Crítica: "Agua salá", mirada íntima al perdón tras un abuso
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Por Celia Santos
"Agua salá", la ópera prima del director Steven Morales Pineda, con quien NOTICINE.com conversó en exclusiva, presenta una historia poco convencional en la que Jacobo se reencuentra con el sacerdote que marcó su infancia, años después de haber sido abusado por el sacerdote, al igual que otros menores de Puerto Colombia. "Agua salá" tuvo su première mundial en el Festival de Cine de Miami y el pasado 8 de mayo llegó a las salas colombianas.
Con la premisa "inspirada en hechos reales y otros que bien podrían serlo", esta película propone una historia lenta y con poco diálogo que retrata el encuentro entre Jacobo y el sacerdote José Luis desde la contención y el silencio, lo que permite explorar con sensibilidad las heridas del pasado. El personaje de Jacobo, vinculado a una espiritualidad budista laica, según lo describe el propio director, afronta este reencuentro como una oportunidad para cerrar una herida que lleva abierta muchos años. Para Steven Morales, "Agua Salá" no es solo una propuesta cinematográfica, sino que es una forma de enfrentar su pasado y reconciliarse con él.
Puede sorprender al espectador la ausencia de confrontación entre los personajes o de odio hacia el sacerdote y la serenidad con la que se desarrolla la historia. La película opta por una forma diferente de retratar un tema tan delicado y doloroso como el abuso sexual a trvés de una narrativa que transmite tranquilidad y calma. A través de la sensibilidad, las emociones contenidas y el silencio, el director ofrece una mirada íntima sobre el dolor, el abuso y sus secuelas.
Por lo tanto, la historia de "Agua salá" puede parecer lenta debido a la escasez de diálogos y a la presencia constante de silencios, así como a una acción pausada y contenida. Sin embargo, es precisamente en esta aparente quietud donde cobran vida elementos fundamentales de la trama. Aunque muchos de estos aspectos no ocupan un lugar central en la narrativa, su presencia llega al espectador, como la revelación de que no solo Jacobo, sino también otros jóvenes del municipio colombiano fueron víctimas del sacerdote.
En una película con poca acción, son las interpretaciones de los actores las que deben cargar con el peso narrativo, puesto que han de transmitir a través de gestos, miradas y silencios lo que no se dice con palabras. En este sentido, Luis Mario Jiménez, quien interpreta a Jacobo, consigue transmitir con su cuerpo las emociones y tensiones que atraviesa el personaje, tanto antes como después de la llegada del sacerdote a Puerto Colombia.
Aunque la película se titula "Agua salá", el protagonista no se acerca al mar hasta la escena final, cuando finalmente se sumerge en el agua como un gesto de liberación. A lo largo de la cinta, el mar parece asustar a los personajes, por lo que se mantienen alejados del océano. Sin embargo, en la última escena el mar adquiere un rol central y simbólico, puesto que se presenta como un espacio para limpiar, sanar y dejar atrás los fantasmas del pasado.
Con todo, "Agua salá" es una película cargada de simbolismo en la que lo implícito pesa más que lo que se dice o se ve, y en la que el silencio dice más que los diálogos. A través de una narrativa pausada, la cinta propone una forma distinta de enfrentar el duelo y el dolor del pasado. La interpretación enigmática de Luis Mario Jiménez resulta clave, puesto que a través de sus gestos y su presencia logra expresar todo lo que no dice con las palabras. "Agua salá" es una buena opción para quienes busquen acercarse a una historia colombiana distinta, contada desde la intimidad y presentada de forma clara y atractiva.
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"Agua salá", la ópera prima del director Steven Morales Pineda, con quien NOTICINE.com conversó en exclusiva, presenta una historia poco convencional en la que Jacobo se reencuentra con el sacerdote que marcó su infancia, años después de haber sido abusado por el sacerdote, al igual que otros menores de Puerto Colombia. "Agua salá" tuvo su première mundial en el Festival de Cine de Miami y el pasado 8 de mayo llegó a las salas colombianas.
Con la premisa "inspirada en hechos reales y otros que bien podrían serlo", esta película propone una historia lenta y con poco diálogo que retrata el encuentro entre Jacobo y el sacerdote José Luis desde la contención y el silencio, lo que permite explorar con sensibilidad las heridas del pasado. El personaje de Jacobo, vinculado a una espiritualidad budista laica, según lo describe el propio director, afronta este reencuentro como una oportunidad para cerrar una herida que lleva abierta muchos años. Para Steven Morales, "Agua Salá" no es solo una propuesta cinematográfica, sino que es una forma de enfrentar su pasado y reconciliarse con él.
Puede sorprender al espectador la ausencia de confrontación entre los personajes o de odio hacia el sacerdote y la serenidad con la que se desarrolla la historia. La película opta por una forma diferente de retratar un tema tan delicado y doloroso como el abuso sexual a trvés de una narrativa que transmite tranquilidad y calma. A través de la sensibilidad, las emociones contenidas y el silencio, el director ofrece una mirada íntima sobre el dolor, el abuso y sus secuelas.
Por lo tanto, la historia de "Agua salá" puede parecer lenta debido a la escasez de diálogos y a la presencia constante de silencios, así como a una acción pausada y contenida. Sin embargo, es precisamente en esta aparente quietud donde cobran vida elementos fundamentales de la trama. Aunque muchos de estos aspectos no ocupan un lugar central en la narrativa, su presencia llega al espectador, como la revelación de que no solo Jacobo, sino también otros jóvenes del municipio colombiano fueron víctimas del sacerdote.
En una película con poca acción, son las interpretaciones de los actores las que deben cargar con el peso narrativo, puesto que han de transmitir a través de gestos, miradas y silencios lo que no se dice con palabras. En este sentido, Luis Mario Jiménez, quien interpreta a Jacobo, consigue transmitir con su cuerpo las emociones y tensiones que atraviesa el personaje, tanto antes como después de la llegada del sacerdote a Puerto Colombia.
Aunque la película se titula "Agua salá", el protagonista no se acerca al mar hasta la escena final, cuando finalmente se sumerge en el agua como un gesto de liberación. A lo largo de la cinta, el mar parece asustar a los personajes, por lo que se mantienen alejados del océano. Sin embargo, en la última escena el mar adquiere un rol central y simbólico, puesto que se presenta como un espacio para limpiar, sanar y dejar atrás los fantasmas del pasado.
Con todo, "Agua salá" es una película cargada de simbolismo en la que lo implícito pesa más que lo que se dice o se ve, y en la que el silencio dice más que los diálogos. A través de una narrativa pausada, la cinta propone una forma distinta de enfrentar el duelo y el dolor del pasado. La interpretación enigmática de Luis Mario Jiménez resulta clave, puesto que a través de sus gestos y su presencia logra expresar todo lo que no dice con las palabras. "Agua salá" es una buena opción para quienes busquen acercarse a una historia colombiana distinta, contada desde la intimidad y presentada de forma clara y atractiva.
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