Casi un año después del estreno de su anterior trabajo, "Esperar en el lago", el cineasta boliviano Okie Cárdenas regresará el próximo día 25 a las salas nacionales con "Unay", la historia de un adolescente orureño -como el propio Cárdenas-  que vive en una comunidad rural del altiplano boliviano y tiene talento innato para la música. La cinta además narra una historia de violencia sexual, como muchas otras que ocurren en las áreas rurales del país, a menores en el anonimato y no son denunciadas debido a su situación.

El germen de la historia está en otro de sus anteriores films, "Entre santos, cholas y morenos" (2017), que exploraba en la expansión de la morenada el símbolo de identidad cultural. Entonces tuvo conocimiento del fenómeno de las bandas musicales. “Muchos de los músicos venían de Oruro, de la zona de Jachacarana y Orinoca. Son lugares que se hacen llamar ‘la cuna de músicos’. Investigué mucho acerca de los intérpretes, uno de los aspectos que me llamó la atención fue que no solo tocan, sino que además escriben partituras”, explicó Cárdenas.

Para el autor de "Un resplandor de fe",  "Unay" es “una historia de esperanza en contraste con la historia oscura que oculta, es una película que revela el origen, el origen de muchas otras historias”.

El director orureño relató que además de inspirarse en las llamadas "bandas de bronce", también tomó en cuenta la violencia física y sexual que se vive en las comunidades rurales de Oruro, y él mismo tuvo conocimiento de que los niños eran abusados mientras vivían en los centros mineros.

En esta ocasión, Cárdenas buscó que la mayoría de sus actores y actrices fueran profesionales con una experiencia previa en el campo del cine. Así, el protagonista es el actor orureño Christian Castillo, quien participó en la película "Cementerio de Elefantes".

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