Crítica Huelva: "Isla Negra", la propiedad de los desposeídos
- por © NOTICINE.com
Por Miguel Castelo
Rodado en escenarios naturales del mismo nombre pertenecientes a la comuna del Quisco, en la región de Valparaíso, lugar de resonancias poéticas -allí Pablo Neruda se retiró a escribir su "Canto General"- el film chileno "Isla Negra" deja al margen este episodio y se inspira en hechos reales para contar la disputa por la pertenencia de un territorio.
Imágenes previas subrayadas por los permanentes embates del mar nos informan, en el inicio, de la toma de posesión -posteriormente sabremos más exactamente que se trata de una recuperación- de un espacio perdido. Asistimos en sucesión a otra breve secuencia que alude a un operación de desalojo, lo que confirma lo percibido en el fragmento anterior. Y sin solución de continuidad observamos, en el marco de un confortable espacio interior, instantes de la vida apacible de una pareja. Esta será el modo narrativo, estructura de acciones simultáneas paralelas, que conducirá la historia hasta su término, con la particularidad de que a partir de aquí ya nada va a ser lo que en primera instancia parece. Será, avanzado el relato, una vez que todas las piezas figuren en nuestro poder, cuando estaremos en disposición de establecer el verdadero sentido de lo ya visto.
Sustentado en esta siempre interesante manera de articular la información, el relato cuenta con unos personajes tan bien diseñados como construídos. De ello se encargan dos actrices y tres actores -Paulina Urrutia, Marcela Salinas, Alfredo Castro, Gastón Salgado y José Soza-, que bajo la inteligente y minuciosa dirección de Jorge Riquelme Serrano, autor también del guión, llevan adelante con sobrada convicción la dificultosa tarea encomendada. Composiciones complejas dadas las sutilezas de las características antagónicas, tanto en los dos roles masculinos principales como en los femeninos, donde la referencia a lo biológico propio de los géneros y las diferencias de carácter de los miembros de la pareja acomodada tienen especial importancia.
A la riqueza del relato no es tan poco ajena la labor de la dirección fotográfica del consagrado maestro Sergio Arsmstrong, como no lo es el uso del espacio sonoro, donde, sin menoscabo de la música, las siempre incesantes y diferentes agitaciones del mar cobran, también en lo visual, protagonismo con caracteres metafóricos. Una conjunción de aciertos que conforman una inquietante y conmovedora historia que incita a quienes la contemplan a cambiar más de una vez de opinión, a comprender progresivamente las razones de ambas partes del litigio y a posicionarse ideológicamente a medida de su desarrollo. No cabe la pasividad y la indiferencia ante el conflicto que subyace en "Isla Negra", aquí particularizado, que no es otro que la histórica y eterna batalla de los pueblos indígenas por la recuperación de su territorio, patrimonio del que en su momento fueron desposeídos.
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Rodado en escenarios naturales del mismo nombre pertenecientes a la comuna del Quisco, en la región de Valparaíso, lugar de resonancias poéticas -allí Pablo Neruda se retiró a escribir su "Canto General"- el film chileno "Isla Negra" deja al margen este episodio y se inspira en hechos reales para contar la disputa por la pertenencia de un territorio.
Imágenes previas subrayadas por los permanentes embates del mar nos informan, en el inicio, de la toma de posesión -posteriormente sabremos más exactamente que se trata de una recuperación- de un espacio perdido. Asistimos en sucesión a otra breve secuencia que alude a un operación de desalojo, lo que confirma lo percibido en el fragmento anterior. Y sin solución de continuidad observamos, en el marco de un confortable espacio interior, instantes de la vida apacible de una pareja. Esta será el modo narrativo, estructura de acciones simultáneas paralelas, que conducirá la historia hasta su término, con la particularidad de que a partir de aquí ya nada va a ser lo que en primera instancia parece. Será, avanzado el relato, una vez que todas las piezas figuren en nuestro poder, cuando estaremos en disposición de establecer el verdadero sentido de lo ya visto.
Sustentado en esta siempre interesante manera de articular la información, el relato cuenta con unos personajes tan bien diseñados como construídos. De ello se encargan dos actrices y tres actores -Paulina Urrutia, Marcela Salinas, Alfredo Castro, Gastón Salgado y José Soza-, que bajo la inteligente y minuciosa dirección de Jorge Riquelme Serrano, autor también del guión, llevan adelante con sobrada convicción la dificultosa tarea encomendada. Composiciones complejas dadas las sutilezas de las características antagónicas, tanto en los dos roles masculinos principales como en los femeninos, donde la referencia a lo biológico propio de los géneros y las diferencias de carácter de los miembros de la pareja acomodada tienen especial importancia.
A la riqueza del relato no es tan poco ajena la labor de la dirección fotográfica del consagrado maestro Sergio Arsmstrong, como no lo es el uso del espacio sonoro, donde, sin menoscabo de la música, las siempre incesantes y diferentes agitaciones del mar cobran, también en lo visual, protagonismo con caracteres metafóricos. Una conjunción de aciertos que conforman una inquietante y conmovedora historia que incita a quienes la contemplan a cambiar más de una vez de opinión, a comprender progresivamente las razones de ambas partes del litigio y a posicionarse ideológicamente a medida de su desarrollo. No cabe la pasividad y la indiferencia ante el conflicto que subyace en "Isla Negra", aquí particularizado, que no es otro que la histórica y eterna batalla de los pueblos indígenas por la recuperación de su territorio, patrimonio del que en su momento fueron desposeídos.
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