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"Homo argentum", una argentinidad que abarca mucho y aprieta lo justo

por © NOTICINE.com
Francella, como uno de los 16 homos argentum
Francella, como uno de los 16 homos argentum
Por Santiago Echeverría       

Guillermo Francella se multiplica en dieciséis personajes en "Homo Argentum", la nueva película de Mariano Cohn y Gastón Duprat, un mosaico de historias cortas que pretende diseccionar el "ser argentino" con humor ácido y una mirada crítica, "politicamente incorrecta". Inspirada formalmente en las comedias episódicas italianas de los años 60 y en el éxito local de "Relatos salvajes", la película oscila entre la sátira mordaz y el sketch televisivo, con resultados dispares.

El film, producido íntegramente con capital privado y respaldado por Disney, se estructura como una serie de viñetas urbanas, casi todas ambientadas en Buenos Aires o sus alrededores. Desde un empresario que teme ser extorsionado en un ascensor ("Piso 54") hasta un "arbolito" que estafa a turistas brasileños ("Bienvenidos a Buenos Aires"), los personajes encarnados por Francella son, en su mayoría, retratos de la hipocresía, el egoísmo y la viveza criolla. La promesa de una radiografía social choca, sin embargo, con un enfoque que a menudo recurre a estereotipos y giros predecibles.

El mayor mérito de la película radica en la transformación física de Francella, respaldada por un notable trabajo de maquillaje y caracterización. El actor logra diferenciar a sus personajes con gestualidades y registros variados, puede verse que, en el fondo, repite mecanismos ya conocidos en su repertorio cómico. Destacan especialmente episodios como "El niño eterno", donde encarna a un padre exasperado por su hijo adulto (Migue Granados), y "La novia de papá", una ácida reflexión sobre la herencia y la moralidad burguesa, con Dalma Maradona en un rol secundario.



Pero no todas las historias alcanzan el mismo nivel y en muchas la gracia es escasa o discutible. Algunas, como "Cadena nacional" (con un presidente que estalla en improperios) o "Un film necesario" (una crítica al cine social premiado en festivales), caen en lo obvio o se quedan en la superficie de sus propios planteamientos. Otros segmentos, como "Experiencia enriquecedora", donde un empresario lleva de compras a un joven en situación de calle (Milo J), son recibidos como ejercicios de moralina más que como sátiras efectivas.

El tono general de la película es marcadamente cínico, en línea con films anteriores de la dupla como "El ciudadano ilustre" o la serie "Bellas artes". Sin embargo, aquí la provocación parece más calculada que orgánica. Episodios como "Las ventajas de ser pobre", con un cura villero (rubio y con ropa deportiva de marca) interrumpiendo un comedor social, o "Troppo dolce", donde un argentino descubre sus raíces sicilianas, generan risas pero también cuestionamientos por su falta de sutileza.

Un aspecto que llama la atención negativamente es el excesivo product placement. Desde planos detalle de marcas de automóviles hasta diálogos que mencionan productos específicos, la publicidad invade varias escenas, rompiendo en ocasiones la inmersión del relato. También en esto, la sutilidad brilla por su ausencia.

La película llega en un momento polarizado, tanto cultural como políticamente. Los directores han insistido en presentarla como una obra "políticamente incorrecta" y alejada del "cine woke", incluso comparando su estreno con una resistencia al "establishment" cinematográfico. Francella, por su parte, ha defendido el proyecto como "cine popular", aunque evitando mencionar directamente al INCAA o al cine independiente.

Más allá de las declaraciones, "Homo Argentum" parece destinada a dividir al público. Para algunos, será un reflejo incómodo pero certero de la sociedad argentina; para otros, un catálogo de lugares comunes con chistes que ya no sorprenden. Su mayor virtud —la versatilidad de Francella— no logra ocultar del todo las limitaciones de un guion que, en su afán por abarcarlo todo, termina profundizando en muy poco.

Como ejercicio de estilo, la película confirma el oficio de Cohn y Duprat para construir situaciones absurdas. Como retrato generacional, se queda en la caricatura. Quizás su episodio más logrado sea "Ezeiza", donde un padre despide a su hija que emigra a España, un momento de emotividad inusual en medio del sarcasmo predominante. Pero incluso ahí, la duda persiste: ¿es esto realmente una reflexión sobre la argentinidad o solo otro sketch en busca de likes?

Al final, "Homo Argentum" funciona mejor como provocación que como comedia, y como espejo de sus realizadores más que de su país.

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