Colombiano Steven Morales Pineda nos habla de "Agua salá", el reencuentro entre un sacerdote y el menor del que abusó
- por © Celia Santos-NOTICINE.com

Este jueves 8 de mayo se estrena en salas colombianas la primera película del director y guionista Steven Morales Pineda, "Agua salá", un drama íntimo sobre el perdón, el deseo y las heridas del pasado. La cinta, que tuvo su première mundial en el Festival de Cine de Miami, fue rodada en plena pandemia y financiada con los ahorros personales del director. "Agua salá" narra el reencuentro entre Jacobo, un joven de Puerto Colombia, y el sacerdote que marcó su infancia. En entrevista exclusiva con NOTICINE.com, Morales habla de los desafíos del rodaje, el trasfondo autobiográfico de la historia y su deseo de que el público colombiano apoye la película en las salas de cine.
- ¿De dónde nace la idea de hacer esta película?
Llevaba mucho tiempo trabajando en un guion que pensaba que sería mi opera prima, pero resultó ser improducible financieramente, al menos con el apoyo que suele recibir una primera película. Nunca lograba conseguir la financiación necesaria. Entonces, cuando llegó la pandemia y se redujeron los ingresos del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico en Colombia, que depende de la taquilla del cine, me propuse escribir una película que fuera financieramente viable para mí. "Agua salá" es una película en la que están invertidos los ahorros de toda mi vida. Por otro lado, también quería hacer algo mucho más personal, íntimo, que realmente me tocara y pudiera conectar con otros. Así que volví la mirada hacia mi pasado, hacia historias que tenía bloqueadas y que me había negado a contar. Empecé a reflejar en el papel ciertas vivencias de mi infancia para examinar hasta qué punto llegaba una herida que, además, había estado replicando en mis relaciones afectivas.
- ¿En qué se inspira la película?
El personaje que vemos en la historia está ficcionado, pero los sentimientos del protagonista, Jacobo, y parte de su pasado sí están inspirados en mi propia vida y en mi infancia. De alguna manera, esta historia nace porque la primera persona de la que me enamoré fue un sacerdote que me consideraba su mejor amigo. Sin embargo, un día desapareció de mi vida sin una despedida. Fue mi primer amor y, al mismo tiempo, mi primer desamor. A partir de ahí empecé a hacer un ejercicio de observación y me di cuenta de que quería escribir esa historia, pero no desde el rencor, sino como una forma de entender el desamor y de explorar cómo funciono en mis relaciones. La película es una forma de purgar mis demonios, de verme reflejado en ese papel y de intentar hacer terapia a través de lo que me gusta hacer, escribir.
- ¿Cómo aborda una temática tan delicada y compleja en "Agua salá"?
La perspectiva de la película es algo fuerte, porque el protagonista busca reinsertar en su vida a una persona que, aparentemente, le hizo daño, a él y a otras personas. Me interesaba especialmente la aproximación: narrar el reencuentro entre una persona que fue víctima de abuso y su abusador, desde una perspectiva en la que se entrelazan el perdón y la lujuria. Cuando empecé a investigar sobre el hombre que inspiró la historia, encontré que existía cierto "chusmerío", aunque nunca hubo denuncias oficiales. Con estas ideas sentí que tenía una historia potente, que si bien puede resultar controversial, a mí no me interesaba provocar polémica, sino encontrar una forma original de contarla.
- En la película conviven elementos del budismo, como el yoga o el saludo namasté, con símbolos del cristianismo. ¿Qué papel juega esa dualidad espiritual en la historia?
De alguna manera, el personaje protagonista ha renunciado a su fe católica. Representa una contradicción con respecto a los preceptos del catolicismo en los que fue criado, pero que también lo afectaron profundamente y lo hicieron sentir traicionado. Sin embargo, no ha dejado de lado la espiritualidad porque en su vida hay una presencia de budismo laico y de una filosofía que promueve el amor, el respeto y el perdón, pero sin la carga simbólica de las sotanas y los alzacuellos que lo llevan a su infancia.
- La película está estructurada en capítulos marcados por referencias religiosas. ¿Qué significado tienen estos separadores dentro de la historia?
Es una alegoría a los Ejercicios Espirituales Ignacianos, que están organizados por semanas. Cada etapa de esos ejercicios propone un nivel más profundo de introspección. Quise hacer un paralelismo entre esa progresión espiritual y el proceso emocional y vivencial que atraviesa el protagonista a lo largo del reencuentro con el sacerdote. Primero está la etapa de preparación, donde el sacerdote es solo una sombra. Luego, el sacerdote ya está en la misma ciudad, pero el protagonista aún mantiene una distancia con él. Más adelante, el sacerdote entra en su casa, y finalmente se da el desenlace de esa breve convivencia.
- ¿Por qué decidió ambientar la cinta en Puerto Colombia y cómo fue el rodaje allí?
Puerto Colombia siempre ha sido un lugar muy significativo para mí desde la infancia, porque allí, en el barrio de Miramar, estaba la casa de retiros del colegio al que yo asistía, pero no sabía que ese barrio pertenecía a Puerto Colombia. La casa del personaje, Jacobo, es en realidad de una amiga de mi madre. Desde pequeño íbamos allá los fines de semana, y siempre supe que quería rodar mi película en ese lugar, en Puerto Colombia. Sin embargo, no asociaba esa casa con el mismo barrio donde estaba la casa de retiros espirituales de mi colegio. Un día, caminando hacia el mercado, me topé con las ruinas de la antigua casa de retiros y fue impactante darme cuenta de que estaba haciendo esta película, que conecta tanto con esa etapa de mi vida, a solo dos cuadras de ese lugar tan cargado de recuerdos. En ese momento supe que la casa de retiros tenía que aparecer en la película, y de hecho aparece en un plano. Fue una de esas coincidencias hermosas, o señales del universo, que me hicieron sentir que estaba cerrando un círculo al filmar allá, porque es donde nacieron muchas de las sensaciones que atraviesan la película.
- Los personajes de la película utilizan mascarilla, ¿por qué decidió retratar la pandemia del coronavirus?
La película se rodó en 2021, en plena pandemia. De hecho, el rodaje coincidió con un pico de contagios y con restricciones en Barranquilla, lo que complicó mucho todo, porque aunque estábamos filmando en un pueblo, había muchas cosas que solo podía conseguir en la ciudad. Me vi en la necesidad de, por un lado, ver cómo solucionar el rodaje, porque ya estaba todo preparado, y por otro lado de tomar la decisión de si volverlo narrativo o no, si retratar la pandemia. Finalmente, me pareció que podía ser interesante que la película funcionara también como un retrato de ese momento histórico, una especie de película pandémica. Es algo que sucede en el trasfondo del film pero que no afecta al desarrollo de la historia.
- ¿Por qué este título?
En la costa colombiana tenemos un dicho muy popular: "El agua salá se usa para todo, pero principalmente para curar las penas del alma". El agua salá acá la usamos para todo, pero en este caso, el personaje también menciona esta idea al referirse a los retiros espirituales que se realizaban cerca del mar. Esta historia sucede frente al mar, como una metáfora de liberación de los personajes, porque es allí donde finalmente comienzan a sincerarse consigo mismos y entre ellos. Empiezan a soltar las cargas que han arrastrado durante años y a dejarlas ir, como si el mar pudiera llevárselas.
- ¿Qué espera del estreno en cines de "Agua salá"?
Acá hay muy poco apoyo por parte de la audiencia colombiana hacia el cine hecho en Colombia. Espero que, por su temática o incluso por la polémica que pueda generar, la gente quiera darle una oportunidad, aunque, en realidad, cuando vean la película se darán cuenta de que no es nada polémica, sino que se aborda desde una perspectiva muy humana. Al menos, que ese posible gancho los lleve a acercarse a una película colombiana tan sufrida como esta: autofinanciada y estrenada cuatro años después de haber sido rodada. Eso ya habla del trabajo y la perseverancia que hay detrás para lograr que esta historia llegue a los cines. Me encantaría que el público se diera la oportunidad de apoyarnos y acompañarnos en las salas.
- ¿Cuál será el recorrido de la película tras el estreno en Colombia?
Ya tenemos confirmada la première en Estados Unidos, que será el 24 de junio en plataformas digitales.
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- ¿De dónde nace la idea de hacer esta película?
Llevaba mucho tiempo trabajando en un guion que pensaba que sería mi opera prima, pero resultó ser improducible financieramente, al menos con el apoyo que suele recibir una primera película. Nunca lograba conseguir la financiación necesaria. Entonces, cuando llegó la pandemia y se redujeron los ingresos del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico en Colombia, que depende de la taquilla del cine, me propuse escribir una película que fuera financieramente viable para mí. "Agua salá" es una película en la que están invertidos los ahorros de toda mi vida. Por otro lado, también quería hacer algo mucho más personal, íntimo, que realmente me tocara y pudiera conectar con otros. Así que volví la mirada hacia mi pasado, hacia historias que tenía bloqueadas y que me había negado a contar. Empecé a reflejar en el papel ciertas vivencias de mi infancia para examinar hasta qué punto llegaba una herida que, además, había estado replicando en mis relaciones afectivas.
- ¿En qué se inspira la película?
El personaje que vemos en la historia está ficcionado, pero los sentimientos del protagonista, Jacobo, y parte de su pasado sí están inspirados en mi propia vida y en mi infancia. De alguna manera, esta historia nace porque la primera persona de la que me enamoré fue un sacerdote que me consideraba su mejor amigo. Sin embargo, un día desapareció de mi vida sin una despedida. Fue mi primer amor y, al mismo tiempo, mi primer desamor. A partir de ahí empecé a hacer un ejercicio de observación y me di cuenta de que quería escribir esa historia, pero no desde el rencor, sino como una forma de entender el desamor y de explorar cómo funciono en mis relaciones. La película es una forma de purgar mis demonios, de verme reflejado en ese papel y de intentar hacer terapia a través de lo que me gusta hacer, escribir.
- ¿Cómo aborda una temática tan delicada y compleja en "Agua salá"?
La perspectiva de la película es algo fuerte, porque el protagonista busca reinsertar en su vida a una persona que, aparentemente, le hizo daño, a él y a otras personas. Me interesaba especialmente la aproximación: narrar el reencuentro entre una persona que fue víctima de abuso y su abusador, desde una perspectiva en la que se entrelazan el perdón y la lujuria. Cuando empecé a investigar sobre el hombre que inspiró la historia, encontré que existía cierto "chusmerío", aunque nunca hubo denuncias oficiales. Con estas ideas sentí que tenía una historia potente, que si bien puede resultar controversial, a mí no me interesaba provocar polémica, sino encontrar una forma original de contarla.
- En la película conviven elementos del budismo, como el yoga o el saludo namasté, con símbolos del cristianismo. ¿Qué papel juega esa dualidad espiritual en la historia?
De alguna manera, el personaje protagonista ha renunciado a su fe católica. Representa una contradicción con respecto a los preceptos del catolicismo en los que fue criado, pero que también lo afectaron profundamente y lo hicieron sentir traicionado. Sin embargo, no ha dejado de lado la espiritualidad porque en su vida hay una presencia de budismo laico y de una filosofía que promueve el amor, el respeto y el perdón, pero sin la carga simbólica de las sotanas y los alzacuellos que lo llevan a su infancia.
- La película está estructurada en capítulos marcados por referencias religiosas. ¿Qué significado tienen estos separadores dentro de la historia?
Es una alegoría a los Ejercicios Espirituales Ignacianos, que están organizados por semanas. Cada etapa de esos ejercicios propone un nivel más profundo de introspección. Quise hacer un paralelismo entre esa progresión espiritual y el proceso emocional y vivencial que atraviesa el protagonista a lo largo del reencuentro con el sacerdote. Primero está la etapa de preparación, donde el sacerdote es solo una sombra. Luego, el sacerdote ya está en la misma ciudad, pero el protagonista aún mantiene una distancia con él. Más adelante, el sacerdote entra en su casa, y finalmente se da el desenlace de esa breve convivencia.
- ¿Por qué decidió ambientar la cinta en Puerto Colombia y cómo fue el rodaje allí?
Puerto Colombia siempre ha sido un lugar muy significativo para mí desde la infancia, porque allí, en el barrio de Miramar, estaba la casa de retiros del colegio al que yo asistía, pero no sabía que ese barrio pertenecía a Puerto Colombia. La casa del personaje, Jacobo, es en realidad de una amiga de mi madre. Desde pequeño íbamos allá los fines de semana, y siempre supe que quería rodar mi película en ese lugar, en Puerto Colombia. Sin embargo, no asociaba esa casa con el mismo barrio donde estaba la casa de retiros espirituales de mi colegio. Un día, caminando hacia el mercado, me topé con las ruinas de la antigua casa de retiros y fue impactante darme cuenta de que estaba haciendo esta película, que conecta tanto con esa etapa de mi vida, a solo dos cuadras de ese lugar tan cargado de recuerdos. En ese momento supe que la casa de retiros tenía que aparecer en la película, y de hecho aparece en un plano. Fue una de esas coincidencias hermosas, o señales del universo, que me hicieron sentir que estaba cerrando un círculo al filmar allá, porque es donde nacieron muchas de las sensaciones que atraviesan la película.
- Los personajes de la película utilizan mascarilla, ¿por qué decidió retratar la pandemia del coronavirus?
La película se rodó en 2021, en plena pandemia. De hecho, el rodaje coincidió con un pico de contagios y con restricciones en Barranquilla, lo que complicó mucho todo, porque aunque estábamos filmando en un pueblo, había muchas cosas que solo podía conseguir en la ciudad. Me vi en la necesidad de, por un lado, ver cómo solucionar el rodaje, porque ya estaba todo preparado, y por otro lado de tomar la decisión de si volverlo narrativo o no, si retratar la pandemia. Finalmente, me pareció que podía ser interesante que la película funcionara también como un retrato de ese momento histórico, una especie de película pandémica. Es algo que sucede en el trasfondo del film pero que no afecta al desarrollo de la historia.
- ¿Por qué este título?
En la costa colombiana tenemos un dicho muy popular: "El agua salá se usa para todo, pero principalmente para curar las penas del alma". El agua salá acá la usamos para todo, pero en este caso, el personaje también menciona esta idea al referirse a los retiros espirituales que se realizaban cerca del mar. Esta historia sucede frente al mar, como una metáfora de liberación de los personajes, porque es allí donde finalmente comienzan a sincerarse consigo mismos y entre ellos. Empiezan a soltar las cargas que han arrastrado durante años y a dejarlas ir, como si el mar pudiera llevárselas.
- ¿Qué espera del estreno en cines de "Agua salá"?
Acá hay muy poco apoyo por parte de la audiencia colombiana hacia el cine hecho en Colombia. Espero que, por su temática o incluso por la polémica que pueda generar, la gente quiera darle una oportunidad, aunque, en realidad, cuando vean la película se darán cuenta de que no es nada polémica, sino que se aborda desde una perspectiva muy humana. Al menos, que ese posible gancho los lleve a acercarse a una película colombiana tan sufrida como esta: autofinanciada y estrenada cuatro años después de haber sido rodada. Eso ya habla del trabajo y la perseverancia que hay detrás para lograr que esta historia llegue a los cines. Me encantaría que el público se diera la oportunidad de apoyarnos y acompañarnos en las salas.
- ¿Cuál será el recorrido de la película tras el estreno en Colombia?
Ya tenemos confirmada la première en Estados Unidos, que será el 24 de junio en plataformas digitales.
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