El guionista Rafael Cobos, habitual colaborador cinematográfico de Alberto Rodríguez y dos veces galardonado con el Premio Goya por los libretos de "La isla mínima" y "El hombre de las mil caras", emprende un nuevo camino profesional con el estreno de "Golpes", su primer largometraje como director. La película, que aterriza este viernes en los cines españoles, llega después de que Cobos se pusiera tras la cámara para dirigir varios episodios de la serie "El hijo zurdo", de la que también es creador.

La transición al largometraje no disminuye su vocación original: "Es mi primera película como director, pero yo me siento y soy fundamentalmente escritor y guionista, y lo seguiré siendo. Aunque confieso que ya estoy deseando ponerme de nuevo a dirigir una película", afirmó el cineasta.

"Golpes" se centra en la figura de Migueli, un delincuente encarnado por Jesús Carroza, que acaba de salir de prisión en la efervescente España de principios de los años ochenta. La intención de Migueli es clara: dejar atrás su pasado y mirar hacia un futuro distinto, pero para lograrlo necesita una gran cantidad de dinero y la necesita con urgencia. Nada más llegar a Sevilla, el antiguo convicto se ocupa de reunir a su banda para llevar a cabo una serie de atracos que incluyen sucursales bancarias, joyerías y hasta el primer casino que se ha abierto en la zona.

El plan de Migueli se topa con un obstáculo especialmente personal y tenaz: la policía ha asignado el caso a Sabino, su propio hermano, interpretado por Luis Tosar, quien conoce a la perfección los movimientos y la mentalidad del delincuente. La trama, en el fondo, es un "thriller de robos sobre los lazos de sangre y la memoria", tal como lo definió Cobos, que busca revitalizar el cine quinqui de la década de 1980 ofreciendo una perspectiva menos explícita y más reflexiva.

La ambientación temporal de "Golpes" no es aleatoria. Cobos sitúa la historia en octubre de 1982, un momento político clave marcado por la primera victoria del PSOE en las elecciones generales, un evento que, en palabras del director, resultó "muy significativo por la ilusión que generó". En este sentido, la película se convierte en una vía para reflexionar sobre el presente a través de la historia reciente.



"En la película explico con el ayer lo que sucede hoy. Sitúo la historia en una época muy concreta, octubre de 1982", explicó Cobos durante la presentación ante los medios. Esta mirada al pasado también se relaciona con una preocupación más amplia sobre el devenir del país. Cobos considera que "no están muy transitadas las consecuencias de la Transición y aquellas preguntas que se abrieron en ese momento nunca se terminaron de contestar". Su debut en la dirección conjuga, de esta manera, la acción del género policíaco con la solemnidad de abordar los primeros compases de la democracia española.

El director, acompañado por el productor Daniel Pérez, se refirió al género que aborda con esta ópera prima: "ha sido un proceso largo; el cine quinqui es un subgénero del policiaco, muy directo, muy frontal y descarnado, que refleja una época muy compleja de España. Yo lo he revisitado ofreciendo una visión más limpia y sugerente". De hecho, la intención de Cobos ha sido la de ofrecer un homenaje sutil al género, prestando una especial atención al contexto de la Transición, una época que considera contradictoria y desorientada.

El conflicto entre los hermanos Migueli y Sabino es el corazón narrativo de "Golpes". Ambos personajes, un atracador y un policía, son antitéticos y están marcados por la orfandad y las secuelas de la postguerra. Luis Tosar, cuando la cinta se estrenó en la Seminci, aseguró que la película "No deja de ser la historia de este país", añadiendo que "en el tema de la memoria histórica este país siempre está permanentemente dividido en dos y en general es una historia de hermanos, siempre uno contra otro, porque al final todos estos conflictos se producen en familia".

Tosar también comentó que su personaje, Sabino, le remitió a la figura de su padre, no solo en el aspecto físico, sino porque "eran hombres buenos que vivieron la Transición pero traían una mochila cargada de piedras". La película fue rodada durante siete semanas en Sevilla, ciudad de origen de Cobos, y se apoya en imágenes de archivo para completar el retrato de la capital andaluza de hace cuarenta años.

El actor también reflexionó sobre el contexto social de los personajes: "Y al fin y al cabo no dejamos de vivir en un país que ha estado 40 años completamente cerrado por su entorno y, de repente, apareció otro mundo que no tenía mucho que ver con lo que toda esta gente había vivido", concluyó.

La banda sonora de la producción hispano-francesa, que tiene una duración de 102 minutos, recae en el artista Bronquio, quien ha optado por una composición electrónica y con sintetizadores que incluye dejes "raveros". El propio Cobos reconoció que esta elección musical "va a la contra" del género policíaco tradicional, buscando darle un aire renovado.

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