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Crítica Toronto: "The Lost Bus", América Ferrera y Matthew McConaughey, entre llamas sin quemarse

por © NOTICINE.com
América Ferrera y Matthew McConaughey, en "The Lost Bus"
América Ferrera y Matthew McConaughey, en "The Lost Bus"
Por Santiago Echeverría         

En los últimos años, el cine de catástrofes ha encontrado una veta potente en la recreación de tragedias reales, y "The Lost Bus" de Paul Greengrass se inscribe en esa línea con un resultado desigual. La cinta narra la hazaña de Kevin McKay, un conductor de autobús que durante el incendio de Paradise, California, en 2018, con la ayuda de una maestra latina, logró poner a salvo a 22 niños. La premisa, de por sí dramática, ofrece material suficiente para un relato tenso y conmovedor, pero el film oscila entre momentos de genuina inmersión y otros donde la mano del guion se hace demasiado evidente.

Greengrass, conocido por su estilo documental y su capacidad para sumergir al espectador en situaciones caóticas, emplea aquí su firma característica. Las escenas del avance del fuego son abrumadoras. La cámara, inestable y cercana, transmite la urgencia y el pánico de una evacuación fallida. El fuego no es un mero decorado; se siente como una presencia viva, un antagonista que avanza imparable. Los efectos visuales, en su mayoría, logran crear una atmósfera asfixiante y creíble, especialmente en las secuencias clave donde el autobús debe abrirse paso entre llamas y escombros. Es en estos momentos donde la película encuentra su pulso y ofrece el terror y la emoción que se esperan de un relato de supervivencia.

Matthew McConaughey encarna a McKay con una mezcla de carisma rústico y vulnerabilidad que le sienta bien al personaje. No intenta convertirlo en un superhéroe, sino en un hombre común arrastrado por las circunstancias a actuar de manera extraordinaria. América Ferrera, como la maestra Mary Ludwig, le aporta un contrapunto sereno y determinado. Su química es uno de los pilares del film; en sus interacciones, llenas de miradas de complicidad y diálogos cargados de la tensión del momento, reside gran parte del corazón de la historia.



Sin embargo, "The Lost Bus", que llegará a salas norteamericanas el 19 de este mes para llegar a Apple TV+ la primera semana de octubre, tropieza en su afán por dotar de profundidad a su protagonista. Los primeros treinta minutos se dedican a presentar una letanía de desgracias en la vida de Kevin: un matrimonio roto, un hijo resentido, un padre recientemente fallecido, un perro al que deben sacrificar. Esta melodramática acumulación de desgracias personales no solo resulta forzada o quizás redundante, sino que subestima al espectador. La propia situación de peligro extremo ya es suficiente motivo para empatizar con su lucha; toda esa carga de desdichas previa termina por distraer y ralentizar el ritmo, en un intento poco sutil de manipular las emociones del público.

La película también paga el precio de su realismo al contrastar el aspecto de sus estrellas con la crudeza del entorno. McConaughey, a pesar del esfuerzo por mostrarlo desgarbado y con ropa humilde, luce una dentadura demasiado perfecta para un hombre que, se supone, atraviesa serias penurias. Son pequeños detalles que rompen el hechizo de un relato que en otros aspectos se esfuerza por ser auténtico.

Con una duración de más de dos horas, el metraje puede parecer a algunos excesivo. Hay interludios, especialmente en los cortes a los centros de mando de los bomberos, que interrumpen el flujo narrativo principal y restan intensidad al claustrofóbico viaje en el autobús. Uno no puede evitar pensar que una edición más rigurosa hubiera beneficiado al conjunto, concentrando la energía en la secuencia de la escapada, que es, sin duda, lo mejor de la película.

A pesar de estos altibajos, "The Lost Bus" funciona como un testimonio potente sobre el coraje en medio del desastre. Cuando Greengrass confía en la fuerza de la historia real y en la capacidad de sus actores para transmitirla, la película alcanza una intensidad admirable. Es en esos momentos, cuando el humo oscurece el sol y el autobús se convierte en una burbuja de esperanza en medio del infierno, cuando se entiende el verdadero valor de lo que se está contando. Una hazaña humana que, a pesar de los excesos dramáticos de su puesta en escena, merece ser recordada.

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