Por Juan Pablo Russo          

En "27 noches" (2025), Daniel Hendler adapta la novela de Natalia Zito, inspirada en la historia real de Natalia Kohen, una mujer de la alta sociedad porteña que en sus últimos años fue declarada incapaz por sus hijas y recluida en una clínica psiquiátrica. A partir de ese caso, el film construye una ficción donde lo íntimo se enfrenta al poder: Martha Hoffman (Marilú Marini), una mecenas de 83 años, es internada por decisión familiar bajo el argumento de la demencia. El perito judicial Casares (interpretado por el propio Hendler) debe determinar si la medida responde a una preocupación genuina o a una estrategia para controlar su fortuna.

Lejos del dramatismo, Hendler elige la comedia como dispositivo de análisis. Desde la ironía, examina la fragilidad de los juicios sobre la cordura y la delgada frontera entre el cuidado y la dominación. Marini sostiene el film con una presencia que escapa a cualquier etiqueta: lúcida, obstinada, libre. Su vitalidad descoloca a quienes intentan normalizarla, y su relación con Casares revela la tensión entre la vida vivida y la vida administrada.



El film, que ya está en salas argentinas y próximamente estará disponible en Netflix, también indaga en el arte como espacio de autonomía. Hoffman apoya a artistas independientes mientras su entorno busca restringirla, transformando la creación en un terreno de disputa simbólica y económica. Hendler aborda esa tensión sin desarrollar del todo su potencia crítica, pero deja ver cómo el poder familiar, médico y judicial pueden coincidir en la exclusión de quien se aparta de la norma.

"27 noches" se presenta como una fábula sobre el derecho a decidir y las fuerzas que lo condicionan. Su tono contenido y su desarrollo lineal reducen su potencial, pero sostienen una reflexión vigente sobre la libertad, el cuerpo y la edad como espacios de disputa.

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