Imprimir

Crítica Toronto: "Barrio Triste", o cuando el estilo es el mensaje (y también el vacío)

por © NOTICINE.com
"Barrio Triste"
"Barrio Triste"
Por Santiago Echeverría     

El sello EDGLRD de Harmony Korine, un laboratorio digital obsesionado con borrar los límites entre el cine, el videoarte y los videojuegos, encuentra en "Barrio Triste" su propuesta más narrativa hasta la fecha. O, al menos, la que más se acerca a algo reconocible como un relato. El director Stillz, conocido por su trabajo visual con Bad Bunny, se sumerge en el Medellín de los años 80 para trazar un retrato de la desesperanza juvenil a través de un formato de found footage tan hipnótico como emocionalmente distante.

La película arranca con un robo literal que define su esencia: un grupo de adolescentes arrebata la cámara a un equipo de televisión que reporta sobre extrañas luces en el cielo. A partir de ese momento, el espectador es secuestrado en un viaje frenético y sin tregua por las calles de un barrio marcado por la pobreza y la violencia. La cámara, convertida en un personaje más, se vuelve testigo de atracos, caminatas sin rumbo y encuentros surrealistas con animales abandonados y grafitis ominosos.

El mayor acierto de Stillz, que también se encarga de la fotografía, reside en la construcción de una atmósfera opresiva y sensorial. La banda sonora de Arca funciona como un latido constante, una corriente eléctrica que alterna entre lo sereno y lo caótico, empujando al espectador hacia un estado de trance. La estética lo-fi, con su imagen pixelada y granulada, no es solo una elección estilística; es la piel misma de la película, el vehículo que transmite la crudeza y el desencanto de una juventud que navega un mundo sin reglas.



Sin embargo, esa misma fidelidad al estilo es también su mayor limitación. "Barrio Triste" se siente, en largos tramos, como una instalación de videoarte extendida más allá de sus límites naturales. La promesa de una trama que entrelaza crimen y posible abducción alienígena—un eco interesante de los relatos populares que circularon en la época—termina diluyéndose en una sucesión de viñetas inconexas. La falta de contexto y desarrollo narrativo, aunque posiblemente deliberada, termina por alienar al espectador, impidiendo que se forme un vínculo emocional sólido con los jóvenes protagonistas.

Hay destellos de humanidad que rompen la frialdad del experimento, sobre todo en las escenas de "interrogatorio" donde uno de los chicos, Piojo, rompe a llorar al confesar su deseo de reencontrarse con su hija. Son momentos breves pero poderosos que demuestran el potencial de una historia más tradicional que pudo ser. Pero la película opta por seguir vagando, privilegiando el estilo sobre el significado.

"Barrio Triste" es, por tanto, un ejercicio de estilo formidable y audaz que consigue sumergirte en un mundo asfixiante. Pero como película, se siente como un esbozo, la semilla de una idea potentísima que nunca llega a florecer. Confirma que EDGLRD es uno de los espacios más interesantes para la innovación visual actual, pero también deja la sensación de que, a veces, la experimentación puede ser una jaula tan claustrofóbica como el barrio que retrata. Una experiencia para sentir, más que para comprender.

Sigue nuestras últimas noticias por INSTAGRAM, BLUESKY o FACEBOOK.