Crítica Cannes: "La trama fenicia / The Phoenician Scheme", Benicio del Toro es un impredecible antihéroe en manos de Wes Anderson
- por © NOTICINE.com
Por Santiago Echeverría
Wes Anderson vuelve a desplegar su universo meticulosamente estilizado en "La trama fenicia / The Phoenician Scheme", una farsa excéntrica que oscila entre lo delirante y lo conmovedor, con Benicio del Toro como el impredecible corazón de la historia. La película, aunque no se aleja de los tics característicos del director —simetría obsesiva, diálogos artificiales entregados con frialdad, un elenco repleto de estrellas—, logra sorprender con un humor más desenfrenado y una inesperada calidez emocional.
Del Toro encarna a Zsa-zsa Korda, un magnate sin escrúpulos cuya mezcla de arrogancia y vulnerabilidad recuerda a los patriarcas disfuncionales de The Royal Tenenbaums. Con un aire entre Howard Hughes y un villano de Bond, Korda es un personaje tan carismático como absurdamente serio, incluso cuando esquiva asesinatos o negocia contratos en situaciones surrealistas. Del Toro, conocido por roles más sombríos, brilla aquí con una comicidad seca y una presencia magnética, demostrando que puede navegar perfectamente el tono único de Anderson.
La trama, una mezcla de comedia de enredos, drama familiar y espionaje, sigue a Korda en su intento de legar su fortuna a su hija Liesl (Mia Threapleton), una monja novicia con más principios que él. Su dinámica —ella, escéptica y moralista; él, egoísta pero ansioso por conexión— aporta un núcleo emocional inusual para Anderson, más acostumbrado a explorar relaciones fracturadas que a redescubrir afectos. Aunque el guion a veces se pierde en divagaciones empresariales o chistes recurrentes, estos momentos de ternura, junto a las secuencias visualmente deslumbrantes (como los sueños en blanco y negro donde Bill Murray hace de Dios), mantienen el interés.
El reparto, repleto de caras conocidas (Scarlett Johansson, Jeffrey Wright, un hilarante Michael Cera) y nuevas (Threapleton, hija de Kate Winslet), equilibra el estilo artificial con interpretaciones llenas de personalidad. Destacan las escenas de acción absurda, como una pelea de Tom y Jerry con Benedict Cumberbatch, y los cameos de lujo (Riz Ahmed, Tom Hanks), aunque algunos giros narrativos se sienten tan aleatorios como los negocios de Korda.
¿Es "La trama fenicia" una obra maestra? No, pero es un recordatorio de por qué Anderson sigue siendo único: incluso cuando repite fórmulas, lo hace con una inventiva visual y un humor que pocos igualan. Para sus fans, será un festín; para los escépticos, quizá demasiado afectado. Pero en el centro, Benicio del Toro ofrece una lección de cómo robar una película sin perder el equilibrio entre lo ridículo y lo humano.
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Wes Anderson vuelve a desplegar su universo meticulosamente estilizado en "La trama fenicia / The Phoenician Scheme", una farsa excéntrica que oscila entre lo delirante y lo conmovedor, con Benicio del Toro como el impredecible corazón de la historia. La película, aunque no se aleja de los tics característicos del director —simetría obsesiva, diálogos artificiales entregados con frialdad, un elenco repleto de estrellas—, logra sorprender con un humor más desenfrenado y una inesperada calidez emocional.
Del Toro encarna a Zsa-zsa Korda, un magnate sin escrúpulos cuya mezcla de arrogancia y vulnerabilidad recuerda a los patriarcas disfuncionales de The Royal Tenenbaums. Con un aire entre Howard Hughes y un villano de Bond, Korda es un personaje tan carismático como absurdamente serio, incluso cuando esquiva asesinatos o negocia contratos en situaciones surrealistas. Del Toro, conocido por roles más sombríos, brilla aquí con una comicidad seca y una presencia magnética, demostrando que puede navegar perfectamente el tono único de Anderson.
La trama, una mezcla de comedia de enredos, drama familiar y espionaje, sigue a Korda en su intento de legar su fortuna a su hija Liesl (Mia Threapleton), una monja novicia con más principios que él. Su dinámica —ella, escéptica y moralista; él, egoísta pero ansioso por conexión— aporta un núcleo emocional inusual para Anderson, más acostumbrado a explorar relaciones fracturadas que a redescubrir afectos. Aunque el guion a veces se pierde en divagaciones empresariales o chistes recurrentes, estos momentos de ternura, junto a las secuencias visualmente deslumbrantes (como los sueños en blanco y negro donde Bill Murray hace de Dios), mantienen el interés.
El reparto, repleto de caras conocidas (Scarlett Johansson, Jeffrey Wright, un hilarante Michael Cera) y nuevas (Threapleton, hija de Kate Winslet), equilibra el estilo artificial con interpretaciones llenas de personalidad. Destacan las escenas de acción absurda, como una pelea de Tom y Jerry con Benedict Cumberbatch, y los cameos de lujo (Riz Ahmed, Tom Hanks), aunque algunos giros narrativos se sienten tan aleatorios como los negocios de Korda.
¿Es "La trama fenicia" una obra maestra? No, pero es un recordatorio de por qué Anderson sigue siendo único: incluso cuando repite fórmulas, lo hace con una inventiva visual y un humor que pocos igualan. Para sus fans, será un festín; para los escépticos, quizá demasiado afectado. Pero en el centro, Benicio del Toro ofrece una lección de cómo robar una película sin perder el equilibrio entre lo ridículo y lo humano.
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