje. La ciudad es un personaje más: con sus cicatrices, su memoria y sus contradicciones. Allí laten aún las heridas de la Guerra de Malvinas, la crisis de 2001, los fantasmas de los golpes militares. La amenaza exterior se cruza con traumas internos, y la historia se vuelve espejo simbólico de nuestra identidad colectiva.

"El Eternauta", como historieta, nunca fue un relato cerrado. Como serie, tampoco lo es. Su llegada a una plataforma global como Netflix le da nueva vida y proyección universal. Pero no diluye sus raíces: sigue siendo una historia profundamente argentina, nacida de una tradición donde la resistencia no es opción, sino necesidad.

En un presente donde el individualismo es la norma, la serie rescata una idea que Oesterheld supo escribir con trazo firme: la verdadera lucha es colectiva, silenciosa, cotidiana. Y vuelve a lanzar la misma pregunta que abría la historieta original: ¿Qué harías vos si mañana empezara a nevar?

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