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Colaboración: "Tambien la lluvia", no es lo mismo predicar que dar trigo

por © NOTICINE.com
Bollaín, en el rodaje de 'También la lluvia'
Bollaín, en el rodaje de 'También la lluvia'

Por María José Sánchez Lerchundi

Hablar es gratis, actuar... ya es otra cosa. Y esa reflexión queda perfectamente clara en la película de Icíar Bollaín "También la lluvia", elegida para representar a España en la competencia por el Oscar a mejor film en lengua extranjera y que este sábado abre la Seminci de Valladolid. De ahí que todos los personajes, tan proclives a soltar sus parrafadas en defensa de grandes ideales o simplemente por engrasar el papel que muy pronto han de encarnar, todos ellos cambian a peor cuando de entrar en acción se trata.

Bueno, no todos: el único consecuente es el tipo pintoresco que interpreta (muy bien, por cierto) Karra Elejalde, que dice lo mismo en la ficción y en la realidad. La conclusión, clara y evidente, es la de la coherencia entre la acción y la palabra. Como clara es la habilidad de un guión que juega a emparentar la Conquista de hace cinco siglos con la actualidad y voluntarioso el medido equilibrio entre hombres e intenciones bien distintas. Hay momentos –los ensayos de los actores, por ejemplo- que hacen subir la película como la espuma. Mientras unos (españoles, naturalmente) se atiborran de comida, buen vino y grandilocuencia, otros (bolivianos, por supuesto) aguantan el chaparrón "...por la pura plata". No hay conexión entre ellos, hay contacto pero no complicidad.

Y en medio de tanta metáfora, tanta reflexión y tanto choque cultural la cuestión traspasa efectivamente la pantalla, salta a las butacas, y el sugestivo juego de imagen y palabra, de "cine dentro del cine" replantea (no sé si voluntaria o involuntariamente) si ese combate ancestral mantiene el mismo tono y la misma vigencia. Seguramente no todo es hoy trasladable, porque evidentemente no todo es igual: El Dorado, sin ir más lejos, ha cambiado de  orilla y han cambiado también los que van en su busca; no todos, por cierto, despliegan ni las mismas grandezas, ni las mismas miserias.

Siempre valiente y decidida, Iciar Bollain, como dicen los castizos, se ha metido en un "fregao" del que todo el mundo tiene ya su opinión, su experiencia directa y hasta su propio dictamen. Ardua empresa, la suya. Y es verdad que "También la lluvia" arranca mejor de lo que termina, con ese final dulzón que no resuelve gran cosa... aunque también es verdad que, de principio a fin, entre medias, nos regala muchos aciertos narrativos, algunas escenas muy logradas, ciertos momentos de tedio y hasta algún que otro mensaje moralizante de sobra. La apuesta, en todo caso, es distinta, estimulante y muy oportuna.

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