Crítica Disney+: "Ladrones: La tiara de Santa Águeda", cocktail de ingredientes adictivos sin sorpresas
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Por Santiago Echeverría
La nueva serie española de Disney+, "Ladrones: La tiara de Santa Águeda" apuesta por una comedia de atracos que prioriza el espectáculo sobre la profundidad. Con seis episodios de ritmo trepidante, localizaciones exóticas y una estética pulida hasta el brillo, la producción se consume como un dulce visual: sabroso en el momento, pero fácil de olvidar después.
La trama sigue a Amber (Silvia Alonso) y Rui (Álex González), una pareja de ladrones de élite con un pasado amoroso complicado. Tras un golpe fallido en Las Vegas y una separación dramática, sus caminos se cruzan de nuevo en una isla paradisíaca, donde ambos persiguen el mismo botín: una tiara valuada en millones. El guion no reinventa la rueda: aquí hay dobles juegos, gadgets imposibles, persecuciones coreografiadas y un romance que oscila entre el deseo y la desconfianza. Es "Ocean's Eleven" con toques de telenovela y un presupuesto generoso en paisajes de postal.
El mayor acierto de la serie radica en la dinámica entre sus protagonistas. Alonso y González sostienen la historia con una química que salta a la vista, aunque a veces el guion los empuje hacia registros melodramáticos que desdibujan la credibilidad de sus personajes. Él es el ladrón encantador; ella, la cerebro frío con vulnerabilidades escondidas. Juntos, hacen que los clichés se sientan frescos, al menos por un rato.
El elenco secundario cumple sin destacar, con Asier Etxeandia como villano elegante (aunque algo caricaturesco) y un puñado de aliados que aparecen y desaparecen según las necesidades del guion. Nadie exige demasiado desarrollo en una serie como esta, pero un poco más de personalidad no hubiera sobrado.
La dirección de Alejandro Bazzano e Inma Torrente apuesta por un visualismo casi quirúrgico: fotografía dorada, planos aéreos de ensueño, secuencias de acción editadas con precisión milimétrica. Todo parece diseñado para una campaña de lifestyle de lujo: los besos tienen atardeceres de fondo, las explosiones son perfectamente sincronizadas y hasta los momentos más tensos se sienten como un juego.
Pero ahí reside también su limitación: "Ladrones..." es tan pulida que resulta fría. Las emociones se sienten calculadas, los giros son predecibles y el exceso de efectismo termina por diluir cualquier atisbo de autenticidad. Compararla con "La casa de papel" es inevitable, pero mientras aquella jugaba con ideología y caos, esta se conforma con ser cocktail comercial ligero, con ingredientes que llevan decenios mostrando sus capacidades adictivas, sin mayores pretensiones.
¿Es Ladrones: La tiara de Santa Águeda original? No... Y tampoco es memorable. En unos meses la habremos olvidado. Sin embargo, hay que admitir que cumple su objetivo de entretener sin pedirle al espectador que piense demasiado. Es una serie para desconectar, disfrutar del carisma de sus protagonistas y dejarse llevar por la fantasía de un crimen sin consecuencias. Si buscas profundidad u originalidad, pasa de largo. Si quieres un divertimento visual con sabor a Hollywood (y un toque "made in Spain"), bienvenida/o.
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La nueva serie española de Disney+, "Ladrones: La tiara de Santa Águeda" apuesta por una comedia de atracos que prioriza el espectáculo sobre la profundidad. Con seis episodios de ritmo trepidante, localizaciones exóticas y una estética pulida hasta el brillo, la producción se consume como un dulce visual: sabroso en el momento, pero fácil de olvidar después.
La trama sigue a Amber (Silvia Alonso) y Rui (Álex González), una pareja de ladrones de élite con un pasado amoroso complicado. Tras un golpe fallido en Las Vegas y una separación dramática, sus caminos se cruzan de nuevo en una isla paradisíaca, donde ambos persiguen el mismo botín: una tiara valuada en millones. El guion no reinventa la rueda: aquí hay dobles juegos, gadgets imposibles, persecuciones coreografiadas y un romance que oscila entre el deseo y la desconfianza. Es "Ocean's Eleven" con toques de telenovela y un presupuesto generoso en paisajes de postal.
El mayor acierto de la serie radica en la dinámica entre sus protagonistas. Alonso y González sostienen la historia con una química que salta a la vista, aunque a veces el guion los empuje hacia registros melodramáticos que desdibujan la credibilidad de sus personajes. Él es el ladrón encantador; ella, la cerebro frío con vulnerabilidades escondidas. Juntos, hacen que los clichés se sientan frescos, al menos por un rato.
El elenco secundario cumple sin destacar, con Asier Etxeandia como villano elegante (aunque algo caricaturesco) y un puñado de aliados que aparecen y desaparecen según las necesidades del guion. Nadie exige demasiado desarrollo en una serie como esta, pero un poco más de personalidad no hubiera sobrado.
La dirección de Alejandro Bazzano e Inma Torrente apuesta por un visualismo casi quirúrgico: fotografía dorada, planos aéreos de ensueño, secuencias de acción editadas con precisión milimétrica. Todo parece diseñado para una campaña de lifestyle de lujo: los besos tienen atardeceres de fondo, las explosiones son perfectamente sincronizadas y hasta los momentos más tensos se sienten como un juego.
Pero ahí reside también su limitación: "Ladrones..." es tan pulida que resulta fría. Las emociones se sienten calculadas, los giros son predecibles y el exceso de efectismo termina por diluir cualquier atisbo de autenticidad. Compararla con "La casa de papel" es inevitable, pero mientras aquella jugaba con ideología y caos, esta se conforma con ser cocktail comercial ligero, con ingredientes que llevan decenios mostrando sus capacidades adictivas, sin mayores pretensiones.
¿Es Ladrones: La tiara de Santa Águeda original? No... Y tampoco es memorable. En unos meses la habremos olvidado. Sin embargo, hay que admitir que cumple su objetivo de entretener sin pedirle al espectador que piense demasiado. Es una serie para desconectar, disfrutar del carisma de sus protagonistas y dejarse llevar por la fantasía de un crimen sin consecuencias. Si buscas profundidad u originalidad, pasa de largo. Si quieres un divertimento visual con sabor a Hollywood (y un toque "made in Spain"), bienvenida/o.
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